lunes, 15 de diciembre de 2008

PECADOS CAPITALES LA SOBERBIA 1

Hoy inicias la semana donde te enfrentaras al pecado capital llamado soberbia, que como ya dije es un demonio que habita en las personas, tal y como sucedió con María Magdalena, estos demonios se pueden aplacar con mucha oración y ejercicios espirituales. Para enfrentarse a este demonio hay que saber y conocer que es, lee la lectura bíblica y la catequesis. Que el Espíritu Santo te ilumine para entender si tu practicas este pecado y ten la confianza en Dios que el te ayudara a luchar contra este demonio.

Daniel 5,18-21


En el pasaje bíblico se encuentra al rey Nabuconodosor a quien Dios le dio el reino, grandeza, gloria y honor. A este rey lo respetaba la gente de otras naciones, su propio pueblo también y temblaban ante el. El tenia el poder de dejar vivir o matar a quien el quisiera, enaltecia a unos y a otros los humillaba. El problema de el fue cuando se lleno de soberbia, cuando el pensó que todo el poder venia de el y que el podía estar por encima de Dios, este hombre llego a actuar tercamente y orgullosamente.


Dios le quito el poder por esta acción, llenarse de soberbia. Soberbios encontramos a varios personajes en las sagradas escrituras, Caín, El rey Saúl etc. La soberbia llevo a estos hombres a un estado calamitoso mental, la sagrada escritura nos muestra al rey Nabuconodosor de la siguiente manera, vivió con los asnos, comió hierba como los bueyes y el rocío empapo su cuerpo, en pocas palabras el demonio lo arrastro, lo enlodo, lo hizo guiñapos, por ello sabemos que la paga del pecado es la muerte, y podemos comparar esto con lo que sucedió en la parábola del hijo prodigo que también se vio necesitado de comer de lo que comían los cerdos..


La soberbia es un pecado que ofende gravemente a Dios, por que el hombre cree que lo puede todo y olvida a su creador, el hombre de hoy no esta lejos de esto. Alguien dijo que el mundo actual el hombre, es soberbio y no se le puede quitar la razón en este comentario.


La soberbia es el amor excesivo de la propia excelencia. Se cuenta ordinariamente entre los siete pecados capitales. Santo Tomás, sin embargo, confirmando la opinión de San Gregorio, lo considera el rey de todos los vicios, y pone en su lugar la vanagloria como uno de los pecados capitales. Al darle esta preeminencia lo toma en su significado más formal y completo. Entiende que es esa estructura mental en la que un hombre, a través del amor a la propia valía, aspira a alejarse de la sujeción a Dios Todopoderoso, y no hace caso de la órdenes de los superiores. Es una especie de desprecio de Dios y de los que tienen su encargo. Considerado así, es por supuesto un pecado mortal de la especie más atroz. De hecho Santo Tomás lo clasifica en este sentido como uno de los pecados más negros. Por él la criatura rechaza permanecer en su órbita esencial; vuelve su espalda a Dios, no por debilidad e ignorancia, sino solamente porque en su auto exaltación no se molesta en someterse. Su actitud tiene probablemente en sí algo de satánica, y probablemente no se verifica a menudo en los seres humanos. Una clase menos atroz de soberbia es la que implica que uno piense muy bien de sí mismo indebidamente y sin la suficiente justificación, sin tomar ninguna disposición para repudiar sin embargo el dominio del Creador. Esto puede suceder, según San Gregorio, o bien porque el hombre se considera a sí mismo como el origen de cuantas ventajas puede discernir en sí, o porque, aunque admita que Dios se las ha concedido, reputa que esto ha sido en respuesta a sus propios méritos, o porque se atribuye dones que no tiene, o, finalmente, porque incluso cuando estos son reales, busca irrazonablemente ponerlos por delante de los demás. Suponiendo que la convicción indicada en los dos primeros casos se abrigara seriamente, el pecado sería grave y tendría la culpa adicional de herejía. Ordinariamente, sin embargo, esta persuasión errónea no existe; es la conducta lo que es reprensible. Los dos últimos casos, hablando en términos generales, no se considera que constituyan ofensas graves. Esto no es verdad, sin embargo, cuando la arrogancia de un hombre es la ocasión de un gran daño para otro, como por ejemplo, su asunción de las tareas de médico sin el conocimiento preciso. El mismo juicio debe hacerse cuando la soberbia ha dado origen a tal disposición del alma que en persecución de su objetivo uno está dispuesto a todo, incluso al pecado mortal. La vanagloria, la ambición y la presunción son habitualmente enumeradas como los vicios hijos del soberbia, porque están bien adaptados para servir a sus desordenados fines. Todos ellos son pecados veniales salvo que alguna consideración extrínseca los coloque en el rango de las transgresiones graves. Debe señalarse que la presunción no significa aquí el pecado contra la esperanza. Significa el deseo de intentar lo que excede la propia capacidad


El señor ha permitido que tu leas esta catequesis, ahora sabes que durante la semana debes ejercitarte en contra de este pecado.

Después de orar en base al ciclo de la oración diaria y el ejercicio respectivo, lee, medita y reflexiona sobre este pecado y lo mas importante ejercitate durante el día y cada día de la semana.

Debes de acompañarte de mucha oración y clamar la ayuda del Altísimo, no lo olvides el ejercicio es luchar contra este pecado.

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