SANANDO LAS HERIDAS
¿Has visto que los perros se lamen las heridas y estas en
vez de sanar empeoran?
Indudablemente que lo has visto, más si te encuentras con
perros callejeros, los pobres que están abandonados, los que personas sin escrúpulos
y olvidándose que son creación de Dios echaron a la calle sin misericordia. Más
de alguna vez te has cruzado con ellos en el transcurrir de tu vida.
Hoy te hablaré sobre las heridas, y mencioné a los los perros para que te hicieras una idea sobre
la manera en que ellos actúan para sanar
la herida.
Cuando tú tienes una
herida de inmediato buscas apoyo, quien te la cure o bien lo haces por ti mismo
buscando un hospital, sanatorio o bien acudes a tu botiquín. Lo importante es
que la herida sane lo antes posible, no solo por su aspecto, sino por el dolor
que implica lo feo que pueda verse o bien para evitar una posible infección.
En el trascurrir de tu vida alguna vez sufriste de una
herida y sabes muy bien a lo que me refiero. Hay heridas superficiales y heridas
profundas que dejan huella pero no dejan de ser heridas. La biblia hace mención
de las heridas y la manera en que nuestros antepasados las curaban.
Veamos el siguiente texto bíblico:
Jeremías 51:8 De
pronto cayó Babilonia y se rompió. Ululad por ella, tomad bálsamo para su
sufrimiento, a ver si sana.
Nuestros antepasados curaban las heridas con bálsamo, por
ello la biblia hace mención en el texto anterior de Babilonia, cae Babilonia y
se ha roto, esto es decir, está herida, llora por ella y toma bálsamo a ver si
se sana y alivia su sufrimiento.
Una herida implica sufrimiento, dolor, lágrimas. Hay heridas
tan profundas que pueden llegar a inmovilizar al individuo. Recuerda en la biblia se mencionan personas heridas, ya sea en batalla o bien por accidente,
o bien por maldad porque se las infringieron adrede, Jesús fue uno de ellos,
herido de muerte, María la madre de Jesús sufrió heridas en su psiquis, nota la
diferencia, unas físicas y otras emocionales, que los bálsamos materiales eran
incapaces de curar, de sanar tan graves heridas infringidas a estos dos
personajes de la historia de la salvación.
Había una ciudad famosa por la calidad de bálsamo, esta
ciudad era la ciudad de Galaad. El bálsamo no es más que resina olorosa que
producen ciertos árboles y algunos arbustos.
Tan preciado era el bálsamo que cuando hacían obsequios, entre estos
algunos regalaban bálsamo, porque sabían muy bien de las propiedades
medicinales que contenía y los importante que era para aliviar y curar las
heridas. Si recuerdas la parábola del buen samaritano, te aseguro que entre los
elementos que había para que el herido curara, había indudablemente una buena
cantidad de bálsamo.
Galaad era una de las
ciudades que exportaba este medicamento por la calidad y la cantidad y muchos pueblos y ciudades comerciaban con
ella este producto.
Con esto deducimos, que si hay una herida también hay una
cura. Pero….
Muchos prefieren como el perro, lamerse su herida y con ello
están empeorando la situación.
Hoy me refiero a las heridas de la psiquis. Estas son
dolorosas, porque dan paso al odio, la venganza, el orgullo, la falta de paz,
causa también baja autoestima y te alejan de Dios. Este tipo de herida marca a
la gran mayoría de personas para toda la vida. Hay quienes se han separado de
sus hijos, hijos que odian a sus padres, esposas que odian a sus maridos y
viceversa, estas heridas que no sanan, son causantes también de que se cometan
asesinatos, que se viva con rencor eterno hacia los que causaron nuestras
heridas.
Probablemente la ciencia las denomine traumas. La religión
las llame incapacidad de perdonar. Todos estamos expuestos a ser heridos,
porque la maldad del mundo es mucha y estamos sujetos a ello. Entre las heridas
que más marca dejan, podríamos mencionar las siguientes:
Maltrato en el hogar proveniente de padres, madres,
familiares cercanos. Falta de amor, bulling, violaciones sexuales y abusos
sexuales. Violencia entre parejas, maltrato físico y psicológico, pobreza o
riqueza, la lista sería larga, pero los traumas sufridos no permiten que demos
lugar a que las heridas sanen.
Muchos, se la lamen la herida con rencores, odios,
venganzas, pero no sanan, otros prefieren huir de la vida y se suicidan, otros
buscan paliar su dolor integrándose a grupos que delinquen y así van buscando
por la vida puertas que abrir, y la mayoría de las veces abren la puerta
equivocada, provocando más dolor y angustia que sanación espiritual.
Si tu eres de las personas que buscan sanar sus heridas por sí
mismo, te digo, te equivocas rotundamente, si buscas sanar tus heridas
alimentando el odio, la venganza, el orgullo te equivocas, si eres de las
personas que están buscando la manera de quitarse la vida, te equivocas, si
eres de las personas que están en grupos fuera de la ley y la moral te equivocas
rotundamente y esto es porque se te ha olvidado que hay un medico, el médico de
médicos, el Señor de señores. Cuyo reino no es de este mundo herido por el
pecado. Busca al médico que tiene el
bálsamo más poderoso que existe y que se
preocupa por ti, porque Él es tu creador, y Él te ama con amor eterno. Las
heridas que has sufrido en el transcurso de tu vida probablemente te hayan
alejado de su amparo, pero te digo, no lo olvides. El envió a su hijo con el
bálsamo más poderoso que existe, el amor. Y él te promete, curar todas tus
heridas, sanar tu corazón y aliviar tus angustias.
Cuando te acerques, cuando le busques, cuando te encuentres
con Él, sentirás que las palabras del Señor cobran vida en ti, porque
aprenderás a perdonar, este amor que ama hasta el extremo del amor será
suficiente y más poderoso que cualquier bálsamo terrenal, porque el perdón es
celestial.
Si estas herido, no te escabullas del amor de Dios, no te
escondas ni te refugies en ti mismo, la parábola del siervo sin entrañas,
culmina con una sabia enseñanza. ESTO MISMO HARÁ CON VOSOTROS MI PADRE
CELESTIAL SI NO PERDONAS DE CORAZON A CADA UNO A VUESTRO HERMANO.
Te digo, es en el corazón donde se ata y desata, no está en
tu mano no sentir la ofensa, el dolor y el sufrimiento causado y olvidarla,
pero en el corazón que se ofrece a Dios cambia la herida en compasión y
purifica la psiquis transformando la ofensa en intercesión.
Ya basta de sufrir, de lamentarse y llorar tu dolor. Si no
perdonas, no sanaras, Jesús el hijo de Dios nos da una gran enseñanza estando
clavado en el madero del sufrimiento cuando dice. PADRE, PERDONALOS PORQUE NO
SABEN LO QUE HACEN. Él que sufrió las heridas más crueles, el suplicio más
infernal, intercedió por los que lo estaban asesinando, imagínate ahora el
dolor de la madre de Jesús, el odio que pudo haber albergado en su corazón y
sin embargo no lo hizo. Te aseguro, que también perdonó y es por ello que hoy
la recordamos en toda su santidad.
Dios está contigo, búscale y sanaran tus heridas.
Leamos lo siguiente donde reforzare con esta parábola lo que
he dicho anteriormente:
Luc 10,30 Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a
Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle,
se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un
sacerdote y, al verle, dio un rodeo.32 De igual modo, un levita que pasaba por
aquel sitio le vio y dio un rodeo.33 Pero un samaritano que iba de camino llegó
junto a él, y al verle tuvo compasión;34 y, acercándose, vendó sus heridas,
echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le
llevó a una posada y cuidó de él.35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se
los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo
pagaré cuando vuelva."
Así de simple es la gracia de Dios. El sana las heridas,
porque en la vida tú no sabes cuando sufrirás y el sufrimiento padecido dejará
huellas en tu psiquis, y quizás llegues a viejo y siempre estarás con la herida
abierta. La misericordia de Dios es basta y abundante, solo falta que tú te
dejes guiar por él.
El pecado también sobreabunda en el mundo y es necesaria una
conversión para acercarse a Dios, los pecadores son tantos que quizás más de
alguna de vez te hayan lastimado, por ello el siguiente texto del catecismo de
la iglesia católica dice:
1848
Como afirma S. Pablo, "donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia" (Rom_5:20). Pero para hacer su obra, la gracia debe
descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos "la
justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Rom_5:20-21).
Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su
palabra y su espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:
La conversión exige la convicción del pecado, y éste, siendo
una verificación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del
hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia
y del amor: "Recibid el Espíritu Santo". Así, pues, en este
"convencer en lo referente al pecado" descubrimos una "doble
dádiva": el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la
redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito (DeV 31). Catecismo de la
iglesia católica.
¿Por qué menciono el
pecado en el numeral anterior? Porque cuando el ser humano no deja que su
herida sane, cae en pecado, porque rumia su dolor, se pelea con Dios y con el
prójimo, da paso en su corazón para albergar el odio y la sed de venganza, así
como el rencor.
Hermano, espero que esta enseñanza te predisponga para
mejorar en tu vida y si hoy tienes heridas que nos has permitido que
cicatricen, acude a Dios, a su hijo, al espíritu santo que el bálsamo que necesitas bajará del cielo y
anidará en tu corazón.
Ahí justo donde te encuentras ahora, abre tu corazón al
Señor, y ora, para que el sane tus heridas.
Señor estoy aquí orando, porque he entendido que lamer mis
heridas solo hace que estas se mantengan frescas, sé muy bien que he albergado
todo sentimiento negativo al perdón y que esto no ha permitido que yo pueda
estar en paz conmigo mismo, con el prójimo y contigo.
Es por ello Señor, que pido que me ayudes a sanar mis
heridas, que seas tú el bálsamo que necesito para logar el perdonar a toda
persona que me ha lastimado. Quiero ser el buen samaritano de la parábola y
sobre todo, quiero dejar en tus manos la justicia. Por ello hoy hago mías las
palabras que tu Hijo enseño, Perdona mis ofensas así como nosotros perdonamos a
los que nos ofenden.
Amén.
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