Icono: El icono es una representación pictórica, sobre
madera, de Cristo o de alguno de sus misterios, de la Virgen María o de los santos, tal como se acostumbra a realizar en la
tradición del cristianismo oriental. El arte de los iconos surgió
en tiempos muy antiguos, pero en los siglos VIII y IX se vio
combatido por los iconoclastas, que descalificaban como impía
cualquier representación artística de la divinidad o de los
personajes sagrados. Después del triunfo de la ortodoxia contra
la iconoclastia, la pintura de iconos experimentó un auge
considerable, siendo Constantinopla el centro más importante
del arte iconográfico hasta el año 1453, en que desapareció el
imperio bizantino; después, la importancia pasó a otras
escuelas, como la de Creta y, fuera de Grecia, la de Venecia y
la ítalo-bizantina. En cuanto a los iconos pintados en territorio
eslavo, se destacan las escuelas de Kiev y de Novgorod. En la tradición oriental, el icono es un objeto litúrgico, que es
venerado, incensado y llevado procesionalmente durante las
celebraciones, y la teología ortodoxa lo contempla en una
perspectiva sacramental: no sólo es una imagen visible de una
realidad sagrada, sino que contiene sacramentalmente una
presencia de esa misma realidad. El icono es una presencia de
los invisible que brota de la misma materialidad de la imagen.
El arte de los iconos está sujeto a unas reglas precisas que
obedecen a criterios más teológicos que estéticos, de modo que
las formas, las proporciones, los colores están penetrados de un
simbolismo que apunta hacia el misterio de la fe.
madera, de Cristo o de alguno de sus misterios, de la Virgen María o de los santos, tal como se acostumbra a realizar en la
tradición del cristianismo oriental. El arte de los iconos surgió
en tiempos muy antiguos, pero en los siglos VIII y IX se vio
combatido por los iconoclastas, que descalificaban como impía
cualquier representación artística de la divinidad o de los
personajes sagrados. Después del triunfo de la ortodoxia contra
la iconoclastia, la pintura de iconos experimentó un auge
considerable, siendo Constantinopla el centro más importante
del arte iconográfico hasta el año 1453, en que desapareció el
imperio bizantino; después, la importancia pasó a otras
escuelas, como la de Creta y, fuera de Grecia, la de Venecia y
la ítalo-bizantina. En cuanto a los iconos pintados en territorio
eslavo, se destacan las escuelas de Kiev y de Novgorod. En la tradición oriental, el icono es un objeto litúrgico, que es
venerado, incensado y llevado procesionalmente durante las
celebraciones, y la teología ortodoxa lo contempla en una
perspectiva sacramental: no sólo es una imagen visible de una
realidad sagrada, sino que contiene sacramentalmente una
presencia de esa misma realidad. El icono es una presencia de
los invisible que brota de la misma materialidad de la imagen.
El arte de los iconos está sujeto a unas reglas precisas que
obedecen a criterios más teológicos que estéticos, de modo que
las formas, las proporciones, los colores están penetrados de un
simbolismo que apunta hacia el misterio de la fe.
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