EN LA JUSTICIA HUMANA, SE MATA, SE ABANDONA, SE AISLA.
En la justicia divina se da la vida, se acoge, se incluye. El mal, dentro de
una comunidad nace como la cizaña dentro del trigo, pero, precisamente, por el
mal somos perdonados misericordiosamente por Dios, entonces esa misma
misericordia hay que transmitirla a los que fallan. El mal, entonces, lejos de
separar, nos une, porque al sentirnos perdonados, devolvemos el perdón. En la
justicia divina al enfermo se le cura, al culpable se le perdona, al perdido se
le busca, al muerto se le da vida. Esta justicia es totalmente discorde a la
justicia humana, a la cual estamos acostumbrados y tendemos siempre a ella. Si
no cambiamos debido a la luz de la enseñanza de Jesús, no entraremos en su
justicia. Mateo 18,21---19,1

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