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05 SACRAMENTO DE LA UNCION


SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Los 7 sacramentos

5ta. Semana

Este es el sacramento en el que muy pocos creen. Es el sacramento al cual muy pocos se acercan, a no ser que estén agonizando en su lecho de muerte. Es el sacramento que menos se busca por fe. Y me atrevo a decir, es el sacramento que menos publicidad tiene.

Todos hablan del bautismo y se acercan a este sacramento. Todos hablan de la confirmación y todos hablan del sacramento de la eucaristía y creen en el. Pero, así como se acercan al sacramento de reconciliación para sanar el espíritu, hay que acercarse al sacramento de la unción de enfermos para sanar el cuerpo.

La Biblia narra el poder de la unción por fe en la sanación de los enfermos, Jesús con su saliva ungió al ciego y este sano. Los apóstoles en la carta de Santiago si no me equivoco dice y habla del poder de la unción para con los enfermos, ¿Qué falta? Te lo digo ahora mismo ¡FE!

¿Por qué se enferma el ser humano? Recuerda que el ser humano fue creado para vivir eternamente. Peco y con ello entro la muerte. Es por ello que el ser humano enferma a veces hasta morir a causa del pecado que vino a corromper la armonía existencial del ser humano. Es por ello que desde que Adán tenía que proveerse con el sudor de su frente y Eva parir con dolor la enfermedad y el sufrimiento empezaron. Desde ese momento el hombre al abandonar el Paraíso se vuelve vulnerable, débil y esta sujeto a la corrupción del cuerpo. Entonces se puede decir que la enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas mas graves que aquejan a la vida humana. Extendiéndose a toda la creación viviente.

Lo extraordinario de la enfermedad es que el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Pregúntale al enfermo de cáncer Terminal, pregúntale al sidoso, pregúntale al que padece problemas graves del corazón y así pregúntale a todos aquellos que están en los hospitales, donde ven de cerca el sufrimiento, la agonía y la muerte. Pregúntales sobre el orgullo, la avaricia, el egoísmo, el odio y sobre Dios. Las respuestas te sorprenderán porque saben muy bien, que su enfermedad les hace entrever la muerte.

Cuando se habla de enfermedad se puede hablar también de milagros. Las sagradas escrituras hablan sobre ello, ejemplos abundan y veremos algunos con el transcurrir de la catequesis. Puedo decir que hay milagros por misericordia de Dios, donde El interviene sin que se le pida. También los hay por petición del propio enfermo, otros serán por intersesión de segundas personas y otros sin la intervención propia de El como el caso de la mujer que sufría de sangrado vaginal. Todos los milagros fueron de sanación, que es cuando el enfermo se aferra a la posibilidad de un milagro. Sin embargo como dije anteriormente es en lo que menos cree la gran mayoría, pero, la minoría lo ha experimentado y también han dejado testimonio de ello en muchos templos. Si eres observador@, veras en muchos templos plaquetas o plaquitas de agradecimiento a determinad@ sant@, a la Virgen o a Jesús por los favores recibidos que no son mas que milagros.

Este sacramento de la unción, es el testimonio de la existencia de Dios, porque se obran milagros de sanación. También te digo que la enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue de si mismo, veces incluso a la desesperación y en el peor de los casos a la rebelión contra Dios. Porque se considera a Dios culpable de tu enfermedad o de la enfermedad de los tuyos. Puede también hacer a la persona mas madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia y mayoría de las veces el enfermo empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a El, porque el enfermo descubre que todavía hay una esperanza, esperanza en Dios.

Pocas veces el que esta sano, busca a Dios y probablemente tu fuiste uno de ellos o eres uno que nunca lo ha buscado. El enfermo se presenta ante Dios con todas sus miserias, dolores, angustias, miedos descubriendo que es débil y que de todo lo que se vanagloriaba no es más que vanidad. Veamos algo de ello en el antiguo testamento.

El hombre del antiguo testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad lee el salmo 38. Al leerlo te darás cuenta que de Dios que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación, lee Isaías 38.

La enfermedad puede ser un camino a la conversión. Talvez tu tengas noticias de alguien que fue sanado y gracias a ello tuvo un encuentro personal con el Señor, lo mismo que le sucedió a Job. ¿Esperas tú por ventura una grave enfermedad para encontrarte con el Señor? Job aparentemente hacia todo lo agradable a Dios, analiza muy bien esa historia y descubrirás porque te digo hasta que tuvo su encuentro personal con el Señor.

Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios, según su ley, devuelve la vida. Pensaban en un Dios esclavizante cuando no es así, lo que esclaviza es el pecado, no Dios, lo que si es cierto es que Dios devuelve la vida: YO EL SEÑOR SOY EL QUE TE SANA Ex 15,26. El profeta Isaías entreve que el sufrimiento puede tener también un sentido redentor por los pecados de los demás. Isaías 53,11. Finalmente Isaías anuncia que Dios hará venir un tiempo para Sion en que perdonara toda falta y CURARA toda enfermedad. Is 33,24. Te aseguro que aquí entra el sacramento de la reconciliación y el sacramento de la unción.

Como todo en la vida tú tienes que hacer tu parte, te toca lo mínimo, siendo tu parte la Fe. Ciertamente hay casos de sanación donde no interviene la fe del enfermo, sino la fe de los que interceden por El.

Ciertamente te digo, por medio de este sacramento se obran milagros, interviene la fe, la oración y la voluntad de Dios. Pedro sano por Fe, Jesús sano a muchos sin que se le pidieran porque era voluntad de El el hacerlo, muchos oraron y sanaron. Jesús muchas veces intervino por la fe de las personas, El mismo oro y la voluntad del Padre se manifestó.

Te digo lo siguiente, la resurrección de Jesús glorifica el nombre de Dios Salvador Jn 12,28 porque de AHORA EN ADELANTE, el nombre de Jesús es el que se manifiesta en plenitud el poder soberano del NOMBRE QUE ESTA SOBRE TODO NOMBRE. Los espíritus malignos temen su Nombre Cf. Hec 16,16-18;19,13-16 y en su nombre los discípulos de Jesús HACEN MILAGROS Mc 16,17 porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, el se lo concede Cf. Jn 15,16

Jesús acompaña sus palabras con numerosos MILAGROS, PRODIGIOS Y SIGNOS que manifiestan que el Reino esta presente en El. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado Lc 7,18-23 y sigue haciendo milagros, por medio del sacramento de la unción de los enfermos, ciertamente no es el único medio pero si el principal para este menester. ¿Lo crees?

Cada milagro que se da actualmente es un signo de que Jesús esta presente tal y como lo prometió, ello te invita a creer en Jesús, ¿sabes tu cuantos milagros se dan a diario al rededor del mundo? ¡No lo sabes! Jesús concede lo que le piden a los que acuden a el con fe Mc. 5,25-34 por tanto, los milagros fortalecen la fe en aquel que hace las obras de su Padre, y esto es para seguir testimoniando la presencia de Dios en el mundo. También los milagros pueden ser ocasión de escándalo y de dudas lee Mateo 11,6, aun realizando milagros hoy en día JESÚS ES RECHAZADO POR MUCHOS, te vuelvo a remitir a las plaquetas que están en los templos, si contactas a algunos de los que recibieron favores, te explicaran cosas que ni imaginas, que no creerás, y que te moverán a escándalo como le sucede a muchos sacerdotes.

En lo personal creo que el milagro más grande es la liberación de los hombres y mujeres de la esclavitud del pecado. Te recuerdo que hay milagros que obran espiritualmente, otros físicamente y otros materiales, como la multiplicación de los panes, el agua que se vuelve vino. Físicos el hombre de la mano tullida, los leprosos. Espirituales la conversión de Mateo, Zaqueo, María de Magdala.

Muchas veces se dice que Cristo es el medico de médicos ¿Realmente lo crees? Muchas veces se ora pidiendo sanación, pero se ora sin fe, muchos se acercan al sacramento pero sin fe. ¿Y cuantos imponen manos a otros y así mismos para sanar? ¿Acaso cuando hay un sacerdote o laico que tiene el don de poder sanar hay escepticismo a cerca de ello? ¿Dudan? ¿Cómo sanaran si no creen? Te digo que hoy en día hay cada vez menos fe, la razón, el materialismo, el hedonismo esta penetrando en las mismas estructuras de la Iglesia. Cristo es medico, el tuvo compasión hacia los enfermos y curo a dolientes de toda clase, donde la ciencia y la medicina eran incapaces, lee Mateo 4,24 estas curaciones son un signo maravilloso de que DIOS HA VISITADO A SU PUEBLO y te digo, que aun esta entre nosotros y que por medio de sacramento tiene poder para curar, El reino de Dios persiste en la Iglesia y esta cerca de ti. Jesús no solamente tiene poder para curarte, sino también para perdonar tus pecados, el viene a ti en los sacramentos a curarte entero, alma, cuerpo y espíritu, el es el medico que necesitas. Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos ESTUVE ENFERMO Y ME VISITASTEIS Mt. 25,36. Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia los que sufren en su cuerpo y en su alma. Los evangelios narran acontecimientos de sanación, te recomiendo la lectura de ellos, para que descubras la verdad del sacramento de la unción de los enfermos.

Hay una palabra que se escribe con 2 letras, el significado de dicha palabra es poderoso ¿sabes cual es? La palabra es FE. A menudo Jesús pide a los enfermos que crean: JESÚS LE DIJO: HIJA POR TU FE HAS SIDO SANADA. VETE TRANQUILA Y CURADA YA DE TU ENFERMEDAD. Mc. 5,34

PERO JESÚS, SIN HACER CASO DE ELLOS, LE DIJO AL JEFE DE LA SINAGOGA: NO TENGAS MIEDO, CREE SOLAMENTE Mc. 5,36

JESÚS LE DIJO: ¿Cómo QUE SI PUEDES? ¡TODO ES POSIBLE PARA EL QUE CREE! Mc 9,23

Se sirve de signos para curar: la saliva e imposición de manos Cf. Mc 7,32-36; 8,22-25 barro y ablución Cf. Jn 9,6ss Los enfermos trataban de tocarlo Cf. Mc 1,41; 3,10;6,56 PUES SALIA DE EL UNA FUERZA QUE LOS CURABA TODOS Lc. 6,19 Así, en los sacramentos Cristo continua TOCÁNDOTE para sanarte. ¿Lo crees? Además si analizas lo antes expuesto encontraras varios sacramentos implícitamente, la saliva igual unción, imposición de manos igual efusión del Espíritu Santo y el elemento infaltable FE. Dos letras que encierran mucho y que es necesario creer al acercarse a dicho sacramento porque es como si el mismo Jesús te estuviese tocando para sanarte. No te estoy diciendo que este sacramento es mágico, recuerda que también interviene la voluntad de Dios, porque el sabe que es lo mejor para cada quien. Lo que si te digo es que si tienes fe y es la voluntad de Dios sanarte, no dudes en que lo hará.

Recuerda algo muy importante, la enfermedad es una consecuencia del pecado, el que padece de alguna enfermedad venérea es porque o cometió adulterio, fornico o lo hizo contra natura. El que fuma tabaco, puede desarrollar cáncer, esta es la consecuencia de no respetar el templo de Dios. Así que Jesús se ha conmovido por tantos sufrimientos, el no solo se deja tocar por el enfermo, sino que hace suyas sus miserias. Tú lo puedes tocar en el sacramento de la unción. El toma tus flaquezas y carga con tus enfermedades. También te digo que El no curo a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una curación más radical, la victoria sobre el pecado y la muerte. Talvez tú recuerdas la película Ben Hur, en ella se da la curación de 2 leprosas, esto se dio cuando el protagonista cree en Jesús, si tú supieras lo mucho que puede hacer un poco de fe ¡te sorprenderías!, seria bueno que escuchases el canto que dice: Si tú tuvieras fe como un granito de mostaza….. o bien aquel otro que dice: una mirada de fe, una mirada de fe es la que puede salvar al pecador…. Y algunos otros que tu sabes, te recomiendo que busques lecturas que hablen sobre la fe, solo así lograras entender este sacramento, que lamentablemente aun habiendo sacerdotes que administran dicho sacramento ¡no creen!

Cuando te enfermas sufres… Job te cuenta sobre ello, el hasta llego a maldecir el día que nació, así es la desesperación ante el sufrimiento de la enfermedad, así es la impotencia que experimentas y sabes que puedes estar muriendo. Pues bien. Cristo por su pasión y muerte en la cruz, dio un sentido nuevo al sufrimiento, desde entonces este nos configura con El nos une a su pasión redentora.

¿Crees tú como sacerdote o como laico que Jesús te envía a sanar a los enfermos? ¿O pesa más tu razonamiento ante la fe? ¿Crees tu que estas enfermo que el sacerdote o el laico es un enviado de Jesús para tu sanación? ¿O tu incredulidad es mas que la fe?

Te digo, Cristo te invita como discípulo suyo que eres a seguirle tomando a su vez su cruz. Siguiéndole en la fe adquirirás una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús te asocia a su vida pobre y humilde, ingredientes necesarios por así decir para ser verdaderamente discipul@ de El. El te hace participar de su MINISTERIO de compasión y de CURACION, pon atención a lo que dice Marcos 6,12-13 Y, yéndose de allí, predicaron que se CONVIRTIERAN, expulsaban a muchos DEMONIOS, y UNGIAN CON ACEITE a muchos ENFERMOS y los CURABAN. El mismo poder que tenían sus discípulos de aquel entonces, es el poder que tú tienes para curar a los enfermos, sobre todo tú como sacerdote que tienes en tus manos el aceite consagrado para la unción. Jesús esta vivo, ha resucitado, el con su resurrección te ha renovado el envió, esto no lo digo yo, lo dice la palabra de Dios en Marcos 6,12-13 EN MI NOMBRE… IMPONDRAN LAS MANOS SOBRE LOS ENFERMOS Y SE PONDRAN BIEN. Esto dicho por El se confirma con los signos que la Iglesia realiza invocando su nombre Hc 9,34; 14,3 este signo esta mas que presente en el SACRAMENTO DE LA UNCION, es para los que creen, es para los que no vacilan en la fe y son como niños, es para los que creen QUE JESUS SANA.

¿Crees en los dones del espíritu santo?, te recomiendo leer nuevamente la catequesis que habla sobre los dones del Espíritu Santo. Pues bien, este Espíritu da a algunos un carisma especial de curación 1Corintios 12,9 UNOS RECIBEN FE POR MEDIO DEL MISMO ESPIRITU, Y OTROS RECIBEN EL DON DE CURAR ENFERMOS. Ahora pon atención a lo siguiente: 1Corintios 12,28 DIOS HA QUERIDO QUE EN LA IGLESIA HAYA, EN PRIMER LUGAR APOSTOLES, EN SEGUNDO LUGAR PROFETAS, EN TERCER LUGAR MAESTROS, LUEGO PERSONAS QUE HACEN MILAGROS, Y OTRAS QUE CURAN ENFERMOS, O QUE AYUDAN, O QUE DIRIGEN, O QUE HABLAN EN LENGUAS Ahora pon atención a lo siguiente 1Corintios 12,30 NI TODOS TIENEN PODER PARA CURAR ENFERMOS. TAMPOCO TODOS HABLAN EN LENGUAS, NI TODOS SABEN INTERPRETARLAS. ¿Entonces, por que cuando hay un ungido sacerdote o laico para sanar por imposición de manos se escandalizan? ¿Por qué dudan? ¿Por qué lo desprecian? ¿Por qué lo tachan de impostor diciendo como los fariseos y sacerdotes de la ley SOLO DIOS TIENE PODER PARA CURAR? ¿Acaso no sabes que estas manifestaciones son manifestaciones que demuestran la fuerza de la gracia del resucitado?

No quiero que te pierdas en lo dicho, tampoco quiero que pienses que este sacramento es mágico te digo, que sin embargo, ni siquiera las oraciones mas fervorosas obtienen la curación de todas las enfermedades. Hay que aprender como San Pablo aprendió del Señor que MI GRACIA TE BASTA, QUE MI FUERZA SE MUESTRA PERFECTA EN LA FLAQUEZA 2Co 12,9, y que los sufrimientos que tengo que padecer, tienen como sentido lo siguiente: COMPLETO EN MI CARNE LO QUE FALTA A LAS TRIBULACIONES DE CRISTO, A FAVOR DE SU CUERPO, QUE ES LA IGLESIA Col 1,24

Independientemente de lo que se piense u objete acerca de los milagros sobre la sanación de los enfermos hay una orden que viene de los alto ¡SANAD A LOS ENFERMOS! Mt 10,8 Si alguien te dice abre la puerta, te una llave para que lo hagas es decir te da la herramienta, el sacramento de la unción es la herramienta dejada por Jesús a la Iglesia con ayuda del Espíritu Santo. Esta orden no es solamente para el orden jerárquico, es para los laicos, porque jerarquía y seculares somos iglesia. Veamos que es un milagro:

Se llama milagro a un hecho sensible sin explicación natural que solo la OMNIPOTENCIA divina puede realizar. Recuerda que los apóstoles realizaron milagros y muchos santos después de los 12, Dios obro por medio de ellos. El milagro que nos ocupa aquí es el de sanación, recuerda que la ciencia y fe conjuntamente realizan milagros. ¿Para que sirven los milagros? Te digo, refuerzan la fe en Dios. Manifiestan la providencia divina que cuida la vida espiritual de sus hijos.

¡Sanad a los enfermos!, tú tienes el poder que Dios te ha dado. ¡Úsalo! Te lo digo a ti sacerdote, religios@ de cualquier orden. Que tus conocimientos teológicos no te aparten de la fe, que la razón no domine tu fe. Cuando la ciencia no puede, Dios puede. Lo lamentable es que se recurre a la fe sin fe, se recurre como cuando se frota la lámpara maravillosa y que salga el genio y que nos cumpla nuestros deseos. No es así. Te digo, la iglesia HA RECIBIDO ESTA TAREA DEL SEÑOR e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, y de esto tu tienes conocimiento, puesto que hay muchas ordenes religiosas que velan por los enfermos, sin lucro. También la iglesia ora intercediendo, tú lo haces. Así como oras, impón manos a los enfermos que si tienen fe los resultados serán los menos esperados. La iglesia de la cual tú eres miembro cree en la presencia VIVIFICANTE DE CRISTO, MEDICO DE ALMAS y CUERPOS. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos de la Eucaristía y de la unción.

La Iglesia cree en el rito apostólico a favor de los enfermos, atestiguado por Santiago: ¿ESTA ENFERMO ALGUNO DE VOSOTROS? LLAME A LOS PRISBETEROS DE LA IGLESIA, QUE OREN SOBRE EL Y LE UNJAN CON OLEO EN EL NOMBRE DEL SEÑOR. Y LA ORACION DE LA FE SALVARA AL ENFERMO, Y EL SEÑOR HARA QUE SE LEVANTE, Y SI HUBIERA COMETIDO PECADOS, LE SERAN PERDONADOS. Cf. Santiago 5,14-15

Presbíteros se puede traducir por ancianos, recuerda que los ancianos son aquellos que llevan vida de santidad no ancianos por edad. Óleo es igual a aceite, en este caso es necesario consagrar el aceite, símbolo del espíritu santo. La oración de la fe igual a que si oran con fe, tanto administrador como el enfermo, la promesa esta dictada.

Si tú realmente supieras el valor de este sacramento, te digo… ¡creerías sin más! Con todo lo anterior no pongo en tela de duda la eficacia de la ciencia medica, instrumento que Dios a permitido para curación y esto ya es un milagro, Dios bendiga a los médicos, enfermer@s, auxiliares y todos aquell@ que trabajan en los hospitales.

TÚ ERES IGLESIA, y por ello crees y confiesas que, entre los siete sacramentos, existe un sacramento especialmente destinado a reconfortar y sanar a los atribulados por la enfermedad, LA UNCION DE LOS ENFERMOS.

Los sacramentos no son invento del hombre, son signos amparados en la palabra de Dios, siendo así que esta unción santa de los enfermos fue instituida por Cristo nuestro Señor como un sacramento del Nuevo Testamento, verdadero y propiamente dicho, insinuado por Marcos: ‘’También expulsaron muchos demonios, Y CURARON A MUCHOS ENFERMOS PONIENDOLES ACEITE’’ 6,13 siendo así que es recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, apóstol y hermano el Señor.

Como te dije anteriormente este sacramento no se debe aplicar solamente a los moribundos. NO ES UN SACRAMENTO SOLO PARA AQUELLOS QUE ESTAN A PUNTO DE MORIR. Es necesario recibirlo cuando el enfermo empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez. Si el enfermo recupera la salud por medio de la unción, puede en caso de nueva enfermedad grave volver a recibirlo. También es apropiado recibirlo antes de una operación quirúrgica y el presbítero no puede negar este derecho.

También te digo que los sacerdotes son ministros de la UNCION DE LOS ENFERMOS. Es deber de ellos instruirte sobre los beneficios de este sacramento. Tú si sabes de alguien enfermo debes animarlo a llamar al sacerdote para recibir este sacramento.

Teniendo tu conocimiento en base a esta catequesis creo en lo personal que lo resta de tu parte es tener FE. Sin fe no hay efecto, salvo casos especiales donde actúa la misericordia divina. Lo dije anteriormente.

Para ampliar aun más, que los que creen pueden tener el carisma de la sanación, dejo documentación extraída de Internet sobre el P. Tardif, expongo esto para tu creas sobre los dones del espíritu santo, para que tú te animes también a crear o pertenecer a un ministerio de sanación. Como bien sabes hay ministerios de evangelización, ancianos, jóvenes, etc. ¿Dónde esta el ministerio de sanación?, que no es lo mismo que un ministerio para enfermos. Lee bien y concluye con tu lógica, y luego revísalo a la luz de la fe.

Entrevista con el Padre Emiliano Tardif


Jesús es el Mesías

Fuente: www.panamundo.com

¿Usted hace milagros?

Un día. un periodista de Colombia me hizo exactamente la misma pregunta. Yo le conteste: "No, nada de eso. La cosa es muy sencilla: yo oro y Jesús sana". Al día siguiente, el saco un artículo en el diario que se titulaba: “El Padre Tardif ora y Jesús sana" . Cuando vi. el periódico exclamé: "¡Por fin un periodista entiende lo que es esto!". El don de sanación es para los demás, no para uno mismo. A veces yo me he enfermado, y si el don de sanación fuera para mí mismo, yo me impondría las manos sobre la cabeza, oraría y quedaría sanado, pero no es así. Durante un retiro de fin de semana para 200 latinos en Arizona el Señor sanó a muchos enfermos, incluso de enfermedades muy importantes, sobre todo de artritis y parálisis. A las dos de la tarde del domingo yo tenía una fiebre muy alta. Me había resfriado y con dificultad alcancé a dar mi último tema.

Terminado el retiro tuve que ir a acostarme durante día y medio. Yo decía: "Si el don de sanación fuera para provecho propio, me impondría las manos y me sanaría de una vez para salir de esta cama". Pero el Señor me enseñó nuevamente que no soy yo el que sana sino El.

Cuéntenos una sanación que le haya traído la atención por algo en particular.

Yo le voy a contar varias que muestran el buen humor de nuestro Dios. En 1984 estaba predicando un retiro en la ciudad de Monterrey. Durante la Eucaristía era muy difícil repartir la Comunión, ya que los pasillos estaban atestados de gente. Ayudado por unos guardianes me encaminé a la parte trasera. Cuando pasaba por en medio de la multitud, y algunas personas me querían tocar y otros hasta me pedían que les hiciera oración en ese momento, yo pensaba: "Pero si Jesús los puede curar, no sé para que buscan al Padre Emiliano..."

En medio de tanta gente vi. a una señora con ojos llorosos, que llevaba un pequeñito en sus brazos. El niño me miraba con ternura. Yo me acordé de aquel paralítico de la piscina de Bezata (Juan 5), que no podía entrar al agua milagrosa porque no tenía quién le ayudara. Entonces me acerqué al niño y le di un beso. El se sonrió y yo seguí repartiendo la Comunión. Ordinariamente no doy besos a la hora de repartir la Comunión, pero en ese momento sentí el deseo y lo hice... Al día siguiente la señora se puso de pie en el micrófono delante de toda la multitud, y dijo: "Ayer, a la hora de la Comunión, el Padre Emiliano pasó cerca de nosotros. De pronto, se detuvo y le dio un beso a mi hijito, que tiene dos años y estaba completamente sordo. Quiero darle gloria a Dios porque desde ayer mi hijo ha comenzado a escuchar. Dios lo ha sanado. Gloria a Su nombre!". A partir de ese momento se me complicó la existencia. Todo el mundo quería que lo besara; pero yo les decía: "No, los besos son nada mas para los niños. Las señoras vayan a que las bese su esposo". Sin embargo, la enseñanza fue muy valiosa. Yo no sané a nadie. El beso, por más signo de amor que fuera, no era capaz de sanar ni un dolor de cabeza. Lo que pasó es que llevaba a Jesús en mis manos, y fue Jesús mismo quien sano a este pequeñito que estaba sordo.

Yo soy simplemente como el burro que lleva a Jesús, y por eso Él sigue sanando a los enfermos. Lo peor seria fijarse en el asno y no en el que va montado en sus lomos. El día que seamos conscientes de que somos portadores de Cristo Jesús, ese día se va a transformar nuestro ministerio; ya no hablaremos tanto de Jesús, sino que le dejaremos actuar con todo su poder. La forma de sanar de Jesús es tan extraña, que no puedo omitir lo que pasó en Monte Maria, donde cada domingo se reúnen más de 50,000 personas para la celebración de la Eucaristía, en donde el Padre Gilberto Gómez hace la oración por los enfermos. En una de estas celebraciones, el asta de la bandera del Vaticano se cayó y golpeó a una persona que caminaba torcida, tirándola al suelo. Todo el mundo se apenó al ver cómo aquel tubo tan grande y pesado fue a caer precisamente sobre una persona enferma. Para sorpresa de todo mundo, el enfermo se levantó por su propio pie.

El tubo le había enderezado la columna. Hasta el día de hoy, camina con normalidad. Los caminos de Dios están cargados de buen humor. A veces Dios nos sana con un beso, a veces con un tubazo.

¿Cuál es el principal obstáculo para recibir carismas?

Yo creo que el miedo a perder nuestra reputación. Los carismas son una cruz y muchos no están dispuestos a llevarla. El ejercicio de algunos carismas provoca que muchos nos juzguen locos, que otros se burlen y no pocos nos desprecien o persigan. Mientras no estemos dispuestos a morir a nosotros mismos, aun a costa de nuestros privilegios y renombre, no recibiremos estos carismas. Recuerdo muy bien a un párroco vecino que se burlaba de los carismáticos, y en sus homilías dominicales aseguraba que los que hablaban en lenguas era porque les faltaban vitaminas... Hay muchos que tienen problemas. No le dan espacio al Espíritu para que se mueva libremente. Lo quieren encajonar en moldes preestablecidos y no lo dejan volar con libertad del viento que sopla como quiere. Los que tienen problemas con sus micrófonos es porque son demasiado cuidadosos de lo que los demás opinen. Si fuéramos menos celosos de nuestra reputación, estaríamos más abiertos al Espíritu Santo. El miedo a hacer el ridículo nos impide abrirnos a los carismas del Espíritu. Los carismas ciertamente son humillantes. Nos llevan a la cruz.

Por eso muchos les temen y otros los rechazan. Se acaban los horarios de descansos y se recortan las horas de sueño. Por otro lado, la reputación no crece, sino que uno se vuelve blanco de burlas, criticas y sarcasmos... pero en el fondo todo eso se sobrelleva, siempre y cuando no tengan problemas con los micrófonos.

Mucha gente cree que el Padre Emiliano Tardif es un santo, ¿qué opina usted?

Yo me río de todo eso. A veces, cuando estoy solo y me voy a acostar en la noche, digo: "Si supieran quién soy yo, se quedarían más tranquilos". No he dejado de ser un cura de pueblo en una islita perdida en el Mar Caribe. Nunca puedo pensar que soy más que el burro que lleva a Jesús. Yo bien sé que cuando me visten de reconocimiento y me ponen mantos en el suelo, es porque le dan la bienvenida al Jesús que yo porto. Y cuando ya lo llevé a mí me regresan otra vez a mi corral; y al retornar, no hay mantos de flores ni reconocimientos: entro en el santuario de mi ser y digo: "¡Señor, qué grande eres Tú!". Este regreso del burro a su casa es lo que nos mantiene en la humildad. La soledad y el estar frente a frente de Jesús no nos permite engañarnos. Cuando me arrodillo y recito las maravillas de Dios en los Salmos, pienso que si la gente conociera más a Dios, se fijaría menos en nosotros. Mi comunidad sabe que no soy santo, pero que sí anhelo llegar a serlo. Es una vocación de todos los bautizados. Pero equivocadamente pensamos que un santo es sólo una persona cuya imagen colocan en un altar o que realiza milagros.

Para mí ser santo es mucho más que eso: es ser como Jesús. ¿Quién no quiere ser santo? Es más, desde mi bautismo, al ser enraizado en la muerte y resurrección de Cristo Jesús, ya llevo el germen de santidad por el don del Espíritu que me ha sido otorgado gratuitamente, sin ningún mérito de mi parte.

El don de sanación no es signo de santidad, es un don gratuito. Si lo pongo al servicio de los enfermos con paciencia y con amor, puede ayudar a santificarme, porque es puro ejercicio de la caridad, y a veces muy pesado. Un día alguien me dijo: "Emiliano, no te da miedo que la gente te canonice en vida por tanto milagro?" Yo le conteste: 'Prefiero que me crean un santo a que me crean un bandolero".

Y ¿qué siente cuando la gente no se sana?

Me da compasión, pero no siento que se les quite nada. Insisto en que Jesús nunca ha dicho que se sanarían todos los enfermos, sino que nos daría signos para acompañar la evangelización. Las curaciones son signos que acompañan el anuncio del Evangelio, pero no es necesario que se sane todo el mundo, para que se crea en la Palabra de Dios.

Extraído del Libro "Manual del Laico para el Ministerio de Sanación" del autor

Rev. Robert De Grandis S.S.J.

Yo soy la vid, ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él,

produce mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada" (Jn. 15:5).

Se dice que San Francisco Javier enseñó a los niños en India a orar y sanar a

los enfermos. Después de haber sido sanados, eran traídos ante él y éste les

explicaba lo que había ocurrido. Se dice también que Vicente Ferrer, el

Dominico, resucitó más gente de la tumba que Jesús. Estas personas no fueron

más perfectas de lo que somos nosotros y todos estamos habilitados por el

mismo Espíritu Santo que reside dentro de cada uno de nosotros. Se supone

que podemos hacer obras más grandes que Jesús, "...pero les digo: el que cree

en mí hará las mismas cosas que yo hago y aún hará cosas mayores" (Jn.

14:12).

Las siguientes son unas guías que a veces denomino "mandamientos". Pueden

ser de utilidad en tus esfuerzos de orar por la sanación de las demás.

1. Cree que Dios, por lo general, quiere que todos los hombres estén sanos,

saludables, íntegros en cuerpo, mente y espíritu.

"Cuando Jesús bajó del monte, lo siguió mucha gente. Un leproso vino a

arrodillarse delante de él y le dijo: Señor, si quieres, tú puedes limpiarme.

Jesús alargó la mano, lo tocó y le dijo: ¡Lo quiero, queda limpio! (Mt. 8:1-3).

En este pasaje bíblico tomado de la Biblia de Jerusalén hay admiración al final

de la contestación dada por Jesús. Por un momento, imagínense el tono de la

voz de Jesús diciendo: "Por supuesto, ¿no se fijaron en lo que les estaba

diciendo a las personas allí en el camino? No se fijaron en lo que hice ayer y

ahora me preguntan: ¿Quiero sanarlos? Por supuesto que sí. ¡Sanaos!"

Esta historia, tomada del Evangelio, ilustra convincentemente el deseo de

Jesús de sanar a todo aquel que viniera a El. Está escrita cuatro veces en los

Evangelios: Jesús quería que todo aquel que viniera a El fuera sanado; Mateo

8:16, Mateo 12:15, Lucas 4:40, Lucas 6:19. Las mismas obras que Jesús

realizó, las comisionó a sus apóstoles y discípulos. Nunca los envió

únicamente a predicar, todo lo contrario. Siempre dijo: "Prediquen la Palabra y

sanen al enfermo". En mi opinión, la predicación y la sanación son

inseparables.

Jesús dio a sus apóstoles las siguientes instrucciones: No vayan a tierras

extranjeras ni entren en ciudades de los samaritanos, sino que primero vayan

en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Mientras vayan

caminando, proclamen que el Reino de Dios se ha acercado. Sanen enfermos,

resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Den gratuitamente,

puesto que recibieron gratuitamente" (Mt 10:5-8). Nuestra misión, hoy día, es

como fue la de los apóstoles en su época, convertirnos en seguidores de Jesús.

Como católicos hemos aceptado abiertamente la invitación de ser testigos de

Jesús, hacer sus obras ahora como El las hubiera hecho, a través del poder del


sacramento de la confirmación. Por lo tanto, ahora que tú empiezas a orar por

los enfermos y a leer el Nuevo Testamento prestando especial atención a la

sanación, puedes preguntarte: ¿Dónde he estado todos estos años? Los

Evangelios claramente expresan lo que Jesús dijo: "Prediquen el Evangelio y

sanen a los enfermos".

En el libro Sanación de Francis MacNutt hay un capítulo sobre sanación que

recomiendo leer a todos. "El mensaje fundamental de la cristiandad: Jesús

salva". MacNutt dice que el mensaje del Evangelio es que Jesús salva y los

domingos cuando el sacerdote o predicador está en el púlpito, debe predicar

precisamente esto. Este simple mensaje puede ser enseñado, bien sea por la

palabra hablada o dada, o por la comprensión que la gente derive a través de la

sanación. Creo que Jesús concibió ambas cosas.

Cuando Kathryn Kuhlman vino a Mobile, Alabama en 1975, las entradas se

agotaron. De hecho, hubo mucha gente que se quedó sin entrar. Por la misma

época se presentó también en Mobile otro evangelista, un excelente orador y

quien contaba con una enorme campaña publicitaria, pero que no contó con la

cantidad de público que fue a escuchar a Kathryn Kuhlman. El único método

que utilizó fue el de la predicación mientran que Kathryn usó la predicación y

la sanación. Siempre que se han utilizado la predicación y la sanación, los

ofrecimientos de Jesús, los auditorios donde se han llevado a cabo las

presentaciones no han tenido la capacidad suficiente para albergar a toda la

gente que ha querido acudir. Esto ha ocurrido en muchas ocasiones.

En mi propio ministerio tuve la misma experiencia recientemente cuando

estaba en unos retiros espirituales en Brasil con sacerdotes, religiosas y laicos.

La noticia de que se estaban llevando a cabo unos retiros espirituales de

sanación se esparció por todos los vecindarios. Las puertas del lugar donde se

desarrollaban los retiros fueron colmadas por personas provenientes de toda la

región que querían asistir. ¿Por qué? Porque hay una atracción natural hacia la

sanación. Esta atracción fue evidente también en la época de Jesús, cuando

leemos que era seguido por multitudes. Todos necesitamos sanación, de una

forma o de otra, porque seguimos siendo personas con necesidades.

Algunos teólogos afirman que el Señor no sana a la gente enferma de hoy

porque esto era solamente para las personas del siglo primero. Sin embargo, en

estas épocas modernas podemos ver claramente como la gente común y

corriente tiene, en cierto sentido, un entendimiento más profundo del Señor, y

visitan santuarios para hallar sanación, o siguen a predicadores, o acuden a la

última aparición de Nuestra Santísima Madre para ser sanados. Personalmente,

no tengo nada en contra de tomar un avión para ir a Lourdes, claro que el

ochenta por ciento de los cristianos hoy en día no puede costearse este lujo, y

la cristiandad no es sólo ese veinte por ciento que puede saltar a un avión e ir a

santuarios o a lugares santos. La cristiandad está siempre a disposición de

todos los hombres sin importar su raza, y el poder de sanación de Jesucristo

está donde haya un cristiano, donde haya una apertura al poder sanador del

Señor Jesucristo.

Mi método total de sanación se basa en la idea de que la sanación es "una


respuesta a la oración", opinión que ha sido objetada por algunas personas.

Otros la ubican en la comunidad. Esto está bien ya que queremos darle

importancia a la comunidad. Si podemos creer en el amor que el Señor nos

tiene, entonces, El va a actuar a través de nosotros, que somos sus

instrumentos, para darnos la respuesta a nuestra oración. Yo creo que Jesús,

por lo general, quiere que todos los hombres sean sanados, porque El prometió

darnos signos. "Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi

nombre(...) pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán (Mc 16:17-

18). Este relato bíblico refleja la actitud de Jesús sobre la sanación, fue

resaltado, utilizado y vivido entre los primeros cristianos y cuyo poder nos fue

dado a nosotros por el Evangelio según San Marcos.

En cada sanación existen cuatro factores: la persona que ora, la persona por la

que se ora, la oración que se dice y la fe de la comunidad. Mencionaré aquí

brevemente el cuarto factor. ¿Cuánta fe tenemos dentro de la comunidad

católica para alcanzar la sanación? Hago siempre énfasis en la fe de la

comunidad porque la experiencia me ha mostrado lo importante que es. Por

ejemplo, estando en Birmingham, Alabama, una mujer que había pertenecido a

la iglesia pentecostal antes de ser católica, me dijo un día algo con respecto a

sus experiencias de sanación: "Padre, cada vez que nos enfermábamos, como

miembros de la Iglesia pentecostal, acudían los ancianos y el ministro, nos

ungían y nos sanaban en cada oportunidad. Nunca supe lo que era ir a donde el

doctor. Hacíamos lo que la Biblia indica: El que esté enfermo, que llame a los

presbíteros de la Iglesia para que rueguen por él, ungiéndolo con aceite en el

Nombre del Señor (Stgo. 5:14).

Esta mujer me hizo reflexionar sobre la fe de la comunidad que oró por ella.

Concluí lo siguiente: Empezamos a orar por sanación y no nos sorprendamos

si nuestras oraciones son contestadas. La comunidad entera, a diario, crece en

afirmación y experiencia a medida que extiende la mano y ora por la sanación

de los enfermos. La experiencia es supremamente importante ya que la

mayoría de nosotros duda como Santo Tomás, y necesitamos ver la sanación

para creer. Es triste decirlo, pero no espero que la mayoría de los católicos

crean en la sanación sino hasta que la vean debido a la fuerte resistencia que

tienen. Ellos la buscan en santuarios, lugares santos, y rezando novenas.

Una de las mejores experiencias de fe en mi vida ha sido la cruzada de

Kathryn Kuhlman, en la que fui testigo de 100 sanaciones en Pittsburg. Mi

experiencia personal hizo crecer mi fe. Algunas personas están haciendo un

seguimiento a estas cruzadas de sanación argumentando que la gente no es en

realidad sanada, sino solo aparentemente. A mi modo de ver lo que pasa es que

cuando las personas salen de las sesiones de sanación, la fe y el amor retornan

a sus comunidades negativas en donde no hay amor, paz o alegría, sino solo

rabia, frustración y culpa. Estos últimos síntomas empiezan a aflorar de nuevo

y los que habían sanado se enferman de nuevo porque el ambiente donde viven

no cambia.

En la cátedra de "oración de sanación", llevada a cabo en Mobile, Alabama, la

gente entraba a la cafetería donde se estaban dando las clases, y los que tenían

un dolor físico dejaban de sentirlo. Podían sentarse por dos horas en la clase


sin experimentar ningún tipo de dolor, sintiéndose maravillosamente, pero

cuando abandonaban la cafetería, el dolor regresaba. ¿Por qué? La fe de la

comunidad es muy importante en toda el área de sanación y ciertamente uno

de los factores primordiales.

"Señor Jesús, sé que deseas que todos te amemos en forma completa y que

estemos totalmente bien para que podamos orar y alabar. Permite que el

Espíritu Santo se manifieste hoy y que nos enseñe la verdad de que Tú

realmente nos quieres saludables en cuerpo, mente y espíritu. Aumenta hoy

nuestra fe como comunidad para creer en tu amor sanador".

2. Recibe los sacramentos tan frecuentemente como te sea posible para

lograr la sanación.

Nuestro Señor Jesús dio su vida por los hombres de todas las épocas. Para

continuar con su trabajo de redención y de santificación a través de los

tiempos, dio a la Iglesia los siete sacramentos con el fin de moldearnos,

llenarnos, usarnos y fundirnos. Básicamente, gracias a los sacramentos, el

hombre se sana.

El teólogo Donald Gelpi S.J., escribió lo siguiente en su libro La piedad

pentecostal: "Pero los católicos no pueden redescubrir el propósito de estos

sacramentos de manera significativa a menos que estén plenamente

convencidos de que estos poseen un don efectivo de sanación. Esto,

simplemente, significa que no podemos desechar o desdeñar más la sanación

por la fe practicada por muchos de nuestros hermanos no católicos".

Por el contrario, debemos entender su verdadero significado y lugar en la vida

de cada comunidad cristiana. Debemos también contemplar el ministerio

sacramental de la sanación como una parte integrante de las vocaciones

sacerdotales. Y debemos llegar a un entendimiento teológico sólido de la

relación entre un ministerio sacramental y un ministerio caristmático de la

sanación.

Como católicos, el centro de nuestra vida espiritual es la misa, la Eucaristía.

Durante la celebración de la misa encontramos oraciones maravillosas para

curar la mente, el cuerpo y el espíritu. En la plegaria del Padre Nuestro

encontramos una súplica: "Líbranos de todo mal". Ya que el hombre es un

todo -cuerpo, mente y espíritu- no susceptible de separación, entiendo que ésta

es una solicitud de protección contra el mal físico, psicológico y espiritual.

En la oración que el sacerdote dice a la congregación: "La paz del Señor esté

siempre con vosotros", Cristo está presente en su gente. Esto significa

repetidamente la paz total del hombre: cuerpo, mente y espíritu. Si alguien

tiene un dolor intenso durante la Eucaristía, es dificil entender cómo puede

estar en paz y permanecer dispuesto a recibir lo que Jesús le está ofreciendo.

La paz es armonía de mente, cuerpo y espíritu que se traduce en tranquilidad.

Ciertamente, las personas que se aproximaron a Jesús para ser curados


sintieron esta paz dentro de ellas, y las experiencias de los que hoy se

encuentran en el ministerio de la sanación tienden a estar de acuerdo con que

la sanación le brinda al hombre una sensación de paz no conocida

anteriormente. Por consiguiente, la misa es la oportunidad perfecta y natural de

acercarse al Señor si se está sufriendo de falta de arreglo interior y se busca la

paz del Señor.

La segunda oración antes de la comunión: "Señor Jesucristo, con fe en tu amor

y en tu misericordia, como de tu cuerpo y bebo de tu sangre, no me condenes

sino dame salud en mente y cuerpo", es una referencia directa a la sanación sin

requisitos. Los sacerdotes harían bien en llamar la atención de los fieles.

Ciertamente se ayudaría a muchas más personas si llegaran a la Eucaristía con

la gran convicción de fe que el Señor Jesucristo las sanará. Si no decimos estas

oraciones con un gran convencimiento, perdemos mucho del poder de

sanación que nos brinda la misa.

Todos hemos repetido esta oración antes de la sagrada comunión: "Señor, no

soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para

sanarme". Pero ¿cuántos han reflexionado realmente sobre esta súplica? Esta

es una magnífica oportunidad de mostrar al Señor nuestra necesidad de

sanación y de esperar que, así como El se entregó por nosotros, nos dé un don

menor, como es la sanación total del hombre.

El Reino de Dios está sobre nosotros y en la misa nos damos cuenta de su

presencia en forma muy profunda. Este es el momento para los frutos del

Reino, uno de ellos es la integridad, la cual debe ser hecha y recibida por el

creyente.

Hemos recibido los sacramentos como ayuda para lograr la sanación, Dios

tocando al hombre, el hombre tocando a Dios. "Extiende la mano y toca a Dios

cuando El pasa", como dice la canción. Esto es lo que ocurre en los

sacramentos: Jesús desciende y nos toca. Recíbelos con la confianza de recibir

la sanación.

"Señor Jesús, tócanos y sánanos hoy. Renueva dentro de cada uno de nosotros

nuestro compromiso de recibir tu amor sanador que nos es dado en los

sacramentos".

3. Ora por el enfermo tantas veces como te sea posible

Aparentemente, entre más oremos con el enfermo, más relajada y profunda se

vuelve la oración. Si éste es el caso, es valioso orar por él tantas veces como

sea posible. Así como existen barreras a la sanación, el enfermo tiene barreras

también y entre más se ore por él, más receptivo se volverá y más barreras se

removerán, permitiendo que el amor de Dios fluya libremente.

Generalmente, cuando las familias me traen a sus enfermos, les digo: "Oren

por ellos tres veces al día: en la mañana, al mediodía y en la noche. Impongan


las manos sobre ellos por lo menos tres veces al día. Oren tantas veces como

les sea posible, especialmente por los enfermos que hay en casa ya que se

consiguen muchas más cosas de las que se creen mediante la oración". Raras

veces oramos demasiado por los enfermos. El peligro está en que oramos muy

poco, no lo contrario. Es imperativo que nunca dejemos de orar, sin importar

que tanto lo hayamos hecho con nuestros enfermos antes. Jesús es el modelo

que debemos seguir ya que El dedicó mucho tiempo de su vida a la oración.

Nosotros mismos estamos recibiendo la sanación cuando oramos por los

enfermos. Estamos creciendo en amor, fe y confianza. Este crecimiento,

además de justificar nuestra preocupación por la sanación de los enfermos,

debe justificar una frecuente oración. Por lo tanto, sea constante y ore por los

enfermos tantas veces como le sea posible.

"Señor Jesús, fortalécenos y haznos alcanzar la fe. Pon tus manos sobre los

enfermos sabiendo que tu deseo de sanación es más fuerte que el nuestro. Al

seguir tu ejemplo, Jesús, ayúdanos a percibir las necesidades de tu pueblo y a

ayudar con compasión. Gracias, Jesús".

4. Ten confianza en el amor de Jesús para la sanación del enfermo

Cuando la mayoría de los laicos se ve ante la posibilidad de orar por otras

personas para pedir sanación, se sienten temerosas porque se creen carentes de

la suficiente fe. La fe personal de la mayoría se vuelve un nudo, incluso la de

aquellas personas que han estado orando durante muchos años por los

enfermos. El Señor sólo nos pide que tengamos fe como un grano de mostaza.

Es aconsejable poner toda nuestra atención en Jesús, haciendo énfasis en el

Señor y no en nuestra propia fe. Al poner nuestra fe en el amor de Jesús

durante la oración, podemos orar de la siguiente manera: "Señor, tú amas a

esta persona. Yo estoy aquí para canalizar tu amor y creo y confío en tu amor".

Luego, si es posible, visualice a Jesús allí de pie con sus manos sobre la

persona por la que se está orando; pídale a ella que haga también esta

visualización. La visualización es muy importante en el ministerio de la

sanación porque ayuda a enfocarnos en Jesús y no en la fe suya o en la de la

persona por la que se está orando.

El don carismático de la sanación, como yo lo entiendo, es una apertura, una

"pasividad" hacia el Señor. No lo puede encender y apagar. Inclusive si usted

se siente como un tubo oxidado, el amor del Señor puede fluir a través suyo.

El agua cristalina corre por tubos oxidados. Por esto, cuando se les enseña a

los niños a orar, ocurren milagros. Los niños no tienen los complejos de los

adultos. Hace algunos años, un grupo de misioneros en el Africa tradujo el

Evangelio de San Juan a la lengua nativa del lugar antes de que fueran

expulsados por el gobierno. Al regreso de los misioneros años más tarde, estos

se quedaron atónitos al ver que los enfermos de las diversas poblaciones

estaban sanos. Atribuyeron esto al hecho de que la gente estaba leyendo el

Evangelio de San Juan, a que creían de todo corazón en lo que leían y a que

vivían la vida cristiana escrita en el Evangelio. Esto dice mucho de cómo obra


la fe en los niños y en las personas simples.: sencillamente creen. Niños de

tres, cuatro, cinco años de edad han dicho: "Déjame orar por tí" Los niños oran

y después corren a jugar. Poco después la mamá está sorprendida porque se

sanó. En repetidas ocasiones he escuchado esta historia. Los chicos no han

sido educados en teología. El Evangelio de Jesús siempre ha sido para todos

los hombres sin distingos de raza, y es relativamente fácil de seguir. No es sólo

para los intelectuales o los teólogos, es para todo aquel que esté abierto a El.

Hoy en día, muchos jóvenes se están adhiriendo a sectas religiosas orientales,

situación que nos preocupa. Para sus seguidores, el atractivo de estas sectas

religiosas parece radicar en que éstas profesan la garantía de un conocimiento

profundo que conlleva a la felicidad. Puedes ir a la cima de una montaña y

sentarte con un gurú y aprender los secretos de todos los tiempos, así dicen.

Sin embargo, ¿no tiene sentido que tú tengas el Evangelio de Jesús que enseña

a entregarse y a enlodarse los pies y ayudar al pobre, o te permite encerrarte en

un armario y alcanzar la más alta contemplación? La cristiandad es,

ciertamente, la religión más realista. Jesús tenía los pies en la tierra aunque

pasó noches enteras orando en las montañas. Ya que profesamos la fe

cristiana, sea en lo más alto de una montaña o en las calles de Calcuta o en las

ciudades donde vivimos, cree en el amor de Jesús acompañándolo, confía en el

amor del Señor para sanar. "No se turben; ustedes creen en Dios, crean

también en mí" (Jn. 14:1).

"Señor Jesús, creemos en tu amor y creemos en tí, pero existen momentos en

que estamos pensando sólo en nosotros. En estos momentos, cuando nuestra fe

se tambalea, ayúdanos a centrar de nuevo nuestra atención en tí y en tu amor.

Quédate con nosotros, Jesús, dondequiera que estemos, para traernos de

regreso a tu luz sanadora".

5. Pon tus manos sobre la persona cuando sea razonablemente posible

Existe una comunicación especial cuando tocamos a alguien con amor. Si no

lo crees, pregunta a una joven pareja de enamorados que van por la calle con

las manos entrelazadas y diles que no es necesario que se tomen de las manos.

Ellos te contestarán: "Usted no sabe lo que se siente". Existe, definitivamente,

una comunicación por el tacto, porque es una manera no verbal de transmitir

amor.

Aquellas personas, en el ministerio de la sanación, que han orado imponiendo

sus manos, pueden dar fe de su poder. Muchos han sentido calor o alguna otra

sensación como vibraciones cuando lo hacen. Es natural que cuando nos

encontramos con alguien le estrechamos la mano. Ya que el tacto es un gesto

natural de comunicación para transmitir nuestro amor y nuestra preocupación,

grandes cosas parecen ocurrir cuando combinamos oración e imposición de

manos.

El Nuevo Testamento cita muchos ejemplos de imposición de manos hecha

por Jesús y por sus discípulos. Jesús sabía del valor de la imposición de


manos.

"Entonces trajeron a Jesús algunos niños, para que les impusiera las manos y

rezara por ellos" (Mt. 19:13).

"Jesús alargó la mano, lo tocó y le dijo: Lo quiero, quedas limpio" (Mt. 8:3).

"Había ido Jesús a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama, con

fiebre. Jesús la tomó de la mano y le pasó la fiebre" (Mt. 8:15).

"Le rogaba: Mi hija está agonizando; ven, pon tus manos sobre ella para que

sane y viva" (Mc 5:23).

"Tomando la mano de la niña, le dijo: Talita Kum, que quiere decir: Niña, a tí

te lo digo: levántate. Y ella se levantó al instante y empezó a corretear" (Mc.

5:41-42).

"Al verla Jesús, la llamó. Luego le dijo: Mujer, quedas libre de tu mal. Y le

impuso las manos. Y ese mismo momento ella se enderezó, alabando a Dios"

(Lc. 13:12-13).

"Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: Hermano Saulo,

el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha

enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo. Al

instante fue como si le cayeran escamas de los ojos y pudo ver (Hechos 9:17).

Nosotros, como discípulos de Jesús, también somos enviados por El para

comunicar su amor a través de la imposición de manos en la búsqueda de la

sanación. "Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre (...)

impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán" (Mc. 16:17).

"Jesús, cuando oramos por otros en tu Nombre te pedimos que uses nuestras

manos como si fueran las tuyas para alcanzar y tocar a aquellos por quienes

oramos. Permite que el Espíritu Santo actúe a través de nosotros hoy,

especialmente cuando oramos por los miembros de nuestras familias o

comunidad. Gracias Jesús por tu amor sanador que fluye a través de mí en este

momento".

6. Pongamos nuestras vidas en las manos de Jesús

En la medida en que nos entreguemos más a Jesús, El vivirá más dentro de

nosotros y más podrá actuar a través de nosotros. ¿No es acaso esto lo que es

la vida cristiana, un total abandono en las manos del Señor? Nosotros

cantamos, "A donde me lleves te seguiré", y esto es tan cierto como que

tenemos que seguir a Jesús tan cerca y sinceramente como podamos.

Debemos recordar siempre que somos "sanadores divididos". No existe nadie

que sea verdaderamente completo en todos los sentidos, es decir, en mente,

cuerpo y espíritu. Algunos se excusan: Bien, no puedo orar por los demás

porque yo mismo tengo demasiados problemas... Recuerde que somos

sanadores divididos y cuanto más sirvamos de canal al Espíritu Santo, más

sanación tendremos y más efectiva será nuestra intermediación.

El don del Espíritu Santo dentro de nosotros parece ser una apertura continua,

de manera que cuando El quiera actuar a través de nosotros lo pueda hacer. De


esto se trata. "Y ahora no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gál. 2:20). Se

trata de estar en total unión con Cristo en su Espíritu Santo. Esta es la luz de

Cristo que brilla a través de nosotros.

Una de las formas en que más podemos ponernos en las manos del Señor es

por medio de la alabanza. Podemos entregarnos más a Dios si lo alabamos en

este momento, sin importar nuestra situación. Si pierde el camino de regreso a

casa una noche cualquiera, debe orar y alabar a Dios. Si al salir de una reunión

de sanación se da cuenta que su grabadora portátil no está funcionando, alabe a

Dios. La alabanza es una hermosa forma de espiritualidad porque se mezcla de

manera perfecta con lo que hemos aprendido, que es el don de ser capaces de

vivir en el momento presente.

Debemos recordar siempre que Jesús es el sanador y que "...sin mí no pueden

hacer nada" (Jn. 15:5). Somos únicamente el canal que El escoge. Su Espíritu

actuará con mayor libertad a través de una oración profunda a la vida, una

alabanza y una constante dependencia de El.

"Jesús, aumenta mi dependencia en tí a medida que mi entrega se hacer mayor

por el poder de la oración y de la alabanza en mi vida diaria. Me entrego a ti en

forma completa y te pido que tu Espíritu me llene de luz y permita que cada

parte de mi mente sea iluminada. A tí Señor Jesús, el poder y la gloria por

siempre jamás".

7. Perdona a todos los que te han ofendido o herido

La falta de perdón es una de las pocas cosas que son una verdadera barrera

para lograr la sanación. Algunos dirían que la falta de fe es lo más, pero la

experiencia que tengo en mi propio ministerio me ha demostrado que la falta

de perdón es el obstáculo más común. Muchas, veces, personas de poca fe son

sanadas por la inmensa fe de la comunidad, pero si la persona por la que se

está orando alberga falta de perdón, no se sanará hasta que haya perdonado del

todo. El poder sanador del Señor Jesucristo no puede penetrar debido a la falta

de perdón. "Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los

hombres, también el Padre celestial los perdonará. En cambio si no perdonan

las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes" (Mt.

6:14-15).

La gente nunca está segura de haber perdonado. Frecuentemente me

preguntan: ¿cómo se sabe que uno perdonó del todo? Siempre respondo:

Cuando ore por la persona que lo ofendió o hirió, puede estar absolutamente

seguro de que fue perdonado porque al orar por ella, se está pidiendo al Señor

que le brinde a esta persona bondad y cosas buenas. Amar es desear lo que

más le convenga al otro y hacer lo que razonablemente se puede para brindarle

felicidad y cosas buenas. Las definiciones de amor y oración en estas

circunstancias son paralelas: en la oración se pide lo que más convenga y en el

amor se desea lo mejor. Por lo tanto, cuando oramos por una persona, nuestra

oración se convierte en manifestación de amor en acción. Lo repito una vez


más, una vez que hayamos orado por alguien sinceramente, podemos estar

seguros de que la hemos perdonado en un acto de voluntad. ¡El perdón es

decisión, no sentimiento!.

Es la decisión de perdonar la que te libera y te redime, y esto es todo lo que el

Señor te pide.

"Jesús, ayúdame a amar y a orar por aquellos que me han herido porque

conozco tu amor y los perdono incondicionalmente así como tú me has

perdonado. Dejo bajo tu luz sanadora cualquier resentimiento o falta de perdón

que albergue hacia ellos. Elevo una oración en este momento por la persona

que más me haya ofendido en la vida y te pido que colmes de bendiciones su

vida. Te agradezco el haberme liberado del mal de la falta de perdón".

8. Ora por quienes te han herido

Cree en las palabras de Jesús, "Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen

a la puerta y les abrirán" (Mt. 7:7). La sanación no es otra coas que un

ministerio de oración y fe, y el Señor lo dice claramente en las Escrituras.

Como dije con anterioridad, cuando oramos por una persona se puede estar

razonablemente seguro de que estamos amando y haciendo lo mejor que

podemos. Le pedimos al Señor que le brinde bienestar en su vida. Si después

de haber orado por alguien todavía sentimos dolor, podemos pedirle al Señor

que sane este sentimiento. Un método para eliminar los sentimientos negativos

es visualizar a la persona en nuestra mente y verla como Dios la ve. Decimos:

"Te perdono y te amo porque Jesús te ama". Podemos repetir esto cuantas

veces sea necesario y tan despacio como sea posible para permitir que el amor

de Nuestro Señor Jesús se haga presente y sature a esta persona.

Eventualmente, se producirá un verdadero cambio en nuestros sentimientos y

actitudes hacia la persona por quien estamos orando.

Durante mis clases de oración de sanación en la Diócesis de Mobile, Alabama,

iniciada hace muchos años, la gente me pedía que continuara después del curso

de seis semanas porque apenas empezaban a entender el Nuevo Testamento

bajo una nueva perspectiva. Sus mentes habían sido iluminadas por medio del

ministerio de la oración de sanación. Esto ocurrió en 1974 y el curso todavía

existe. Había un promedio de 250 personas por curso; mitad católicos, mitad

no católicos. A los tímidos católicos se les enseñó la oración de sanación y

contaron después como no salían de su asombro al ver las sanaciones que

estaban ocurriendo, en la medida que ampliaban su oración pidiendo por su

familia y otras personas. La sanación ocurrirá durante la oración porque ésta es

la voluntad del Señor Jesucristo. "La súplica del justo tiene mucho poder..."

(Stgo. 5:16). "Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus

enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen,

rueguen por los que los maltratan" (Lc. 6:27-28)


"Jesús, a veces, mes es dificil orar por aquellos que me han herido o han

abusado de mi ya que estoy concentrado en mi dolor y no en tí ni en el amor

que prodigas tanto a mí, como a ellos. Ayúdame, Jesús, en la ardua lucha que

libro en estos momentos y libera dentro de mí, por el poder de tu Espíritu

Santo, la gracia de orar por ellos como tú lo harías. Gracias por tu luz y tu

amor en este momento".

9. Cree en las palabras de Jesús sin poner atención a lo que parece estar

sucediendo

"Jesús le contestó: En verdad les digo: si tienen realmente fe y no vacilan, no

solamente harán lo que acabo de hacer con la higuera, sino que dirán a ese

cerro: Quítate de ahí y échate al mar, y así sucederá. Todo lo que pidan con

una oración llena de fe, lo conseguirán". (Mt. 21:21-22) Desde la montaña

estamos haciendo que sucedan cosas. ¿significa esto, literalmente que

debemos mover montañas, o podría significar mover las montañas de maldad,

falta de amor, falta de fe, ansiedad, miedo, frustración, bronquitis, artritis, pies

y espaldas doloridos? Estas son las montañas de mal que tenemos en nuestras

vidas por las que podemos orar y decir: ¡Deseparezcan en el Nombre del

Señor! ¡Láncense al mar!

Es cierto, el Señor ha prometido honrar las plegarias de los fieles. Cuando

oremos, depositemos toda nuestra confianza en la Palabra del Señor. Inclusive

si aún después de haber orado no vemos un cambio inmediato, debemos

aferrarnos a las promesas de Cristo. Mientras más nos saturemos con las

palabras de Jesús en las Escrituras, más fe tendremos dentro de nosotros y más

capaces seremos de pedir sanación.

"Jesús, me aferro y confío en tí y en tus palabras como aparecen en las

Escrituras. Que tu amor sanador fluya de mí hacia los demás así como creo en

tu deseo de que todos disfrutemos de tu vida en abundancia. Te pido que me

uses como instrumento de tu amor sanador, hoy".

10. Alaba y da gracias a Jesús por su amor tantas veces como te sea

posible

Es imperativo que alabemos y demos gracias al Señor por todas las cosas: por

la oración contestada y por la que no. Más alabemos y demos gracias al Señor,

con mayor perfección pondremos en práctica el primer gran mandamiento:

"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu

fuerza..." (Lc. 10:27).

A medida que abrimos nuestros corazones y mentes en alabanza al Señor, nos

estamos abriendo a su poder sanador. La mayoría de estas personas gasta su

vida lamentándose de sus problemas, dolores y sufrimientos. Están tan

absortas en sus dificultades que éstas se convierten en el centro de su oración

cuando este lugar debe ser ocupado por el Señor. Cuando alabamos y damos

gracias a Dios, hacemos de Jesús el centro de nuestra oración y nos apartamos


de nuestro centro. A medida que apartamos la vista de nosotros y la volvemos

hacia el Señor, El se manifiesta de manera extraordinaria. Cuando alabamos al

Señor, le estamos dedicando nuestra atención y, olvidándonos de nosotros, nos

volvemos más receptivos a lo que El tiene para darnos.

Cuando una persona recibe oraciones de sanación, la podemos invitar a una

reunión y pedirle que de gracias y alabe al Señor por el trabajo que el Espíritu

Santo está haciendo dentro de ella. De esta manera, la persona se apresta a

recibir la sanación que probablemente ya se está llevando a cabo.

Recomiendo los libros escritos por Merlín Carothers, Campo de Alabanza, El

poder de la Alabanza y Respuestas a la Alabanza, con el fin de llevar a cabo un

excelente estudio sobre la alabanza en nuestras vidas. Estos libros son lectura

obligatoria para todo cristiano, especialmente para quienes están en el

ministerio de la sanación. Ha sido una herramienta invaluable en mi propio

ministerio.

"Padre celestial, te damos gracias y te alabamos por el hermoso don que nos

has dado en Jesús y por el maravilloso poder que existe cuando abrimos

nuestros corazones en la oración. Señor, te pido que todos te alabemos y te

demos gracias siempre y en todo lugar. Te pido que te alabemos y te demos

gracias sin importar las circunstancias por las que estemos pasando, y que tu

amor nos llene en abundancia. Que cuando estemos sufriendo alguna pena o

apretando los dientes, podamos ser capaces de alabarte sabiendo que todas las

cosas funcionan para aquellos que amas. Pido que tu amor sanador fluya en

nosotros y que las áreas difíciles de nuestra existencia sean sanadas,

especialmente la de la autoestima. Que podamos aprender a amarnos para

poder amarte y amar a los demás.

Te damos gracias y te alabamos, Jesús, por el trabajo que estás realizando

dentro de nosotros en este momento. Amén".

Ahora hablemos un poco sobre el ministerio de Sanacion, para ello dejo el siguiente articulo tomado de Internet:

MINISTERIO DE SANACIÓN

Un hombre, enfermo, hacía treinta y ocho años que estaba junto a la piscina Bezatá, esperando entrar en la piscina cuando las aguas se moviesen y ser curado. "Jesús, lo vio echado y, sabiendo que llevaba mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres curarte? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que, al agitarse el agua, me meta en la piscina". (Jn. 5, 6-7)¡Cuantos enfermos, hoy día, podrían repetir a Jesús la misma queja! El enfermo, más que nadie, necesita que le ayuden a encontrar a Jesús, que es quien sana. El ministerio de sanación responde a esta llamada y a esta necesidad. Este ministerio no es fácil ni es apto para todos; se necesitan ciertas "aptitudes", conforme a los carismas que Dios distribuye para que sirvamos a la comunidad.El Señor necesita de personas que, llenas de la misericordia y la compasión de Jesús, se entreguen a los más necesitados, siendo canales abiertos del amor de Dios. El Señor necesita de personas entregadas que se acerquen a los enfermos y oren por ellos, bien directamente, bien en el más estricto anonimato.Hay que saber de antemano, que este ministerio conlleva mucha delicadeza y rectitud de criterio y al mismo tiempo saber que no siempre es bien entendido y comprendido por los demás. No es de extrañar; también Jesús tuvo mucho oposición cuando lo ejercía y los apóstoles Pedro y Juan fueron perseguidos, arrestados y encarcelados por haber curado a un cojo, en el nombre de Jesús. "Es muy importante aclarar que una cosa es el ministerio de sanación y otra cosa es el carisma de sanación. El ministerio no es otra cosa que poner en práctica el carisma. Por el bautismo todos tenemos este don. El Señor Jesús dijo: Todo el que crea en mí, imponga las manos sobre los enfermos y se sanarán. (Mc. 16,18) Sin embargo no todos tenemos el ministerio. San Pablo dice: Dios ha dado cargos especiales a algunos en la Iglesia: en primer lugar, los apóstoles... después los que sanan enfermos... ¿tienen todos poder para sanar enfermos? (1 Cor. 18, 30)." (P. Darío Betancourt. Seminario de Sanación)¿Quiénes pueden ejercer el ministerio de sanación?.Los sacerdotes y médicos tienen el carisma de sanación en plenitud y sin límites. Los laicos lo tienen limitado. Los esposos lo tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus hijos y familia.Los laicos pueden ejercitarlo también para ciertos casos, siempre que sean discernidos por los pastores y confirmados por la comunidad. Pueden darse casos de laicos a quienes Dios llama al ejercicio de la sanación en plenitud y sin límites; éstos no son mucho.Otro punto muy importante del ministerio de sanación lo tenemos en la Palabra de Dios, en la parábola del Samaritano. Un hombre está gravemente herido y abandonado. Un sacerdote lo vio, y pasó de largo. Un levita lo vio, y pasó de largo. Un samaritano lo vio, y se conmovió sin mirar la clase y condición del herido. Pero el samaritano no se queda en la mera compasión; él actúa en la medida de sus posibilidades y no escatima ni siquiera medios materiales. Pone todo su corazón y se puede afirmar que se da a sí mismo.La parábola es narrada por Jesús y es para nosotros. Toda persona en el ministerio de sanación debe tener la actitud del samaritano; actitud que solo se puede conseguir siendo sensible al sufrimiento ajeno y sintiendo en la propia carne la misericordia y compasión de Jesús hacia los hombres.Para profundizar en las actitudes que se requieren en el ministerio de sanación creemos muy útil y necesario copiar un resumen de la enseñanza de Philippe Madre en el Seminario de Sanación de San Giovanni Rotondo (1995) y publicado en el nº 41 de la revista Nuevo Pentecostés.

LA SANTIDAD EN EL MINISTERIO DE SANACIÓN.

La santidad de vida ayuda al anuncio de salvación y a la intercesión por los enfermos. Hay personas muy heridas que necesitan un encuentro profundo con el médico espiritual santo. Necesitan este encuentro las personas que han sufrido abortos. El acompañamiento a los que van a morir del SIDA exige carismas de sanación y santidad. Estos carismas de sanación con santidad se pueden dar a personas aisladas o a todo un grupo o equipo.

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Marta Robin, mujer de Dios, que llevaba en su corazón a la Renovación y a los enfermos, me dijo que había que atreverse a pedir a Dios grandes cosas, porque pronto vendría la hora de Dios para hacer milagros. El carisma de curación está en la Iglesia. Es un don gratuito, que no santifica al que lo ejerce. Cuando el don se repite va convirtiéndose en ministerio de curación. La exigencia de la propia santificación es el lugar para vivir este ministerio de curación, - interna o externa -, que está vinculado a nuestra vida y a nuestro crecimiento espiritual y se debe vivir con la sabiduría y el discernimiento de Dios para que tenga más frutos.

Seis puntos de reflexión

1° Punto: Es necesario vivir santamente este ministerio con una vida contemplativa e interiorizada. No hay evangelización que dure si no se funda en un cimiento contemplativo. Hay que tomar tiempo para estar a solas con Dios y escuchar lo que nos dice y a dónde nos llevan las mociones de su Espíritu. Esto es muy importante para la calidad de los ministerios carismáticos, que sin la atención a las mociones del espíritu, decaen.

2° Punto: El que ejerce el ministerio de curación necesita una comunidad de hermanos y hermanas que oren con él.

El carisma no madura en ministerio sin el apoyo de los hermanos en la fe.

3º Punto: Se requiere también en el ministerio de curación el apoyo de la vida sacramental. La Eucaristía y la Reconciliación han de convertirse en celebraciones evangelizadoras de la vida de Jesús, que se nos da y nos santifica.

Punto: El que ejerce un ministerio de sanación necesita de un guía espiritual, que le asesore en los momentos de lucha espiritual.

Hay cinco tentaciones principales ligadas al ministerio de sanación:

    1. Tentación de orgullo, porque nos atribuimos lo que Dios realiza a través de nuestra acción humana.
    2. Tentación de desaliento. Es muy cansado este ministerio, tiene fracasos aparentes y se cae en la tentación de abandonar. Entonces también necesitamos un guía espiritual.
    3. Tentación de ejercer dominio espiritual sobre el enfermo, tanto al actuar como médico o como sanador. Hay que respetar al enfermo sin someterlo a nosotros.
    4. Tentación de voluntarismo espiritual. Queremos que Dios cure sin atender verdaderamente a lo que Dios quiere hacer en ese momento concreto.
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1. Tentación de relación afectiva-emocional con el enfermo. Así, se paraliza la acción primordial de Espíritu Santo y se termina cayendo en una relación afectiva desordenada. La presencia de un guía espiritual ayuda a evitar estas tentaciones .

.Punto: Vivir en el amor a Jesús y a su Palabra no sólo ayuda a nuestra santidad, sino que fomenta carismas relacionados con el ministerio de sanación.

.6°y último Punto: El don de fuerza del Espíritu Santo nos lleva a mayor unión con Jesús; pero también nos fortalece para el combate espiritual en el ministerio de curación. Es importante pasar de la intercesión a la compasión, acogiendo al Espíritu en nosotros para que nos ponga en comunicación con el enfermo, nos haga crecer en el amor y trasmita alivio a los enfermos.

.Vivamos, pues santamente el ministerio de sanación.

Te digo, el sacramento esta reservado a los presbíteros, el carisma de sanación es para todos, incluyendo jerarquía y los laicos. Tú como laico te manifiestas por medio de los diferentes movimientos existentes en la iglesia. Es por ello que te dejo lo siguiente:

LOS MOVIMIENTOS LAICALES AYER Y HOY
(Historia de la labor apostólica de los laicos en la Iglesia)
Pbro. Adolfo Galeano OFM

Si hay algo que evidencie la acción incesante del Espíritu Santo y que muestre su manera de actuar en la Iglesia, es la presencia de los movimientos laicales a todo lo largo de su historia. Este fenómeno carismático destaca uno de los aspectos esencialmente constitutivos de lo que ella es.

1. Los movimientos laicales como realidad carismática.

La Iglesia tiene una doble dimensión constitutiva: ella es un pueblo dotado de instituciones visibles, organizativas y jerárquicas, pero también está enriquecida por realidades carismáticas. En otras palabras, la Iglesia es institución de Cristo y acontecimiento pneumatológico, porque el Espíritu esta siempre presente en ella creando y suscitando realidades nuevas que la vivifican y la embellecen. Ahora bien, la característica de todo lo auténticamente carismático, es decir, de todo lo que viene del Espíritu, es que no se opone a lo institucional sino que acoge la comunión y se integra a ella. Pues el Espíritu que actúa en la Iglesia es el Espíritu de Cristo.

Esta ha sido en la historia una de las señales más claras para discernir si un determinado movimiento viene del Espíritu de Dios o no, así mismo la integración en la comunión de lo carismático con lo institucional es lo que hace que un determinado movimiento sirva a la Iglesia o se disuelva en secta.

Una peculiaridad de nuestro tiempo es, precisamente, que el Espíritu Santo suscita numerosos movimientos eclesiales nuevos. En el discurso de clausura de la primera sesión del Concilio, el Papa Juan XXIII pedía y esperaba que el Concilio fuera "un nuevo Pentecostés", y por lo que estamos experimentando, sus aspiraciones no fueron vanas. La propia doctrina conciliar sobre el laicado ha estimulado el surgimiento de nuevas formas de compromiso laico eclesial. Con la idea teológica de pueblo de Dios y el redescubrimiento de la responsabilidad activa que es propia de todo bautizado, el Vaticano II ha realizado una verdadera revolución abriendo a los laicos "caminos para que, según su fuerza y la necesidad de los tiempos, también ellos participen en la obra de la Iglesia" (L.G. 33).

Lo anota el Papa en la exhortación apostólica Christifideles Laici: "En estos últimos años, el fenómeno asociativo laical se ha caracterizado por una particular variedad y vivacidad. La asociación de los fieles siempre ha representado una línea en cierto modo constante en la historia de la Iglesia, como lo testifican, hasta nuestros días, las variadas confraternidades, las terceras órdenes y los diversos sodalicios. Sin embargo, en los tiempos modernos este fenómeno ha experimentado un singular impulso, y se han visto nacer y difundirse múltiples formas agregativas: asociaciones, grupos, comunidades, movimientos. Podemos hablar de una nueva época asociativa de los fieles laicos"

(Chr. L. 29).

Se les llama movimientos espirituales, movimientos laicales, movimientos apostólicos, movimientos eclesiales, o también, grupos laicales o grupos de apostolado laico, asociaciones o comunidades laicales. Una cosa sí podemos decir: todos son carismáticos, en el sentido de que todos nacen de la acción del Espíritu en la Iglesia.la Iglesia y para el servicio de la Iglesia.

2. Los movimientos laicales en la historia de la Iglesia.

En los primeros siglos surgieron movimientos laicales encuadrados dentro de las corrientes ascéticas: el eremitismo, el cenobitismo y el monaquismo, gracias a personajes carismáticos tales como san Antonio, san Pacomio, san Basilio y san Agustín. A partir del siglo VIII, los laicos, particularmente los príncipes laicos, tuvieron un papel decisivo en el intento de realizar la Ciudad de Dios en la tierra estableciendo una sociedad determinada por los principios cristianos.

Entre los siglos XI y XIV se manifiestan movimientos laicales que buscan el retorno a la pureza y a la pobreza evangélica. A partir del siglo XI, los laicos presionan fuertemente a los clérigos obligándolos a la observancia de la castidad y atacando la simonía, siendo alentados a ello por el mismo Gregorio VII. Desde entonces, se produce un cambio profundo en la conciencia que los laicos tienen de su función en la Iglesia y se saben llamados a una participación más activa en su vida. De hecho, tuvieron un papel preponderante en la Reforma de la Iglesia y en la obra de las Cruzadas, a las que son llamados los laicos por el Papa Urbano II en 1095. Surgen también varias clases de asociaciones laicales: las confraternidades de laicos vinculadas a las grandes abadías, los llamados apostólicos y eremíticos y los movimientos propiamente heréticos marcados por una visión maniquea del mundo y el rechazo de la Iglesia institucional. Alrededor de las grandes abadías benedictinas, clunianenses o presmotratenses, y de santas personalidades, gravitaban multitud de laicos que se impregnaban de su espiritualidad.

Otras formas de asociaciones laicales fueron los hermanos conversos incorporados desde el siglo XI a los monasterios y las órdenes militares que unifican ideales laicos como el trabajo, la guerra y la caridad, con ideales monásticos: la vida en común, la obediencia y el ascetismo. El Papa Inocencio III organizó e integró en la Iglesia a algunos de los de movimientos laicales dándoles reglas claras. Así lo hizo con los humillados en 1201, los pobres católicos en 1208, los pobres lombardos en 1210, los penitentes de Durando de Huesca en 1212. Los movimientos apostólicos laicos desarrollaron una gran labor de predicación popular itinerante, la promoción de la pobreza evangélica y el servicio a los más pobres, como los leprosos, lo que habría de encontrar su culminación y su orientación eclesial práctica de manera decisiva con Francisco de Asís en el siglo XIII.

A partir de ese mismo siglo, los laicos se organizan en las órdenes terceras de las grandes congregaciones religiosas como los franciscanos y los dominicos. El movimiento laical se presenta intensamente activo tanto desde el punto de vista ortodoxo como en corrientes heterodoxas: los espirituales franciscanos y sus continuadores del siglo XIV, los fratichelos, además de las beguinas y los begardos, movimientos renanos y flamencos que dan origen a la Devotio moderna, y las cofradías y congregaciones marianas. A los eremitas del siglo XI sucedieron los flagelantes del siglo XIV. Por lo demás, santa Catalina y san Vicente Ferrer promueven grupos de laicos fervorosos.

En el siglo XVI aparecen los Oratorios del Divino Amor, de los que salieron los que impulsaron la llamada reforma católica en torno a Trento, las congregaciones marianas de los jesuitas, las confraternidades adjuntas a los clérigos regulares, y en general los llamados "movimientos de santidad".

Aunque ordinariamente no se ha destacado sino la labor de los religiosos en la obra de la evangelización en América, no se puede desconocer la inmensa labor realizada en este campo por los laicos: gran parte de los mismos conquistadores se sabían responsables de la misión de cristianizar y fueron muchos los que se empeñaron en la conversión de los indígenas, en su catequización, en la construcción de iglesias y conventos y la difusión de las imágenes de Cristo crucificado y de nuestra Señora. Todo ello a pesar de lo ambiguo que pudo implicar el uso de la fuerza y de la violencia en la difusión de la fe. Por lo demás, la obra de evangelización estuvo apoyada por una gran multitud de cofradías de laicos que tuvieron una función en el campo de la piedad y la liturgia, pero también en el campo de la pastoral social, por la ayuda a los necesitados y la construcción de escuelas y hospitales. Entre las cofradías que tuvieron más difusión se cuentan: la del Smo. Sacramento promovida por los franciscanos, la de las Animas fomentada por los agustinos, la del Santo Rosario auspiciada por los dominicos, y la de la Soledad dependiente de los mercedarios.

Entre los siglos XVII y XVIII se propagan, sobre todo en Europa, la compañía del Smo. Sacramento, las compañías de penitentes y los numerosos grupos de laicos catequistas. El siglo XIX ve multiplicarse las sociedades, asociaciones y confraternidades laicales. Este mismo siglo manifiesta un despertar del laicado con Federico Ozanam y las sociedades de san Vicente de Paúl, con una larga serie de obras caritativas y apostólicas.

Es preciso mencionar también el despertar católico en Alemania que se organiza en círculos de mucha repercusión: el círculo de la princesa Amalia Gallitzin en Munster, el círculo de san Clemente María Hofbauer en Viena; el círculo de Landshut, de Jean Michel Sailer, y al que pertenecieron también Franz Bader y Joseph Gorres y el círculo del Seminario de Mayence.

3. El fenómeno post-conciliar de los movimientos laicales.

En el siglo XX nace, gracias a Pío XI que la orienta y estructura, la Acción Católica. Esta asociación se ramifica en un gran número de movimientos, por obra del cardenal Joseph Cardijn. Pero también, antes del Vaticano II se presentan otros movimientos laicales que preparan la gran eclosión post-vaticana: el "Movimiento por un mundo mejor" del Padre Lombardi, los Focolares de Clara Lubich, surgidos al terminar la Segunda Guerra Mundial; el Opus Dei que promueve entre los laicos la vivencia del Evangelio en el ejercicio de la propia profesión y en el mundo del trabajo; los Cursillos de Cristiandad, los Caballeros de Colón y la Legión de María.

Después del Concilio, en América se presentan dos movimientos laicales muy activos. En los Estados Unidos nace el Movimiento Carismático, en 1967. En América Latina, la Conferencia de Medellín (1968) auspicia las Comunidades Eclesiales de Base, que también reciben el apoyo del Papa Paulo VI en la Exhortación Apostólica

Así mismo, en América Latina se difunde ampliamente, aunque nació en España, el llamado camino neocatecumenal, que desarrolla la pastoral de catequesis para adultos. En Italia, concretamente en Milán, se origina "Comunión y Liberación", en la década de los 60, gracias a la iniciativa de don Luigi Giussani. A éstos se pueden agregar los Cursillos de Cristiandad, el Movimiento de Schonstatt, fundado por el P. Joseph Kentenich desde 1914, las Comunidades de Vida Cristiana, la Comunidad Emmanuel, nacida en 1973, la Comunidad de Taizé, de carácter ecuménico, el Movimiento Familiar Cristiano, el Movimiento Internacional del Apostolado de la Infancia, el Movimiento Apostólico de Ciegos.

Podemos hablar, dentro de esta variada explosión de movimientos otros que no tienen estas mismas características: movimientos por la paz, los movimientos ecológicos, los movimientos alternativos.

Ante tal manifestación de movimientos laicales el Magisterio eclesial se ha visto en la necesidad de pronunciarse, tanto para orientar como para estimular. La Conferencia Episcopal Italiana publica en 1981 una nota pastoral sobre "Criterios de eclesialidad de los grupos, movimientos, asociaciones". Para los obispos italianos, una asociación o grupo laical puede llamarse eclesial si posee plena adhesión a la fe de la Iglesia, si se conforma con su misión evangelizadora, si está en comunión con el obispo y si reconoce la pluralidad de las formas asociativas y está dispuesta a colaborar con otras asociaciones.

Antes del Sínodo de 1987, la Conferencia Episcopal Alemana dio a conocer una "declaración" sobre "El Laico, en la Iglesia y en el mundo", en la que detecta tres formas comunitarias de apostolado de los laicos: la clásica asociación católica, los recientes movimientos religiosos y las formas comunitarias locales relacionadas con las "comunidades de base".

En 1988 el Papa Juan Pablo II publica la Exhortación Christifidelis laici, fruto de la VII asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, en la que reconoce el "florecer de grupos, asociaciones y movimientos de espiritualidad y de compromiso laical" (n.2). De hecho en la preparación del Sínodo contribuyeron 85 movimientos y organizaciones de laicos. El documento sinodal admite la libertad asociativa de los fieles, fundamentada en el Bautismo y que los hace partícipes de la comunión y la misión de la Iglesia. Como criterios de eclesialidad de estos movimientos, el documento señala cinco: primacía de la vocación de todo cristiano a la santidad, por la cual todo movimiento debe ser instrumento de santificación; responsabilidad de confesar la fe católica; comunión con el Papa y los Obispos; conformidad y participación con el fin apostólico de la Iglesia; empeño por una presencia en la sociedad humana, para promover condiciones de vida más justas y fraternas.

En 1991 la Conferencia Episcopal Española emitió también un amplio documento titulado: "Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo", que habla de la participación y corresponsabilidad de los laicos en la vida y misión de la Iglesia, de su presencia en la vida pública, de la formación de los laicos, y que dedica un cuarto capítulo a las "asociaciones, grupos, comunidades y movimientos de apostolado seglar en la vida y misión de la Iglesia". A estos grandes documentos hay que agregar los numerosos discursos de los Papas Pablo VI y Juan Pablo II a los movimientos y a los agentes del apostolado laico.

Por lo demás, hemos de anotar que la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo fue en gran parte determinada por los nuevos movimientos laicales, y si una clave para entender este documento debe ser el reto de la posmodernidad y la necesidad de la nueva evangelización, otra de esas claves debe ser el fenómeno eclesial de los movimientos laicales y su influjo en la elaboración del documento. Desde sus comienzos, Santo Domingo constata que en la Iglesia se multiplican, como un signo de los tiempos, los grupos de oración y los movimientos apostólicos y muchos laicos individualmente toman conciencia de su responsabilidad pastoral (Cf.n. 38). El aporte de estos movimientos a la nueva evangelización es muy significativo (Cf.n. 49), pues crece la conciencia de los laicos respecto a su responsabilidad en el mundo y en la Iglesia (Cf.n. 95). Así que la Iglesia espera mucho de ellos (Cf.n. 102), porque aparecen como una respuesta a la actual sociedad determinada por el urbanismo (Cf.n. 259). Precisamente, al reto de la pormodernidad, que conlleva una crisis social que produce angustia colectiva (Cf.n. 149), responde el Espíritu Santo impulsando el nacimiento de estos movimientos y asociaciones (Cf.n. 102). El reto de la posmodernidad es tal para Santo Domingo y la participación laical en la Iglesia crece de tal manera, que la Iglesia adquiere una nueva fisonomía que se concreta en una forma nueva de ser de la parroquia: "Que la Iglesia sea cada vez mas comunitaria y participativa y con comunidades eclesiales, grupos de familia, círculos bíblicos, movimientos y asociaciones eclesiales, haciendo de la parroquia una comunidad de comunidades" (Cf.n.142). Como la respuesta mas eficaz para encarnar la Iglesia en la posmodernidad, Santo Domingo recomienda que la parroquia sea una "comunidad de comunidades y movimientos" (n.58) laicales y dinamizada por la acción evangelizadora de los mismos fieles laicos.

Consideremos, por último, las características que distinguen a los movimientos laicales que en nuestra época están cambiando la fisonomía de la Iglesia. Su compromiso por la promoción social ciertamente se distingue de la forma como antes se realizaba ésta. Si a partir del siglo XII se produce una revolución en el concepto de caridad al desarrollarse una verdadera espiritualidad de la beneficencia y al valorar al pobre mirado ahora como imagen de Cristo pobre, sabiendo que antes se miraba la pobreza como una maldición, en este siglo XX la caridad ha querido liberarse de una concepción paternalista y aparece mas ligada con la justicia y la política, entendiendo que el pobre es una víctima de la mala organización social de los bienes que pertenecen a todos. Puesto que, además, nuestro tiempo se caracteriza por la llamada cultura de la posmodernidad, pluralista, urbana y secularizada, los movimientos laicales se sienten comprometidos en la nueva evangelización. Habida cuenta también que la eclesiología que determina el rumbo de la acción eclesial es la de comunión, los movimientos laicales no se sienten como meros instrumentos de la jerarquía, sino que se saben comprometidos de forma adulta y madura en plena comunión con ella.

Si consideramos algunos rasgos generales de los cinco nuevos movimientos laicales más extendidos en nuestro contexto podemos lograr una buena visión de los objetivos que buscan.

Las Comunidades Eclesiales de Base tienen una orientación muy popular y marcadamente política, la opción por los pobres y la utopía de una sociedad más justa, la lucha por la justicia y el énfasis en la eclesiología pueblo de Dios más que en la eclesiología de comunión les son muy propios, a la vez que una gran inclinación por la teología de la liberación.

Casi como un contraste a Las Comunidades de Base, se presenta la renovación carismática, que aunque se originó dentro del protestantismo, en el catolicismo adquirió su mayor vitalidad y extensión. Desde 1967, la experiencia carismática católica surgió en ambientes universitarios de los Estados Unidos y a partir de la década de los setenta cogió tal fuerza que hoy cuenta con cerca de ochenta millones de adherentes, dentro de la mayoría de las confesiones cristianas. En el movimiento se realizan reuniones semanales en las que se hacen lecturas, se canta, se dan testimonios, proclamaciones, silencios y acción de gracias, como también se adoctrina. Pero también en las reuniones, marcadas por una fuerte emotividad, se producen profecías, oraciones "en lenguas", imposición de las manos para obtener curaciones, y aun exorcismos. El don de lenguas y el don de sanación son dos signos muy valorados como manifestaciones del Espíritu.

En la década de los sesenta se originaron también las comunidades catecumenales, en un barrio pobre de la periferia de Madrid. Su iniciador fue el pintor Kiko Arguello, al cual se unió Carmen Hernández para dar impulso al movimiento. El Papa Juan Pablo II define este movimiento como "un itinerario de formación católica". Se trata, en efecto, de un camino de fe que intenta revivir la experiencia de la Iglesia primitiva en la formación catecumenal e igualmente busca renovar la parroquia, haciéndola pasar de una organización de servicios religiosos que ejerce una pastoral sacramentalizadora en una comunidad caracterizada por una pastoral de evangelización. El "camino" de quien se integra a este movimiento tiene unas cinco etapas de diferente duración. Actualmente el neocatecumenado esta en más de 2.200 parroquias y tiene más de 200.000 miembros

El movimiento de los focolares, como lo da a entender el propio nombre, se propone realizar un tipo de convivencia cristiana inspirada en la que vivieron Jesús, María y José en el "hogar" de Nazaret. El primer "Focolar" masculino de vida común se constituyó en 1948. La impulsora del movimiento es Clara Lubich, quien en la ciudad italiana de Trento comenzó a organizar "focolari" por los años de la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con más de 50.000 miembros internos, alrededor de 700.000 adherentes con contactos regulares y mas de 370.000 adherentes en sentido amplio.

El movimiento de Comunión y Liberación, creado en Milán, Italia, en los años 60, por el sacerdote Luigi Giussani, capellán de la Universidad del Sagrado Corazón de Milán, tiene un carácter dialéctico como lo indica su propio nombre. De hecho, no quiere estructuras organizativas rígidas, pero impone la obediencia, se funda en un carisma y en una regla, acentúa la primacía de la persona y su libertad; pero le recuerda la necesidad de la comunión. Además, se da un gran énfasis en los temas de la cultura, la educación, la política y el compromiso eclesial. El movimiento cuenta con unos 30.000 alumnos y profesores de secundaria, 8.000 estudiantes y profesores universitarios y unos 17.000 trabajadores.

Pbro. Adolfo Galeano, ofm.
Universidad San Buenaventura
Tomado de: Revista Vida Pastoral / 82 Abril – Junio / 1996.
Enviado por Alfredo Sandoval, legionario de Colombia.
"El Espíritu sopla donde quiere y no sabes de dónde viene ni a dónde va" (Jn 3,8), y todos son eclesiales en el sentido de que nacen en Evangeli Nuntiandi de 1975.

Yo Luis Mayorga presidente del ministerio de evangelizacion Isaías 6,8 creo en los carismas del Espíritu Santo. Doy fe también de la sanación por auto imposición de manos aunque esto probablemente te escandalice.

Ejercicio:

Acércate al sacramento de la unción si estas enfermo.

Impón las manos a los enfermos.

Insta a los enfermos a que llamen al sacerdote.

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