viernes, 16 de enero de 2009

PIEDAD 6

¿ Cuantas veces pides piedad?, quizás muchas veces a lo largo de tu vida, y ¿ Cuantas veces has sido piadoso con los demás?, quizás el numero sea menor a las veces que has pedido.

En la Iglesia se acostumbra a hacer actos de piedad, como lo puede ser la visita al Santísimo Sacramento del Altar, el orar o encender veladoras a ciertas imagenes. No es este el tipo de piedad sobre el que debes ejercitarte, es sobre la piedad que muestra el amor de Dios a través de tu persona. Un ejemplo clarisimo mostrado en las sagradas escrituras, es la parábola que muchos conocemos como la parábola del BUEN SAMARITANO, el ejercicio allí mostrado, muestra lo que Dios quiere de tu persona, que seas piadoso.

Durante esta semana, pide este don de la Piedad, porque así como tu seas piadoso, el Padre lo sera contigo. El hombre de hoy, no esta acostumbrado a dar, porque el mundo nos muestra la ley del mas fuerte y es este el que sobrevive, pero no somos animales sin razón, somos hijos de Dios hechos a imagen y semejanza de El, y la imagen de El, es la que menos mostramos.

La devoción es una practica piadosa, pero repito, no es lo que quiere Dios. La piedad se manifestó en muchos santos de la Iglesia y hoy lo podemos seguir mostrando. Que Dios te ayude a ejercitarte en ella y que Dios te la de. Recuerda que cuando se le pregunto a Jesús sobre los mandamientos el dijo '' Ama a Dios con toda tu alma y al prójimo como a ti mismo''.
Se entiende entonces que la Piedad es la manifestación del amor hacia Dios y amando a Dios se ama al prójimo y el circulo se cierra en una sola palabra AMOR.




1 Timoteo 4,7-9
7Pero no hagas caso de cuentos mundanos y tontos. Ejercitate en la piedad; 8pues aunque el ejercicio físico sirve para algo, la piedad es útil para todo, porque tiene promesas de vida para el presente y para el futuro. 9Esto es muy cierto, y todos deben creerlo. 10Por eso mismo trabajamos y luchamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos, especialmente de los que creen.

1Timoteo 6,11-12
11Pero tu, hombre de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de humildad de corazón. 12Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamo Dios y por eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos testigos


El, Don de Piedad.



La piedad es la amorosa aptitud del corazón que nos lleva a honrar y servir a nuestros padres y allegados.

.....
El don de piedad es la disposición habitual que el Espíritu Santo pone en el alma para excitarla a un amor filial hacia Dios.
..... La religión y la piedad nos conducen ambas al servicio, de Dios: la religión lo considera como Criador y la piedad como Padre, en lo cual esta es mis excelente que aque11a. La piedad tiene una gran extensión en el ejercicio de la justicia cristiana: se prolonga no solamente hacia Dios, sino a todo lo que se relacione con El, como la Sagrada Escritura que contiene su palabra, los bienaventurados que lo poseen en la gloria, las almas que sufren en el purgatorio y los hombres que viven en la tierra.
..... Dice San Agustín que el don de piedad da a los que lo poseen un respeto amoroso hacia la Sagrada Escritura, entiendan o no su sentido. Nos da espíritu de hijo para con los superiores, espíritu de padre para con los inferiores, espíritu de hermano para con los iguales, entrañas de compasion para con los que tienen necesidades y penas, y una tierna inclinación para socorrerlos.
..... Este don se encuentra en la parte superior del alma y en la inferior: a la superior le comunica una unción y una suavidad espiritual que dimanan de los dones de sabiduría, de inteligencia; en la inferior excita movimientos de dulzura y devoción sensible. De esta fuente es de donde brotan las lágrimas de los santos y de las personas piadosas. Este es el principio del dulce atractivo que la lleva hacia Dios y de la diligencia que ponen en su servicio. Es también lo que les hace afligirse con los afligidos, llorar con los que lloran, alegrarse con los que están contentos, soportar sin aspereza las debilidades de los enfermos y las faltas de los imperfectos; en fin, hacerse todo para todos.
.....Es preciso señalar que hacerse todo para todos --como hacia el Apóstol-, no es, por ejemplo, quebrantar el silencio con los que lo quebrantan, ya que es imprescindible ejercitar la virtud y observar las reglas; sino que es estar grave y comedido con los que lo están, fervorosos con los espíritus fervorosos y alegre con los alegres, sin salirse nunca de los limites de la virtud: es tomar la presteza al modo como lo hacen las personas perfectas, que son naturalmente fervientes y activas; es practicar la virtud con miramiento y condescendencia, según el humor y el gusto que tengan aquéllos con quienes tratan y tanto como lo permita la prudencia.
..... Algunos condenan ciertas devociones fundadas en opiniones teológicas que, ellos no sostienen, pero que otros defienden. No tienen razón, porque en asuntos de devoción, toda opinión probable es suficiente para servir de fundamento. Por lo tanto, esta critica es injusta.
..... El vicio contrario al don de piedad es la dureza de corazón, que nace del desordenado amor a nosotros mismos: este amor nos obliga a ser insensibles con todo lo que no sea nuestros propios intereses, a que no vibremos más que, con lo qué con nosotros se relaciona, a que veamos sin pena las ofensas a Dios y sin compasión las miseria del prójimo, a no molestarnos en servir a los demás, a no soportar sus defectos, a enfadarnos con ellos por la menor cosa y a conservar 'hacia ellos en nuestro corazón sentimientos de amargura de venganza, de odio y de antipatía.
.....Opuestamente, cuanta más caridad y amor de Dios tenga un alma, más sensible será a los intereses de Dios y del prójimo. Esta dureza es extrema en los grandes del mundo, en los ricos avariciosos, en las personas voluptuosas y en los que no ablandan su corazón con los ejercicios de piedad y el uso de las cosas espirituales. Esta dureza se encuentra también frecuentemente entre los sabios que no unen la devoción con la ciencia y que para justificarse de este defecto lo llaman solidez de espíritu pero los verdaderamente sabios han sido siempre los mas piadosos, como San Agustin, Buenaventura, Santo Tomás, San Bernardo y en la Compañía, Lainez, Suárez, Belarmino, Lessius.

.....Un alma que no puede llorar sus pecados, por lo menos con lágrimas del corazón, tiene o mucha impiedad o mucha impureza, o de lo uno y lo otro, como ordinariamente sucede a los que tienen el corazón endurecido. Es una desgracia muy grande cuando en la religión se estiman más los talentos naturales adquiridos que la piedad. Alguna vez veréis religiosos, y hasta superiores, que dicen que ellos prefieren tener un espíritu capaz para los negocios, que no todas esas devociones menudas, que Son -dicen ellos-- propias de mujeres, pero no de un espíritu fuerte; llamando fortaleza de espíritu a a esta dureza de corazón tan contraria al don de piedad. Deberían pensar que la devoción es un acto de religión o un fruto de la religión y de la caridad, y por consecuencia, preferible a todas las otras virtudes morales; ya que la religión sigue inmediatamente a las virtudes teologales en orden de dignidad.
.... Cuando un Padre, respetable por su edad y por sus cargos, dice delante de Los Hermanos jóvenes que estima los grandes talentos y los empleos brillantes, o que prefiere a los que destacan en entendimiento y en ciencia más que a otros que se distinguen por su virtud y piedad, perjudica mucho a esta pobre juventud. Es un veneno que hace corroer el corazón y del que quizá no se cure, jamás. Una palabra dicha a otro en confianza le puede perjudicar enormemente.
.....No se puede imaginar el daño, que hacen a las ordenes religiosas los primeros que introducen en ellas el amor y la estimación a los talentos y a los empleos brillantes. Es una leche envenenada que se ofrece a los jóvenes a la salida del noviciado y que tiñe sus almas de un color que no se borra nunca.

..... La bienaventuranza perteneciente al don de piedad es la segunda: «Bienaventurados los mansos». La razón es porque la mansedumbre quita los impedimentos de los actos de piedad y la ayuda en su ejercicio. Los frutos del Espíritu Santo que corresponden a este don son la bondad y la benignidad.


Padre Nuestro.... Dios te salve.... Gloria..


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