Han pasado más de 2,000 años y nadie ha visto jamás
resucitar a un muerto, salvo por lo que dicen las sagradas escrituras. Siendo
así, la duda sobre la resurrección existe, y ninguno ha regresado de la muerte
para contarnos como es el más allá. Lo que se diga sobre los que han venido
después de la vida son puras especulaciones.
Veamos este tema a la luz de las sagradas escrituras.
1Co 6,14 Y Dios, que resucitó al
Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.
Para una mejor comprensión sobre esta catequesis te invito a
que leas la catequesis sobre la parusía en este mismo blog, la cual nos habla
de la venida del Señor.
Dios es el dador de la vida, esto lo sabemos porque esta
escrito en el libro del Génesis en los primeros capítulos donde nos habla sobre
como Dios le da el aliento de vida al ser humano. Jesús poniendo toda su
confianza en Dios, no cesó de hacer conocer que el moriría pero que al tercer
día resucitaría, esto porque Jesús tenía fe en su padre. Jesús no resucitó por
sí mismo, fue Dios quien lo resucitó, devolviéndole a Jesús un cuerpo glorioso,
un cuerpo totalmente diferente al que Jesús como humano tenía.
Este Dios, padre de Jesús y de toda la humanidad es el mismo
Dios que ha de resucitar a todos los muertos de todos los tiempos, cuando Jesús
venga por segunda ocasión, en el cual vendrá para juzgar a vivos y muertos,
unos para la salvación y otros para la condenación.
El Dios de Abraham, Moisés, Pedro de Alvarado, Bill Clinton,
Madre Teresa de Calcuta y de todos es el mismo Dios que con su poder resucitará a todos sin excepción, no faltará ni uno
porque los mares, la tierra y el aire devolverán a todos los que se han
llevado.
Jesús dio ejemplo de la resurrección, cuando resucitó a la hija de Jairo, a Lázaro y
otros de los cuales la escritura no deja testimonio pero que se dieron, porque
si todo se hubiese escrito no alcanzaría para ello como dice la misma
escritura.
Todos sabemos que sucedió cuando las mujeres fueron a la
tumba de Jesús, Él no estaba en el sepulcro, las mujeres lloraron y le
preguntaron al hombre que veían que había hecho con el cuerpo del maestro.
Ellas no creían en que Jesús había resucitado, pero cuando los ojos les fueron
abiertos corrieron de inmediato a avisar a los demás, Pedro y Juan llegaron
presurosos al sepulcro y quisieron ver por si mismos la tumba vacía. Solo así
creerían, cuando Jesús se presentó a los apóstoles estando ausente Tomás este no creyó, y dijo que hasta que metiera
el dedo en la llaga de Jesús creería.
Jesús había anticipado su muerte y su resurrección, y todos
los que le seguían no creyeron. Claro, la condición humana en base al
razonamiento se imponía a esta probabilidad. Todos dudaron, dudaron de lo que
Jesús había dicho, dudaron sobre todo del gran poder de Dios, a pesar de que
habían visto la resurrección de Lázaro y también de la hija de Jairo.
Dios, el Padre, resucitó a Jesús, su hijo. Y es por ello que
San Pablo con justa razón dice, vana sería nuestra fe si Jesús no hubiese
resucitado. Pablo está convencido de este acontecimiento a pesar de que Pablo
nunca fue discípulo de Jesús, por ello Jesús dice, bienaventurados los que no
vieron y creyeron.
Es por ello que Pablo firme en su creencia, la transmite a
la iglesia de Corintio tal y como lo
hizo en todas las iglesias. Cree firmemente que Dios ha de resucitar a todos
tal y como lo hizo con Jesús.
Jesús demostró el infinito poder de Dios, al resucitar a Lázaro
y a la hija de Jairo, el mismo Jesús oró antes al Padre para poder realizar
estos prodigios, hoy Jesús intercede ante el Padre para que cuando se llegue el
día señalado, toda la humanidad que ha muerto resucite.
Dios resucitó primero a Jesús, es el primogénito de las
promesas de la nueva alianza. En segundo lugar lo hará con nosotros, digo
nosotros porque tu también estás incluid@ en esta promesa. Dios nos dará vida
nuevamente pero no en un cuerpo mortal, de carne, si no en un cuerpo glorioso,
tal y como lo mostró Jesús en la transfiguración y como lo mostró en sus apariciones
a los apóstoles. Así es como resucitaremos, tu mente y la mía no alcanzan a
comprender esta verdad, porque nuestro razonamiento se impone a algo que
creemos imposible.
La naturaleza de nuestros cuerpos será muy diferente al que
conocemos hoy, es como si viniéramos de otra dimensión. Recuerda que Jesús fue
capaz de atravesar muros o paredes, el mismo Tomás atravesó el cuerpo de Jesús
con su dedo. En ello descansa nuestra fe. Nuestro cuerpo corrupto no lo será
más, no más llanto, no más dolor, no más sufrimiento porque Jesús reinará con
nosotros en otro estado de vida.
Lo que fue formado del barro, de la tierra, de lo primitivo,
de lo animal, desaparecerá para que sea resucitado el espíritu de vida proveniente de Dios para
la vida eterna o bien para la condenación eterna.
No olvides que el Espíritu de Dios habita en tu persona,
fuiste hecho a imagen y semejanza de Dios y Dios mismo sopló el Espíritu de
vida en ti. Toma en cuenta que vienes de Dios y hacia Dios volverás, en cambio,
el cuerpo que fue formado del barro, volverá a la tierra, tal y como sucede y
de lo cual tu eres testigo. El testigo del espíritu es Jesús y el volvió al
padre, donde está sentado a la derecha de Él, es por el espíritu que habita en
ti, que Dios con su poder te ha de resucitar en el día final, el cual esperamos
todos y que se dará algún día, la fecha ni el hijo la sabe, solo el padre, pero
de que sucederá, sucederá.
Cristo es el primero en resucitar de entre los muertos y luego
seremos nosotros. En el mundo hay mucho dolor, lágrimas, desesperación,
enfermedad y muerte, todo esto a causa del pecado, pero cuando resucites todo
ello quedará en el olvido, porque tu cuerpo será glorificado y renovado. Así
como por un hombre entró el pecado en el mundo así también por un hombre viene
la resurrección.
Todos hemos de morir, por Adán formado de la tierra,
morimos, pero por Jesucristo resucitado resucitaremos al final de los tiempos y
reinaremos con Él para no morir jamás.
Es aquí en la tierra donde tu tienes la oportunidad de
escoger, donde tu eliges que quieres para la eternidad, si resucitar a la vida
eterna o bien resucitar para la condenación eterna, cree en el hijo, porque
quien en el cree no morirá jamás, palabras dichas por el maestro. Jesús ha
venido a mostrarnos el camino, la verdad y la vida, por lo que es difícil
equivocarse, repito, tú resucitarás que no quede duda alguna, el problema será
para que resucitaras, para salvación o condenación, de tus obras y de cómo
hayas vivido el evangelio depende tu suerte.
Veamos un ejemplo en la siguiente anécdota.
En una clase de niñas de primero de Primaria -seis años- al
volver al colegio después de Semana Santa, el sacerdote les habla de la
Resurrección del Señor. Les glosa el último capítulo del Evangelio según san
Marcos: las mujeres que el domingo a la mañana van al sepulcro y se lo
encuentran vacío.
Una de las
pequeñas, al llegar a casa comenta con su madre que había estado en su clase el
sacerdote. La madre le pregunta qué les había dicho. La cría había cogido
perfectamente la idea: que Jesús había muerto pero había resucitado y ahora
estaba vivo.
La madre insiste a
ver qué más les había dicho. Y, entonces, tercia otra compañera diciendo:
-Nos habló de unas
mujeres que fueron a "Acapulco".
Indudablemente una
niña entendió en mensaje, la otra lo equivocó, hoy esta catequesis esta para
que entiendas el mensaje y no te equivoques en la apreciación y que tampoco el
mundo te confunda, porque hay muchos que no creen en la resurrección y es
porque no creen en el la verdad del Hijo de Dios.
Si tu quieres y deseas tapar tus oídos, quizás lo lamentes,
si tu quieres abrir tus oídos a lo que dice el mundo, quizás lo lamentes, pues
yo te digo, no tapes tus oídos a la verdad del evangelio y ábrelos con el
espíritu de la fe.
364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la
"imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado
por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a
ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu (cf. 1Co_6:19-20;
1Co_15:44-45): Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición
corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por
medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del
Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal,
sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de
honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día
(GS 14,1). Catecismo de la Iglesia Católica
Queda claro, tu cuerpo, sea los defectos que tenga o bien
las deficiencias, es un cuerpo digno del Señor, si hoy tu lo odias, porque no
es el cuerpo que tu quieres para ti, te digo, ese cuerpo que hoy tienes, más
tarde será un cuerpo glorificado y perfecto.
No esta demás decir que, la resurrección se dará, ¿Cuándo?
No lo sabemos, pero así como el pueblo de Israel esperaba la liberación de la
esclavitud a la cual eran sometidos por los egipcios, y esperaban, y no sabían
cuando se daría, pero se dio. Algo así será cuando los muertos resuciten.
1Co 15,52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque
de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán
incorruptibles y nosotros seremos transformados.
amén
Luis Mayorga
Próxima catequesis Subió a los
cielos, y esta sentado a la derecha del Padre Todopoderoso
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