LA RECOMPENSA DEL PROFETA, DEL JUSTO Y DEL DISCIPULO. Al profeta se le reconoce por su misión como enviado de Dios. El justo es reconocido por su comportamiento, por su manera perfecta de observar la ley de Dios.
El discípulo no es reconocido por ninguna calidad o misión especial, sino
sencillamente por su condición social de gente pequeña. El reino no está hecho
de cosas grandes. Es como un edificio muy grande que se construye con ladrillos
pequeños. Quien desprecia al ladrillo, nunca tendrá un edificio. Mateo 10,41-42
No hay comentarios:
Publicar un comentario