
El jefe de la sinagoga le pide que cure a su hija. En efecto,
la cogió de la mano y la resucitó, ante el asombro de todos. La escena termina
con un detalle bien humano, pidió que le dieran de comer.
La mujer enferma no se atreve a pedir, se acerca con sigilo
y le toca el borde el manto. Jesús notó que había salido fuerza de él y luego dirigió
unas palabras amables a la mujer a la que acababa de curar. En las dos
ocasiones y esto para que tomes nota, no son algo mágico, sino que es la fe la
que hace posible lo imposible.
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