PIENSA QUE UNO DE TUS HIJOS O FAMILIAR FUE HERIDO Y ESTÁ PIDIENDO tu ayuda a gritos. Como padre o madre o pariente, ¿te apresurarías a ir inmediatamente en su ayuda o te detendrías a analizar la calidad de su confianza en ti? ¡correrías a auxiliarle! Sin dudar, por supuesto motivado por el amor y la preocupación.
¿Qué clase de padre terrenal dejaría a su hijo sangrando y herido
simplemente porque éste no expresó con su voz algún tipo de fe en él? Y lo
mismo puede ser dicho de nuestro Padre que está en los cielos. El nunca dejará
que ninguno de sus hijos sufra solo ni cerrará su oído a su clamor simplemente
porque su fe en él sea débil.
Si fueres infiel, el permanece fiel, el no puede negarse a sí
mismo – 2 Timoteo 2,13-
Mi fe, tu fe, toda la fe debe descansar en la bondad y preocupación
de nuestro Padre celestial; se nos ordena gloriarnos en su amor y en su eterna
bondad.
Mas alabase en esto el que se hubiere de alabar, en entenderme
y conocerme, que yo soy Dios, que hago misericordia, juicio y justicia en la
tierra, porque estas cosas quiero.
Dios ama tanto a sus hijos, que el los oye antes de que
ellos lo llamen. Por esa razón David oró: oye mi voz conforme a tu misericordia;
oh, Dios, vivifícame conforme a tu juicio.
¡hay tantos cristianos que tienen dificultad en comprender
el gran amor de Dios para con ellos! El te ama y viene en tu rescate aun cuando
tu fe es débil, cuando no mereces ninguna respuesta de su parte; todo ello,
debido a su ternura y compasión.
Misericordioso y clemente es Dios, lento para la ira y
grande en misericordia.
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