Hoy cuelgo esta reflexion del hermano Jose Luis Latorre, porque he encontrado en ella una buena leccion de vida para hacer vida el evangelio. Porque este blog, trata de que asi como sabemos la teoria, es necesario llevar a la practica los conocimientos adquiridos. De nada sirve, ser teoricos, si el testimonio de vida que se da esta divorciado de la fe.
Espero que esta reflexion bien meditada sirva para hacer luz en tu vida.
José Luis
Latorre, cmf
Queridos
amigos:
Marcos
presenta dos signos para expresar la sequedad y la esterilidad de la
religiosidad del pueblo de Israel; signos que expresan la infidelidad del
pueblo elegido a la Alianza con su Dios. Estos signos son: -la higuera que no
tenía frutos cuando Jesús “sintió hambre” y fue a buscar en ella higos para
comer; -la expulsión de los vendedores del templo, que expresa la destrucción
de los ritos vacíos y materialistas del culto judío. Ambos signos ponen de
relieve la falta de fe y verdadera religiosidad. Ya los Profetas habían
denunciado el culto ”vacío” y estéril cuando decían “este pueblo me honra
con los labios pero su corazón está lejos de mí”. Y Jesús incluso “maldice”
la higuera para expresar la sequedad y esterilidad radical de este pueblo
elegido para llevar adelante los planes de Dios.
San Juan
dice: “quien dice que ama a Dios y no cumple sus mandamientos es un mentiroso”;
Santiago “la fe sin obras está muerta”, y “la religión verdadera a los ojos de
Dios es ayudar a las viudas y los huérfanos”. Mateo “por su obras los
conoceréis; un árbol bueno no da frutos malos”. No sirve una religión de solos
rezos, de devociones, de asociaciones religiosas, de movimientos apostólicos…
si no contribuyen a solucionar los problemas de los pobres y marginados. No
basta tampoco dar pan al hambriento, bebida al sediento y vestido al desnudo,
sino trabajamos por la dignificación de estas personas. Como dice el slogan “no
dar solo el pescado, sino enseñar a pescar”. No es suficiente una
caridad asistencial, si no va acompañada de una caridad promocional y de
desarrollo. La verdadera caridad es la que ayuda a las personas a sentirse y
ser personas y miembros activos de la sociedad.
Jesús
curaba, sanaba, perdonaba, defendía a los pobres, es decir practicó una
solidaridad efectiva y eficaz, no de palabras y mero consuelo. Para Jesús
recuperar la dignidad de las personas era lo prioritario y fundamental. Así es
como damos verdadero fruto y ofrecemos un culto agradable a Dios, “en espíritu
y verdad”.
Para no
caer en la sequedad y esterilidad Marcos nos recomienda: la fe sin reservas en
Dios Padre, la oración confiada y el perdón que favorece la comunidad fraterna,
es decir la unión vital con Jesús (“sin mí ustedes no pueden hacer nada”) y la
comunión en la comunidad cristiana (“tenían todos un solo corazón y un alma
sola, y pensaban y sentían todos lo mismo”) y así “entre ellos no había
necesitados porque lo compartían todo”.
José Luis
Latorre, Misionero Claretiano
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