Kerigma: Con este concepto suele designarse la
proclamación apostólica en los primeros tiempos del
cristianismo. La crítica pone hoy especial esmero en asir su
incidencia y contenido. Se sabe, en efecto, que, tras la
experiencia pentecostal,
los primeros discípulos se lanzaron a
proclamar simplemente sus vivencias personales, caldeadas
éstas por su encuentro con el resucitado. El núcleo de su
predicación no podía ser más sencillo: ¡Jesús ha resucitado! Tal
convicción tuvo fuerza no sólo para sustentar al cristianismo,
sino para introducirlo en los ambientes más adversos, siendo
cada vez más el número de sus adeptos. El único dogma
kerigmático era la resurrección de Jesús. Sobre ésta se
cimentaba la nueva fe.
proclamación apostólica en los primeros tiempos del
cristianismo. La crítica pone hoy especial esmero en asir su
incidencia y contenido. Se sabe, en efecto, que, tras la
experiencia pentecostal,
los primeros discípulos se lanzaron a
proclamar simplemente sus vivencias personales, caldeadas
éstas por su encuentro con el resucitado. El núcleo de su
predicación no podía ser más sencillo: ¡Jesús ha resucitado! Tal
convicción tuvo fuerza no sólo para sustentar al cristianismo,
sino para introducirlo en los ambientes más adversos, siendo
cada vez más el número de sus adeptos. El único dogma
kerigmático era la resurrección de Jesús. Sobre ésta se
cimentaba la nueva fe.
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