Apostolicidad: En la enseñanza de la teología católica actual,
se entiende por apostolicidad la propiedad, merced a la cual la
iglesia conserva, a través de los tiempos, su identidad
fundamental con la iglesia de los apóstoles. Esta apostolicidad
consta de dos componentes esenciales: la apostolicidad de
ministerio y la apostolicidad de vida y doctrina. La primera
consiste en el hecho de la sucesión ininterrumpida de ministros
al frente de las comunidades, mientras que la segunda está
constituida por la conservación de la forma de vida y doctrina
transmitida desde los apóstoles. Por tanto, para que haya
apostolicidad, y más en concreto para que una iglesia se
considere apostólica, no basta que la frente de tal iglesia haya
un obispo; se requiere además que ese obispo conserve la forma de vida y doctrina que nos legaron los apóstoles. Y es
importante destacar que estas dos formas o componentes de la
apostolicidad se han de mantener siempre unidas en la teología
de la apostolicidad y de la sucesión apostólica, como nos consta
sobradamente por la más antigua y la más rica tradición de la
iglesia.
se entiende por apostolicidad la propiedad, merced a la cual la
iglesia conserva, a través de los tiempos, su identidad
fundamental con la iglesia de los apóstoles. Esta apostolicidad
consta de dos componentes esenciales: la apostolicidad de
ministerio y la apostolicidad de vida y doctrina. La primera
consiste en el hecho de la sucesión ininterrumpida de ministros
al frente de las comunidades, mientras que la segunda está
constituida por la conservación de la forma de vida y doctrina
transmitida desde los apóstoles. Por tanto, para que haya
apostolicidad, y más en concreto para que una iglesia se
considere apostólica, no basta que la frente de tal iglesia haya
un obispo; se requiere además que ese obispo conserve la forma de vida y doctrina que nos legaron los apóstoles. Y es
importante destacar que estas dos formas o componentes de la
apostolicidad se han de mantener siempre unidas en la teología
de la apostolicidad y de la sucesión apostólica, como nos consta
sobradamente por la más antigua y la más rica tradición de la
iglesia.
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