La sabiduría es un don que proviene de Dios, no podemos obtenerla por nuestros medios pero si podemos aprender de ella. Salomón, lo único que pidió fue SABIDURÍA, Dios se la concedió y lo hizo grande que todo mundo lo quería conocer, Jesús lo menciona. Si la sabiduría viene de Dios entonces como ser sabio?. Aprendiendo de ella y la sabiduría encarnada es Jesucristo el hijo de Dios, cuanto mas se aprende de El, mas se aprende a ser sabio y una de las virtudes de la sabiduría es el silencio, es por ello que tienes que leer y releer la catequesis y reflexionar sobre este don maravilloso que viene de Dios, si la voluntad de Dios es llenarte del espíritu de sabiduría, habrás ganado mucho, mas que cualquier riqueza en la tierra.
Antes de leer los párrafos citados del catecismo de la iglesia católica, lee Proverbios 9,1-18, luego lee la catequesis y por ultimo lee el catecismo.
Tu ejercicio consistirá en aprender de la sabiduría, aprender de los sabios, no este mundo, sino de los sabios hijos de Dios. Aprender es poner en practica los consejos de los sabios y la catequesis te enseña como. No dejes de pedirle a Dios todos los días por este don, que si es voluntad de El, como repito el te la dará. Este don hace falta mucho a los que sirven en la iglesia y no todos lo poseen y el que lo posee se le nota. Ejemplos claros los tenemos en nuestra era, para citar dos Papa Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta. Aprende y ayudanos a aprender, pide por ti y por nosotros este don, que algún día se derramara sobre la tierra en abundancia.
CIC 283
Para estudio y referencia
Cic 30-51-120-216-251-271-272-283-288-292-295-299-216-308-310-339-348-369-472-474-531-600-
712-721-759-1299-1303-1542-1640-1676-1783-1831-1884-1950-2010-2215-2236-2419-2500-2690
El Don de Sabiduría.
.....Se define la sabiduría como la ciencia adquirida por los primeros principios: «el nombre de sabiduría viene de sabor; como el gusto sirve para conocer el sabor de los alimentos – dice San Isidoro, –lo mismo la sabiduría, es decir, el conocimiento que se tiene de las criaturas por el primer principio, y de las causas segundas por la causa primera, es una regla segura para juzgar bien de cada cosa» (1).
.....El don de sabiduría es un conocimiento sabroso da Dios, de sus atributos y de sus misterios, como infinitamente adorables y amables. De este conocimiento resulta un sabor delicioso, del que a veces participa aun el cuerpo, y que es más o menos grande según el grado de perfección y de pureza en que se encuentre el alma..
..... San Francisco estaba tan lleno de este gusto de la sabiduría, que cuando pronunciaba el nombre de Dios o de Jesús, sentía en su boca y en sus labios un sabor mil veces más dulce que la miel y el azúcar.
.... Al don de sabiduría pertenecen las dulzuras, los consuelos espirituales y las gracias sensibles Son los efectos de este don, mas cuando no llegan sino a la parte inferior, pueden venir del demonio, sobre todo en las almas que todavía no están del todo purificadas.
....Hay esta diferencia entre la sabiduría y la ciencia. que ésta no produce generalmente el gusto espiritual que aquélla hace sentir al alma; y la razón es, porque la ciencia no mira más que a las criaturas, aunque sea con relación a Dios, en cambio a sabiduría mira a Dios, cuyo conocimiento está lleno de atractivos y de dulzura.
..... Todo esto proviene de la caridad, cuya perfección, o sea el fervor, es la salud del alma; pues cuando el alma está de una vez bien curada de sus enfermedades y languidece, cuando está ya completamente sana, saborear a Dios y las cosas divinas como sus propios bienes, sin sentir las repugnancias, ni los disgustos, ni la dificultades que sentía antes por su insuficiente te preparación.
..... Este gusto de la sabiduría es a veces tan perfecto que una persona que lo tuviese, al oír dos proposiciones, una formada por la razón y otra inspirada por Dios, podrá discernir entre ellas al momento, conociendo la que viene de Dios por una como cierta relación natural que tiene con su objeto: «par quamdam, objecti conneturalitaitem», dice Santo Tomás (2) ; de la misma manera, poco más o menos, que uno que come azúcar distingue fácilmente su sabor del de otras cosas dulces; o como El enfermo conoce los síntomas de su enfermedad por la experiencia y sentimiento que tiene, tanto o mejor que el médico por su ciencia. Al principio las cosas divinas son insípidas y cuesta trabajo saborearlas; pero después se nos hacen dulces y tan sabrosas que se paladean con placer, hasta llegar muchas veces a no sentir sino desagrado por todo lo demás. Y por el contrario, las cosas de la tierra que halagan los sentidos, son al principio agradables y deliciosas, pero al final no se halla en ellas más que amargura.
.....Un alma que por la mortificación se ha curado bien de sus pasiones, y que por la pureza de corazón consigue una perfecta salud, entra en admirables conocimientos de Dios y descubre cosas tan grandes que, en esos momentos, ya no puede hacer uso de los sentidos. De aquí proceden los arrobos y los éxtasis, que revelan, sin embargo, alguna imperfección en las almas que los experimentan, como no estar completamente purificados o acostumbrados a estas gracias extraordinarias.
..... Porque a medida que un alma se va purificando, el espíritu va haciéndose cada vez más fuerte y más capaz de soportar las operaciones divinas sin emoción ni suspensión de los sentidos, como hacía Nuestro Señor,
.....Este es el efecto propio de la sabiduría, que llena de tal manera el alma del gusto del bien y del amor a la virtud, que por todo lo demás sólo siente desagrado. El gusto del bien le es como natural. San Bernardo expone admirablemente esta doctrina en uno de sus sermones sobre el Cantar de los Cantares: «La sabiduría es el amor a la virtud, no es otra cosa que el sabor del bien; cuando entra en un alma vence la malicia y destierra al sabor del mal que ella había introducido, llenando el alma de las delicias que el bien lleva siempre consigo. Cuando entra en el alma, modera los sentimientos de la carne, purifica el entendimiento, cura el gusto corrompido del corazón, da al alma la perfecta salud que la pone en disposición de paladear el sabor del bien y el de la sabiduría misma, que es de todos los bienes el más excelente y dulce» (3).
.....El vicio opuesto a la sabiduría es la locura; se forma en el alma proporcionalmente como la sabiduría, pero por principios contrarias. La sabiduría lo refiere todo al último fin, que en materia de moral se llama «altissima causa», la suprema y primera causa. Esto es lo que busca, sigue y gusta en todas las cosas. Lo juzga todo con relación a este elevado fin. La locura en cambio tiene por fin y por principio, «pro altissima causa», o el placer a algún otro bien temporal, no encontrando satisfacción más que en esto, refiriéndolo todo a lo mismo, no buscando ni estimando más que esto y despreciando todo lo demás. Dice San Isidoro, que «el loco y el sabio son opuestos, en cuanto que éste tiene el gusto y el sentido de la discreción que le falta e aquél» (4).
......Lo que hace –como señala Santo Tomás – que el uno juzgue bien de las cosas en lo que se refiere a su conducta, porque juzga con relación al primer principio y al último fin, y que el otro juzgue mal porque no toma esta elevada causa como regla de sus sentimientos y de sus acciones (5).
..... El mundo está lleno de esta clase de locura, y el Sabio nos asegura que «el numero de los necios es infinito». En efecto, la mayor parte de los hombres tienen el gusto depravado y puede llamárseles, con mucha razón, necios, puesto que obran como ellos, poniendo su último fin por lo menos en la práctica, en la criatura y no en Dios. Cada uno tiene una manía por la que se apasiona y a la que todo lo refiere, sin sentir afecto ni pasión más que por esta idea, lo cual es estar loco de remate. Si queremos conocer si somos del número de los sabios o de los locos, examinemos nuestros gustos y nuestras repugnancias, ya sea hacia Dios y las cosas divinas o del lado de las criaturas y las cosas de la tierra. ¿De dónde brotan nuestras satisfacciones y nuestros contratiempos? y En qué encuentra reposo y contento nuestro corazón? Esta clase de examen es un medio excelente para adquirir la pureza de corazón. Debíamos hacérnoslo familiar, examinando con frecuencia durante el día nuestras inclinaciones y tratando de dirigirlas poco a poco hacia Dios.
..... Hay tres clases de sabiduría reprobadas por
.....Si saboreamos los honores y las alabanzas, somos locos en esta materia, y cuanto más nos guste la estimación y la fama, mayor será nuestra locura. Así como opuestamente, a mayor afecto por la humillación y por la cruz, mayor será nuestra sabiduría. Es monstruoso que, incluso en
..... Este estado es terrible y merece ser llorado con lágrimas de sangre: pues, ¿de qué perfección son capaces estos religiosos y qué provecho pueden hacer al prójimo? ¿Qué confusión sentirán a la hora de la muerte cuando se den cuenta de que durante toda su vida no han gustado ni buscado más que lo que halaga la vanidad, como hacen los mundanos. Cuando estas personas están tristes, a una sola palabra de esperanza que se les diga sobre su engrandecimiento, aunque falso, las veremos cambiar de aspecto y su corazón se desbordará de alegría como si fuese una noticia muy importante. Por lo demás, como no tienen el gusto de la devoción, tratan a las prácticas espirituales como bagatelas y cosas divertidas para espíritus débiles; y no sólo se conducen ellos por estos principios erróneos de la sabiduría mundana y diabólica, sino que también comunican sus sentimientos a los demás, enseñándoles máximas del todo contrarias a las de Nuestro Señor y a las del Evangelio, cuyo rigor tratan de mitigar con interpretaciones forzadas y conformes a las inclinaciones de la naturaleza corrompida, fundándose en pasajes mal entendidos de
Padre nuestro...... Dios te salve..... Gloria al Padre
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