En el antiguo testamento hubo un hombre que gozo del
favor de Dios, por eso hablaba con él y por así decirlo cara a cara. Pero,
además, tenía la simpatía de su pueblo, era sin duda alguna un líder, ellos lo habían
aceptado como mediador y libertador, por ello su rosto resplandecía ante todos
los hombre. Dios transforma la mente, corazón y acciones de los hombres y
mujeres que así lo permiten y esto les permite vivir cerca de él. La belleza y
fuerza del Señor se impregna en todo cristiano quiere vivir su mensaje, es
decir, hacer vida la palabra de Dios. Éxodo 34,29-35
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