Los días de las denominaciones obsoletas llenas de creyentes
tibios han terminado o terminaran envejeciendo sin llegar a renovarse. Aquellas
que no están aún muertas y sepultadas, pronto lo estarán. Lamento que ellas
nunca llegarán a experimentar el gozo de alcanzar el mundo para Jesús y de ver
lo que él podría hacer en ellos y a través de ellos como un cuerpo de iglesia
si tan solo estuvieran abiertos y se lo permitieran.
Pero no estoy desaminado, porque he visto el futuro cuerpo
de Cristo, y es un futuro emocionante. Dios está haciendo un trabajo hoy en los
corazones de los jóvenes que es tan real y dinámico como cualquier otro resurgimiento
registrado en la historia. Todos los días, mi ministerio Isaías me lleva a las
vidas de jóvenes por medio de las redes sociales, las almas más inalcanzables
de nuestra sociedad. Estos jóvenes están tan duros, enojados, decepcionados del
cristo que se predica donde no hay armonía entre fe y vida, perdidos como
cualquier grupo en la tierra. Sin embargo, nuestro mensaje los está alcanzando.
Los muros están cayendo. Ellos están conociendo a Cristo en grandes cantidades,
y cuando lo hacen, su nueva fe es genuina y transformadora.
Muchos de estos jóvenes se convierten en evangelizadores,
predicadores, servidores más poderosos y efectivos. El Espíritu Santo arde
dentro de ellos como un horno, un feroz fuego sagrado en sus almas, sólo a la
espera de explosionar sobre el mundo. Dios está liberando su Espíritu en estos
chicos de maneras magnificas y ellos están volcando sus mundos al revés.
¿Qué pasaría si cada creyente en este país captara ese tipo
de pasión y visión? ¿Qué pasaría si permitiéramos que el Espíritu de Dios
libere su poder en nuestras vidas como lo ha hecho en las vidas de estos jóvenes?
Si lo hiciéramos así, ¡el mundo nunca sería el mismo!
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