EL JUEVES SANTO, EL DIA QUE LA IGLESIA celebra la
institución del sacerdocio y la santa eucaristía. ¿Qué tenia de especial la celebración
de la pascua? Era el día que el pueblo de Israel recordaba la liberación de las
esclavitud. Dios había manifestado su misericordia, había oído sus suplicas, se
había solidarizado con su pueblo, había cumplido la promesa que hizo a sus
antepasados. Israel se sentía acompañado de un Dios cercano, amoroso, amigo y
padre. Ellos los judíos querían que los judíos y todos sus descendientes se
hicieran participes de esta celebración.
San Pablo deja por escrito de como la primera comunidad
celebraba la Santa Eucaristía. San Pablo había entendido que si Jesús se había hecho
participe de la humanidad y le había entregado su vida, expresada en ese momento
en el pan y vino, no era justo que aquella liturgia perdiera su verdadero
sentido que Jesús le había dado en la cruz. Separarse de esta realidad era una indignación,
porque era el momento de coparticipar en la redención del Señor.
San Juan narra la bella imagen del lavatorio de los pies.
Bien sabes que este ritual, común entre los judíos, lo realizaban los esclavos,
las mujeres, los menos a los más. Y Jesús te da la pauta de comportamiento
entre los que se dicen sus seguidores. El servicio, todos somos menos ante los demás.
El otro, es más, tú eres menor, rompiendo con este esquema de la lógica humana.
¿Qué debe de ser para ti, entonces, la Eucaristía? Es el momento de hacerse uno
con el Señor, de entrar en sus sentimientos, de vivir su angustia y la alegría de
la redención, de acercarte a tu hermano con espíritu de servicio, de renovar tu
liberación de todo tipo de atadura, de recuperar la dignidad de hijo, de discípulo,
de hermano. Es doloroso que participes en la Eucaristía sin sentido cristiano,
repitiendo inútilmente y sin beneficio alguno estos actos por inercia. No dejes
que tu indiferencia te vuelva reo de tu frustración cristiana.
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