miércoles, 25 de febrero de 2009

PADRE NUESTRO


Indudablemente eres una persona que se ha esmerado en perseverar y es por ello que hoy llegas al inicio de esta nueva catequesis, de este nuevo ejercicio, durante las semanas siguientes te esforzaras en el ejercicio del Padre Nuestro. Oración universal de la Iglesia, oración que enseño Jesús a sus apóstoles a solicitud de estos. Oración que repetimos sin cesar, a veces mecánicamente como cuando se reza el Santo Rosario.
A partir de hoy entenderás y comprenderás el verdadero sentido de esta oración, que contiene 7 peticiones y se ha divido en 11 semanas, 11 catequesis, 11 ejercicios que te ayudaran a comprender esta oración y sobre todo hacerla vida en tu vida. Descubrirás que es una oración, que muy pocos la pueden orar por el contenido de la misma, no por lo difícil de decir, sino por el sentido que implica el orarla.
Desde ya pido a Dios, que te ayude a entender este gran mensaje evangélico contenido en esta oración, pide a la Virgen, a los santos y a tus hermanos de comunidad que oren por ti, para que tu seas protagonista como ciudadano del Reino de los Cielos.
No olvides, invitar a otros, a que te acompañen en este Blog, empieza, ya es tiempo a promocionar este Blog y a formar tu comunidad física siguiendo estos ejercicios.

martes, 24 de febrero de 2009

SANTOS PARA EL SEÑOR

Isaias 6,8

'' Entonces la voz del Señor, que
decía:
¿ A quien voy a enviar?
¿ Quien sera nuestro mensajero?''
Yo respondí:
'' Aquí estoy yo, envíame a mi''


El papa Juan Pablo II decía: Urge una evangelizacion con un nuevo ardor. El lo dijo porque se dio cuenta que el pueblo de Dios se ha vuelto muy religioso, se dio cuenta que muchos han abandonado la Iglesia por motivos diferentes, se dio cuenta que las personas se han vuelto insensibles ante las situaciones del mundo actual y se están olvidando de amar.

Dios busca mensajeros y pregunta ¿ a quien voy a enviar?. Dios todo el tiempo ha enviado mensajeros, muchos, hasta que envió a su Hijo Santo. Después, quedo la Iglesia como mensajera y aun así, se sigue preguntado ¿ a quien voy a enviar?.

Tu que has estado siguiendo este ministerio por medio de este blog, quizás tengas la respuesta. Probablemente pertenezcas a algún movimiento de los muchos que están incrustados dentro de la Iglesia. Probablemente te sientes satisfecho y quizás contento con lo poco o mucho que haces dentro del movimiento. No importa si estas en un movimiento, una cofradía, un ministerio, un grupo religioso o simplemente no estas en nada, lo importante es buscar la santidad. Tu puedes hacerlo, con la ayuda de Dios, de la Iglesia. Para ello es conveniente que sigas la inspiración aquí explicada en base a las oraciones básicas y catequesis que te irán transformando por la acción del espíritu santo en un hombre o mujer nuevos.
El señor necesita de ti, necesita de santos que lleven la luz a los que se encuentran en la osbscuridad, en el pecado. El Señor necesita de mensajeros que lleven la voz de El a todo el mundo, Jesús dijo: Vayan y bauticen y, también dijo, yo estaré con ustedes hasta el fin.
Si tu eres un o una orante, si te ejercitas en la santidad, ¿ por que no? responderle al Señor y decir ENVÍAME A MI, QUE AQUÍ ESTOY.
Tu eres la sal y la luz, tu eres el mensajero y no puedes quedarte apacible ante lo malo que sucede a tu alrededor, no puedes ser un egoísta y, buscar la salvación solo para ti. Tienes que llevar por medio de tu testimonio de vida, por tu accionar, por tu santidad el mensaje de viva voz que el Señor te ha dado por medio de las catequesis.

Continua con tus ejercicios espirituales que muy pronto muchos verán el cambio en tu vida y estarás listo, para responderle al Señor y decirle, AQUÍ ESTOY.
Que el Señor te bendiga.

sábado, 21 de febrero de 2009

BIENAVENTURADOS 9


Esta es la ultima semana de los ejercicios en lo que respecta a las bienaventuranzas, la ultima bienaventuranza dice:
Bienaventurados seais, cuando os persigan por mi causa.
Como esta catequesis ya se impartio en la numero 8, hoy solamente dare unos ejemplos, de aquellos que fueron perseguidos y muertos a causa de Jesus. Esto es para que veas lo importante que es el dar testimonio de la verdad.

Primer ejemplo:


SANTO TOMÁS MORO
Mártir
(Año 1535)


SU VIDA

Este es uno de los dos grandes mártires de la Iglesia de Inglaterra, cuando un rey impuro quiso acabar con la Religión Católica y ellos se opusieron. El otro es San Juan Fisher (20 de junio). Tomás significa: "el gemelo". Y en verdad que fue un verdadero gemelo en santidad y en cualidades con su compañero de martirio, San Juan Fisher.

Nació Tomás Moro en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al colegio de la Universidad de Oxford.

Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su futuro.

A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio: "Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía".

Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche) pero después de 4 años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino. Entonces se dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros.

Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él, Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.

Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama Utopía. Esta es una palabra que significa: "Lo que no existe" (U=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.

El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados". Otro añadía: "El rey no pudo encontrar otro mejor consejero que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con su fino humor: "El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato".

Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.

Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 meses.

Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice: "Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así".

El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita: "Mire cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión".

Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió: "Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey". Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.

En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir al corredor frío: "por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir". Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51: "Misericordia Señor por tu bondad". Luego prometió que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.

Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:

"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir,
bien merecía que lo
canonizaran, porque su vida fue
un admirable ejemplo de lo que debe ser el
comportamiento de un servidor público:
un buen cristiano y un excelente ciudadano".



Sirva el ejemplo anterior para que reflexiones en tu vida espiritual, para que guies tu caminar hacia la santidad y sirvas de ejemplo a muchos.

Es bueno conocer y saber por boca del Papa Juan Pablo II lo que reflexiona acerca del sufrimiento, porque en muchos paises y lugares por el hecho de ser Cristiano se sufre, y que decir de nosotros mismos, que a veces somos perseguidos y vituperados a causa de Jesus, en nuestro entorno social, familiar, trabajo etc.

El sufrimiento

"Las palabras de la oración de Cristo en Getsemaní prueban la verdad del sufrimiento".

"Getsemaní es el lugar en el que precisamente este sufrimiento, expresado en toda la verdad por el profeta sobre el mal padecido en el mismo, se ha revelado casi EspiritualMente ante los ojos de Cristo".

"El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo".

"La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva".

"En la cruz de Cristo no solo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido".

"Pido para vosotros la gracia de la luz y de la fuerza Espiritual en el sufrimiento, para que no perdáis el valor, sino que descubráis individualmente el sentido del sufrimiento y podáis, con la oración y el sacrificio, aliviar a los demás".


Ahora reflexiona sobre el segundo ejemplo, sirva de guia espiritual y fortaleza.

Segundo ejemplo:



Máritir
Septiembre 13

Cuando alguien habla la verdad, dígala quien la diga, se puede pensar que viene de lo alto.

Esta joven, fallecida en el año 1624 y cuyo nombre es desconocido en nuestra cultura occidental, le tocaron tiempos malos para hablar abiertamente la verdad.

Era una época en la que Georgia se desgarraba por las luchas de sus dos poderosos vecinos: el imperio otomán y la Persia del Shah Abbas el Grande.

Y como cuando no se dicen las cosas claras, todo son hurtadillas y malentendidos, la familia real estaba dividida respecto a la política que debía seguir en aquellos momentos dolorosos.

Los príncipes habían sido bien educados pero habían recibido la educación en Persia.

La princesa Ketevan vio salir con pena a su hijo para Persia. Se sabe por la historia de aquellos lejanos territorios que llegó incluso a ser rey.

Sin embargo tuvo la mala suerte de ver con sus propios ojos cómo los persas invadieron su reino.

Lo destrizaron todo, expulsaron y dieron muerte a la población sin pedir cuentas a nadie.

¿Qué hizo Ketevan?

Lo que hace cualquier madre. Cogió el camino y se dirigió a Persia con sus dos nietos. La finalidad de su viaje era convencer al shah de que dejara tranquilos a sus habitantes de Georgia y que les diese la libertad y no los tuviese arrestados.

La reacción del shah fue horrible. Mató al mayor y al segundo logró que enloqueciera.

Ketevan rechazó hacerse musulmana. Por esta razón fundamentalista tuvo que sufrir muchos castigos. La quemaron viva. Y de esta forma murió mártir.


Padre nuestro.... Dios te salve... Gloria



viernes, 20 de febrero de 2009

BIENAVENTURADOS 8

Esta es la 8ava. bendicion que viene de parte del Señor. La historia de la Iglesia esta llena de personajes que han sido perseguidos a causa del Señor. Estos han sido benditos de parte del Padre Celestial.
¿Como ejercitarnos si no somos perseguidos a causa del Señor?, te dire que hay dos clases de persecusion, la terrenal y la espiritual, porque el maligno no cesara de perseguirte y acosarte con tal de que abandones la causa de Dios. Asi que esta bendicion, tambien es para ti, el acoso existe en la misma Iglesia, la familia, la sociedad, el trabajo etc. por medio de la catequesis sabras como actuar ante estas situaciones.
Inicia esta semana con esta bendicion:
BIENAVENTURADOS LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.

"Felices seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros" (Mt 5, 12)


1. El final del prólogo al Sermón de la Montaña

1) Algunos tratan este pasaje como dos bienaventuranzas, de modo que cuentan nueve bienaventuranzas en lugar de ocho. Parece mejor considerar que es una sola, pero que por tratarse de la última sufre una amplificación. Esta amplificación enseña que quienes viven de acuerdo a estas bienaventuranzas, son los nuevos profetas, los profetas del Nuevo Testamento: los hijos de Dios.

2) Esta Bienaventuranza anuncia lo mismo que la primera: "de ellos es el Reino de los cielos". Esta misma frase se repite: en el versículo tercero y aquí en el versículo décimo. A este recurso de estilo o de redacción, consistente en repetir la misma palabra o frase a cierta distancia, los intérpretes bíblicos lo llaman inclusión. La inclusión sirve para delimitar una sección o unidad del texto bíblico ( perícopa), anunciando su comienzo y su final. La frase "de ellos es el Reino de los cielos" anuncia pues, aquí, el fin de la primera parte o sección del Sermón de la Montaña que son "las Bienaventuranzas." Esta sección de las Bienaventuranzas es el prólogo a todo el Sermón de la Montaña.

3) Hay un contraste llamativo entre esta bienaventurada y la anterior. Aquí se habla de los perseguidos y en la anterior de los pacificadores, que por eso serán llamados hijos de Dios. Los pacificadores serán perseguidos por causa de la justicia de los hijos de Dios, que excede todas las justicias anteriores, y es nueva dentro de la humanidad.


2. De ellos es el Reino de los Cielos

4) De ellos es. Ya es. Si las Bienaventuranzas prometen cosas futuras, la primera y la última anuncian algo que ya es presente aunque culminará en el futuro. El Reino de los Cielos, ya es, desde ahora y para siempre, de los pobres de espíritu y de los perseguidos a causa de Jesús y de la justicia de los Hijos del Padre. Los hijos de Dios ya tienen la vida eterna y todos los dones del Reino. Esta situación presente, está abierta a los desarrollos futuros de la gracia, la comunión y la vida eterna. Porque el Padre engendra a sus hijos ya ahora en el tiempo y en la eternidad. Siempre están los hijos recibiendo la vida del Padre, y siempre está el Padre dándosela.

5) ¿Qué quiere decir el Reino de los cielos? Ya lo dijimos comentando la primera Bienaventuranza, pero conviene refrescar la memoria y explicarlo algo más. Reino de los cielos, en los labios de Jesús, es como decir: el Reino del Padre. Esto lo tenemos que tener presente siempre al leer el Sermón de la Montaña y todo el evangelio de Mateo y el Nuevo Testamento, cada vez que nos encontremos la frase: Reino de los Cielos.

Entrar en el Reino de los Cielos, vale tanto como entrar en la relación filial con el Padre, es decir, entrar en la condición filial: vivir como hijo, porque se tiene conciencia y corazón de hijo y por lo tanto se actúa imitando al Padre y obrando las obras que el Padre envía a obrar.

6) Esta frase: El Reino de los Cielos, hay que entenderla como un nombre de Dios, como un nombre del Padre. "Vuestro Padre que está en los cielos", "Padre de los cielos", "Padre celestial", son calificativos que se aplican al Padre. El Reino de los cielos, es, pues: "El Reino de mi Padre que está en los cielos"; o "de vuestro Padre que está en los cielos", o del "Padre nuestro que estás en los cielos." Es el Reino que el Padre entregó a su Hijo Jesús, como leímos en el himno de Filipenses, capítulo segundo.

7) Jesús, ya desde su vida mortal, proclama ante Pilatos que él es Rey, pero que su reino no es como los de este mundo (Jn 18, 37). Como Hijo de Dios que rige su vida por la voluntad del Padre, está llamado a implantar por vía de la caridad el imperio del Padre en los corazones. Él es Rey a manera del siervo sufriente que implantará la justicia y el derecho en las islas lejanas (Mc 10, 42-45, ver Isa 42, 4).

8) Los que creen en Jesús, y se rigen según la nueva justicia de los hijos, reflejo de la justicia del Padre, son declarados reyes, o pueblo de reyes ciudadanos del Reino del Padre: "Vosotros sois un linaje elegido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo elegido para anunciar las alabanzas de Aquel que os llamó de las tinieblas a su admirable luz" (1 Pe 2, 9; Ver Ex 19, 5-6). Es que Cristo, Rey Mesías, hace que pasen los elegidos de su Reino al Reino de su Padre: "entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre" (Mt 13, 43).

9) El Reino mesiánico del Hijo apunta a introducir en el Reino definitivo del Padre, al que, por ser herencia, sólo tienen derecho a acceder los hijos. De ellos es, pues, el Reino de los Cielos. Jesús le entrega al Padre a los elegidos, salvados por él: "Cada cual según su rango: Cristo como primicias, luego los que pertenecen a Cristo en su Venida. Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad [en su Manifestación gloriosa]" (1 Cor 15, 23-24)

10) Hasta los paganos que hicieron misericordia con los hijos de Dios, con los hermanitos más pequeños de Jesús, también son tenidos por hijo y se les admite a la herencia del Reino de los hijos: "venid, Benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo" (Mt 25, 34). El juicio de Mateo 25, 31-46, hay que entenderlo a la luz de la siguiente enseñanza de Jesús y de la promesa que la acompaña: "Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. Quien recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta, y quien reciba a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo. Y todo aquél que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa" (Mt 10, 40-42)

11) Mateo nos relata un episodio que ilustra la conciencia de que los hijos son ciudadanos del reino de Dios, y como tales están exentos de los poderes de este mundo, pero que se someten a ellos libremente, a ejemplo de Jesús, que siendo Rey, sin embargo, "pasó por un hombre cualquiera" (Flp 2, 7c): "Cuando entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el impuesto de las dos dracmas [era un tributo anual, personal, para el sostenimiento del templo] y le dijeron: ¿no paga vuestro maestro el didracma? Respondió: ‘sí´. Y al llegar a casa, Jesús se le adelantó a decirle: ‘¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿de quién cobran tributos o impuestos, de sus hijos [es decir: de sus súbditos] o de los extranjeros? Y al contestar él: ‘de los extraños´, Jesús le dijo: ‘Por lo tanto los hijos están libres. Sin embargo, para que no los escandalicemos, vete al mar, echa el anzuelo y el primer pez que salga, tómalo, ábrele la boca y encontrarás un estater. Tómalo y dáselo por ti y por mí" (Mt 17, 24-27).


3. Bienaventurados los perseguidos

12) La Iglesia nació en medio de las persecuciones, con los discípulos encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos (Jn 20, 19) y desde entonces siempre la acompañaron las persecuciones. Jesús se las había anunciado y les había enseñado que eran comunión en la suerte de su maestro y señor, por ser discípulos y servidores suyos, hijos del Padre.

13) Jesús pone esta persecución en relación y en continuidad con las persecuciones de que fueron objeto los profetas: "de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros". Haberlos perseguido, y perseguir ahora a los que Él les envía, es un reproche que Jesús les hace a los que se le oponen, como lo muestra el texto siguiente:

14) "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas´. Con esto dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquéllos que mataron a los profetas. ¡Vosotros, pues, colmad la medida de vuestros padres! [La colman persiguiendo a Jesús y a los nuevos profetas, sus discípulos] ¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno? Por que, yo os envío profetas, sabios y escribas; de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad. Así recaerá sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el Templo y el altar. En verdad, os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!´" (Mt 23, 29-37).

15) Esta constante de perseguir a los enviados de Dios y a los que le pertenecen es como una misteriosa e inicua ley. Jesús la ilustra con la parábola de los viñadores homicidas, que matan a los enviados del dueño de la vid, porque se han adueñado de ella. "Los escribas y fariseos, al oír su parábola comprendieron que se estaba refiriendo a ellos. Y trataban de apresarlo, pero tuvieron miedo de la gente porque lo tenían por profeta" (Mt 21, 33-46; Lc 20, 9-19; Mc 12, 1-12).


4. Los profetas anteriores a vosotros

16) Jesús declara que sus discípulos, los que aprenden de él a vivir como hijos, de cara la Padre, son los nuevos profetas. Ellos son la luz del mundo y la sal de la tierra. Ellos llevan a su plenitud el cumplimiento de la ley, ellos reflejan en su comportamiento la conducta del Padre. Véase Mt 10, 40-42 que citamos arriba en el número 10.


5 Ungido contra ungido

17) Jesús resucitado les explica esta misteriosa e inicua ley a los discípulos de Emaús, a la luz de las Sagradas Escrituras: "Era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar así en su gloria" (Lc 24,26). "Esto" es la persecución a manos de los hombres guías espirituales del Pueblo elegido, elegidos ellos también. Es la ley misteriosa e inicua ley del Ungido contra ungido, o de un elegido contra otro. Pablo se la enuncia a Timoteo: "los que quieran vivir piadosamente, padecerán persecución" (2 Tim 3,12).

18) Los santos Padres la explican así: "Él - Jesucristo - es quien sufría tantas penalidades en la persona de muchos otros: Él es quien fue muerto en la persona de Abel y atado en la persona de Isaac, Él anduvo peregrino en la persona de Jacob y fue vendido en la persona de José, Él fue expósito en la persona de Moisés, degollado en el cordero pascual, perseguido en la persona de David y vilipendiado en la persona de los profetas."

19) En los sufrimientos de Cristo se ha manifestado, por lo tanto, un Misterio que estaba sucediendo y preparándose desde siglos y generaciones en los sufrimientos de los justos anteriores a El; y que se sigue manifestando ahora en las persecuciones a los santos (Col 1,26); es decir: a la Iglesia. Ese mismo inicuo misterio, manifestado en Cristo, ilumina ahora el sentido de los padecimientos de los creyentes y las persecuciones a los católicos.

20) Es Cristo quien padece en ellos: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch 9, 4-5). Es Cristo quien sigue sufriendo en nosotros, que somos su cuerpo, como antes sufría en la persona de los justos del Antiguo Testamento. La comunión de los santos es también una comunión en los padecimientos (Flp 3,10). Los de Cristo son de todos; los de los discípulos son de Cristo: "El que a vosotros desprecia a mí me desprecia" (Lc 6,16); "lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25.40.45).

21) Cuando Pedro hace tropezar (escandaliza) a Jesús, oponiéndose a la cruz, nos hace tropezar a todos, y por eso Jesús lo corrige mirando a los discípulos (Mt 16,23). El que hace tropezar (escandaliza) en el camino del seguimiento a un pequeño, es como quien hace tropezar a Cristo mismo (Mt 18,6; Mc 9, 42). Pedro se hace merecedor del terrible castigo anunciado a los que escandalizan: ser arrojado al mar con una piedra del molino atada al cuello (Mc 9,42).


6. Por causa de la justicia filial. Por mi causa

22) Persecución "por la justicia" (en griego: dikaiosyne). ¿De qué justicia se trata? No se trata de la justicia en sentido profano. Tampoco de la justicia de la Antigua Ley según la entendían y vivían los escribas y fariseos. Se trata de la justicia que viene de la fe en Jesús. Es la nueva justicia filial que supera la de los escribas y fariseos (Mt 5, 20).

23) Jesús, por lo tanto, podría haber dicho: "bienaventurados los perseguidos a causa de la fe en mí." Eso es lo que afirma más abajo, diciendo: "por mi causa."

24) Esta justicia es también lo mismo que "el Reino de mi Padre" o "de vuestro Padre". Veamos un par de ejemplos del uso de esa expresión: "os aseguro que ya no beberé del fruto de la vid hasta el día aquél en que lo beba con vosotros en el Reino de mi Padre" (Mt 26,29). "Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre" (Mt 13, 43).

25) Estos textos apuntan a la consumación final y definitiva (esjatológica) de la comunión filial con el Padre en la vida eterna, donde "el Reino de los cielos" cobra su sentido pleno como comunión eterna de vida. Pero esa vida ha comenzado ahora por la comunión con Jesús y el Padre y por eso "de ellos es ya el Reino de los Cielos". Lo que les pertenece en herencia ya es de los herederos desde ahora.

26) Por mi causa: por causa de Jesús. Como él mismo nos explica: "no está el discípulo por encima de su maestro, ni el servidor por encima de su señor. Ya le basta a su discípulo ser como su maestro y al servidor ser como su señor, si al dueño de la casa lo han llamado Belcebú ¡cuánto más a los de su casa" (Mt 10, 24); "No es más el siervo que su amo ni el enviado más que el que lo envía" (Jn 13, 16) "Acordaos de las palabras que os he dicho: el siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Pero todo eso lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado" (Jn 15, 20-21).

7.1 Comunión en el rechazo

27) Veamos ahora algunos textos en que Jesús nos va revelando progresivamente cuál es la razón última de una persecución que aparece como irracional e inexplicable, tanto por sus motivos como por la intensidad del odio que manifiesta. Jesús nos enseña, en los textos que siguen, que la persecución es bienaventuranza porque es consecuencia directa de la comunión con el Padre, el Hijo y sus demás discípulos. Ellos son los rechazados y nosotros también, porque les pertenecemos, somos rechazados por los que rechazan esa pertenencia. La persecución que Jesús anuncia a los suyos es, por lo tanto, una consecuencia, pero también como un signo visible, de la comunión y de la pertenencia bienaventuradas. Es como un sello de autenticidad de la comunidad de destino con el Padre, el Hijo y el Espíritu, rechazados por la raza de víboras, por la generación de la serpiente, que tiene por padre a Satanás. Veamos pues algunos de esos textos:

28) "Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si pertenecierais al mundo el mundo amaría lo suyo; pero como no le pertenecéis, porque yo, al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia al mundo" (Jn 15, 18-19).

29) A continuación Jesús explica que los discípulos serán perseguidos porque le pertenecen: "si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20b).

30) Y prosigue explicando que la raíz última del odio y la persecución es la aversión al Padre: "todo esto (el odio y la persecución a Jesús y sus discípulos) lo harán porque no conocen al que me ha enviado... El que me odia, odia también a mi Padre... nos odian a mí y a mi Padre. Pero así se cumple lo que está escrito en la Ley: ‘me han odiado sin motivo´ [Sal 35,19; 69,5]" (Jn 15, 21.23.24-25).

31) La pertenencia a Jesús y al Padre, que es la causa de la persecución, la expresa bellamente San Pablo: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios [Padre] y que no os pertenecéis? ¡habéis sido comprados y a qué precio! [la sangre de Cristo]" (1 Cor 6, 19-20a)."Todas las cosas son vuestras, vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios" (1 Cor 3, 23). "Ninguno de vosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya sea que vivamos, ya sea que muramos, somos del Señor" (Rm 14, 7-8)

7.2 Pondré enemistad entre tu linaje y el suyo

32) Jesús enseña también que la persecución tiene su origen en la rivalidad de la raza de hijos de Satanás contra la raza de hijos de Dios. Esa vieja enemistad había sido ya anunciada por el Señor: "Yo pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón" (Gen 3, 15).

33) Jesús enseña que hay como dos familias, dos sistemas de solidaridad, dos procedencias por generación: Hijos de Dios Padre o hijos de Satanás. Y el linaje de Satanás persigue al linaje de los Hijos de Dios, como Caín a Abel. "Vosotros no me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí conoceríais también a mi Padre" (Jn 8, 19b) "Si Dios fuera vuestro Padre, me amarías a mí... vuestro padre es el diablo y vosotros queréis cumplir la voluntad de vuestro padre. Este fue homicida desde el principio" (Jn 8, 42b. 44). "En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia [de los hijos] no es [hijo] de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano" (1 Jn 3, 10)

34) La oposición de ambos linajes y la persecución a los cristianos estaba prefigurada por la historia de Caín y Abel: "Pues éste es el mensaje que habéis oído desde el principio [es decir, del Padre, principio de todo] que nos amemos los unos a los otros. No como Caín, que siendo del Maligno, mató a su hermano. Y ¿por qué lo mató? Porque sus obras eran malas mientras que las de su hermano eran justas. No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece" (1 Jn 3, 10-13). No hay que extrañarse. Se trata del mismo odio.

7.3 Jesús anuncia persecuciones

35) Jesús anunció a sus discípulos estas persecuciones que derivan como por estricta lógica sobrenatural del misterio que venimos contemplando:"Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos. Sed pues prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa os llevarán ante tribunales y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles" (Mt 10, 16-18); "seréis perseguidos de ciudad en ciudad" (Mt 23, 34)


8. Qué hacer en las persecuciones

36) Pero a los nuevos justos, a los hijos del Padre, Jesús les enseña, con su ejemplo y con su doctrina qué es lo que deben hacer en medio de las persecuciones:

a) Ante todo: amar a los enemigos, para ser hijos del Padre:

37) "Pero yo os digo, amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen y calumnian, para que seáis hechos hijos de vuestro Padre celestial" (Mt 5, 44-45).

b) Dar testimonio

38) ¿Cómo se ama a los enemigos? Como amó a los suyos Jesús, el Hijo. Dándoles testimonio del Padre. El supremo acto de amor que se da a los enemigos es "darles testimonio". Jesús nos enseña que la razón por la cual sus discípulos serán llevados a los tribunales, como lo fue Él, es: "para dar testimonio". El Apocalipsis dice que Jesús es "el testigo fiel", es decir confiable, que no miente (Apoc1, 5). ¿De qué da testimonio? Jesús da testimonio del Padre y del Espíritu. Y ellos dan testimonio de Jesús.

39) El testimonio apostólico repite el testimonio de Jesús acerca de las Personas divinas: "lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de Vida... os lo anunciamos para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Jn 1,1.3).

Ascendiendo al cielo, Jesús los envía con estas palabras: "vosotros seréis mis testigos... hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8).

40) De Juan Bautista se dice que: "vino como testigo de la luz, para que todos creyeran en él. No era él la luz, sino quien diera testimonio de la luz" (Jn 1,7-8). Pero el testimonio del más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que el suyo (Mt 11, 11).

41) De los creyentes, dice la carta a los Hebreos que son "una nube de testigos" (Heb 12, 1). Pablo dirá: "Yo sé en quién he creído" (2 Tim 1, 12) y hasta sus cadenas o los juicios los ve como ocasión de dar testimonio acerca de Jesús: En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon... Pero el Señor me asistió y me dio fuerza para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles" (2 Tim 4, 17).

42) La persecución es el lugar privilegiados del testimonio, donde por amor a los enemigos el cristiano, hijo de Dios, da testimonio del Padre y de su enviado Jesucristo, y del camino de salvación que muestra su enviado. En la persecución se repite con la vida y sobre todo con la muerte, el testimonio que rechazan. Así lo hizo Jesús. Y así lo manda hacer a sus discípulos. Así lo practica y recomienda Pablo.

43) Pero precisamente por ser testigos es que serán perseguidos, como suele suceder en las causas criminales del mundo, donde los culpables tratan de eliminar o intimidar a los testigos. Así el Príncipe de este mundo, trata de intimidar o eliminar a los testigos del Padre. Pero ese intento es vano. Fracasó con el Hijo que dio su testimonio y que envió a sus discípulos a dar testimonio del amor del Padre. Así por ejemplo, muchísimos a muchísimo mártires del siglo XX el Espíritu Santo les inspiraba al morir el grito testimonial: ¡Viva Cristo Rey!

c) No tener miedo

44) "No les tengáis miedo... lo que yo os digo en la oscuridad [en el secreto de la conciencia, en la oración] decidlo vosotros a plena luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas... Y no temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma... hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis pues" (Mt 10, 26.28.30-31). "No les tengáis miedo ni os turbéis" (Mt 5, 10; citado por 1 Pe 3,14)

d) Confiar

45) Confiar en la asistencia y la fuerza del Espíritu y no en sí mismos: "Cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquél momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo" (Mc 13, 11). "No seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará por vosotros" (Mt 10, 20). Pablo atestigua que cuando todos lo abandonaron, el Señor lo asistió ante el tribunal para dar testimonio (2 Tim 4, 16-17)

e) No avergonzarse

46) No avergonzarse (es decir, no apartarse de los mártires, ni alejarse, no negar la vinculación ni desentenderse, no negar por miedo, ni desertar o acobardarse) de los que son perseguidos.

47) No avergonzarse, en primer lugar de Jesús y en segundo lugar en la comunidad respecto de los que sufren por la fe:" Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación [raza] adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre [yo] se avergonzar ´de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles" (Mc 8, 38).

48) Pablo lo exhorta a Timoteo que parece tentado por el temor de la persecución: "no te avergüences ni el testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, sino que, por el contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio, ayudado por la fuerza de Dios" (2 Tim 1, 8). "Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos, pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién he puesto mi confianza" (2 Tim 1, 12). "Tú pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia de Cristo Jesús" (2 Tim 2,1).

49) La Carta a los Hebreos exhorta: "Traed a la memoria los días pasados, en que después de haber sido iluminados, tuvisteis que soportar un duro y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras haciéndoos solidarios de los que así eran tratados. Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados, y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera. No perdáis ahora vuestra confianza. Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios [Padre] y alcanzar lo prometido [el Reino]. Pues todavía ‘un poco de tiempo, muy poco tiempo y ‘el que ha de venir vendrá sin tardanza [Isa 26,20]; ‘Mi justo vivirá por la fe. Pero si es cobarde, mi alma no se complacerá en él [Hab 2, 3-4].

Pero nosotros no somos "cobardes para perdición, sino creyentes para salvación del alma" (Hebreos 10, 32-39)

f) Vivir como peregrinos

50) La patria del cristiano es el Padre: "Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra" (Mt 10, 23). "Pedro, Apóstol de Jesucristo [escribe] a los que viven como extranjeros entre las naciones (parepídemoi) en la dispersión" (1 Pe 1,1)

g) Alegrarse

51) Jesús nos lo enseña en esta Bienaventuranza y los Apóstoles lo repiten. Pedro motiva esta alegría: "Bella cosa es tolerar penas por consideración a Dios cuando se sufre injustamente. ¿Pues qué gloria hay en soportar los golpes cuando habéis faltado? Pero si obrando el bien soportáis el sufrimiento, esto es cosa bella ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados ya que también Cristo sufrió por vosotros dejándoos ejemplo (1 Pe 2, 19-21). "¿Y quién os hará mal si os afanáis por el bien? Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos vosotros" (1 Pe 3, 13-14).

52) "Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros como si os sucediera algo extraño. Sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis en la revelación de su gloria. Dichosos vosotros si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros... que ninguno de vosotros tenga que sufrir ni por criminal ni por ladrón ni por malhechor ni por entrometido; pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar este nombre" (1 Pe 4, 13-16).

53) Pablo proclama: "Ahora me alegro por los sufrimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24). "Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido [el arresto y prisión] ha contribuido más bien [que obstaculizado] al progreso del Evangelio, de tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio, y entre los demás, que me hallo entre cadenas por Cristo. Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la palabra" (Flp 1, 12-14).


Sugerencias para la oración con la octava Bienaventuranza

Felices los que son perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Me pongo en oración y le pido a Jesús que me ilumine acerca de mi estado en relación con la séptima Bienaventuranza. Le pido al Espíritu Santo que me ilumine para comprender cómo la vivió Jesús. Y le pido al Padre que me engendre a imagen y semejanza de su Hijo Jesús, para que pueda vivirla como Él la vivió y pueda entrar en el Reino de sus Hijos sin temer las persecuciones de los hombres. Que pueda recibir y tener la fortaleza de Corazón que da el gozo de hacer la voluntad del Padre. Pueden ayudarme algunas preguntas como las que siguen. Pero recordaré que las Bienaventuranzas no son leyes o mandamientos, ni se trata de hacer un examen moral, sino de pedir conocimiento interno de mi estado espiritual de hijo y de motivarme para pedir.

Cuando me toca sufrir a causa de mi estado de vida, sea cual fuere: ¿Creo que cuanto sobreviene, es superior a mis fuerzas? ¿Caigo en la tentación de huir, de desistir, de desear la muerte o más bien, me abandono en las manos de mi Padre que no pone sobre nosotros una carga superior a nuestras fuerzas, como el amo no la pone tampoco sobre su asno? ¿La llevo con gozo porque contento a mi Padre Dios y sabiendo que "ningún sufrimiento de la vida presente tiene comparación con la gloria que nos espera"? (Rom 8,18)

Así, ¿Soporto con paciencia y amor la persecución, en todas sus formas: vacíos, acusaciones, olvidos, burlas, descalificación de mí persona, etc.?
Por el contrario: ¿rezo por mis perseguidores? ¿resisto en la persecución para que no se empañe la gloria del Padre? ¿sobrellevo con gozo interior y hasta exterior si se me da la gracia, esa persecución en vez de sentirme avergonzado ante los perseguidores?

Si soy casado/a, mantengo delante de los demás los gestos dignos que muestran mi fidelidad y amor matrimonial; delicadeza en las relaciones y hasta en la forma de vestir como respeto recíproco? Si soy sacerdote, consagrado/a ¿llevo con honor mi distintivo de la vocación recibida? ¿Me avergüenzo de mis signos sacerdotales, religiosos? ¿Me mimetizo para no ‘desentonar’ o para ‘parecer normal, como todo el mundo’? En mi vocabulario, mi modo de vestir, espectáculos... ¿cedo a presiones de los hombres que no quieren verme diferente de ellos?

En la persecución ¿me mantengo firme en el testimonio al nivel que corresponde o como Pedro en la Pasión, niego al Señor de mil maneras?

¿Pido al mismo tiempo al Señor, por mi propia conversión y la conversión de mis perseguidores?

Por último ¿amo a mis perseguidores como el Padre nos ha amado, perseguidores y autores de la muerte de Jesús, porque el pecado que entró en el mundo, también tiende a dominarme?

Jesús, perfecta imagen y semejanza del Padre, dame un corazón de hijo.

Animo!!! herman@, sigue en tu camino hacia la busqueda de la santidad y comprende que la recompensa prometida es el fin que se busca.

Padre nuestro.... Dios te salve.... Gloria




jueves, 19 de febrero de 2009

BIENAVENTURADOS 7


BIENAVENTURADOS LOS PACÍFICOS PORQUE ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS.

Continua con tus ejercicios espirituales, las bendiciones de Dios son muchas para sus hijos, y esta bienaventuranza te da el privilegio de llamarte Hijo de Dios. Estudia muy bien la catequesis y ejercitate durante toda la semana en ser un pacificador, en tu hogar, trabajo, centro de estudio etc.


“Tuvo a bien Dios [el Padre]... reconciliar por Él [Jesús] todas las cosas consigo, obrando por la sangre de su cruz la pacificación de todas ellas, así las del cielo como las de la tierra” (Col 1,20)

“Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebr 12, 14)


1. El Dios de la paz y la paz de Dios

1) En el Antiguo Testamento, Dios aparece dando la paz: "El Señor bendecirá a su pueblo con paz" (Salmo 29, 11). "Se llamará su nombre... príncipe de la paz" (Isa 9, 6); "gente que conserva la paz porque en ti ha confiado" (Isa 26, 3).

"Señor, tú nos darás la paz porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú" (Isa 26, 12); "Yo soy el Señor y no hay ningún otro Dios, Yo formo la luz y creo las tinieblas, obro la paz y creo la adversidad. Solo yo, el Señor, soy el que hago todo esto" (Isa 45, 7); "Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca», dice el Señor" (Isa 57, 19); "Así dice el Señor: ‘He aquí que yo extiendo sobre ella (sobre Jerusalén) la paz como un río y las riquezas de las naciones como un torrente que se desborda; y mamaréis, en los brazos seréis traídos y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén recibiréis consuelo´" (Isa .66,12). "Los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz" (Salmo 37, 11).

2) La primera vez que aparece la palabra paz, shalom, en el Antiguo Testamento, es en la Promesa a Abraham: "Tú, en tanto, te reunirás en paz con tus padres y serás sepultado en buena vejez" (Génesis 15, 15). Es una promesa de vida eterna.

3) En numerosos pasajes del Nuevo Testamento se lo llama "Dios de la paz" (Rom 15, 33; Flp 4,9); sobre todo en los saludos y despedidas. La paz que da es "la paz de Dios que supera todo conocimiento" (Flp. 4,7). "El Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies" (Romanos 16, 20).


2. "Los que obran la paz"

4) La expresión "los que obran la paz", en griego eirenopoioi, significaría literalmente traducida: los obradores de paz, o hacedores de paz, los pacificadores. No aparece en ningún otro lugar de la Sagrada Escritura sino sólo aquí en Mt 5,9. En la literatura rabínica, la expresión hebrea ‘oséh shalom’, el que hace la paz, aplica a los que se empeñan en reconciliar a las personas y a pacificar los espíritus.

5) Puede pensarse que se trata de lo que San Pablo llama "el ministerio de la reconciliación" (2 Cor 5,18), que prolonga la obra de reconciliación universal de Jesucristo, llevada a cabo con la sangre de su Cruz, en su Pasión, donde reconcilió todas las cosas (Ef 2, 14-18). Reconcilió a Dios con los hombres, a los hombres con Dios y a los hombres entre sí, derribando los muros de separación. Esta reconciliación une a los que antes estaban separados en una sola fraternidad: para los que están en Cristo, para los que ya son hijos de Dios, ya no hay judío y pagano, libre y esclavo, hombre y mujer, rico y pobre, noble y plebeyo, doctos e ignorantes... todos son ahora hijos del Padre y hermanos entre sí. Se ha establecido la paz de una comunión (común unión) familiar.


3. Jesús ministro del Padre: reconciliador y pacificador

6) Jesús lleva a cabo la obra pacificadora por misión del Padre. Es un enviado y ministro del Padre que desea hacer obra de paz por medio de Él: "Pues el Padre tuvo a bien hacer que habitara en él toda la plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz." (Col 1, 19-20)


4. Jesús el gran pacificador

7) Como siervo sufriente, Jesús cumple la profecía de Isa: "Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo", (Isa 53,5). Pablo dirá que "pacificó todas las cosas con la sangre de su Cruz"

8) Jesús nos pacificó con Dios: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5,1).

9) Jesús es el gran obrador de paz, el gran pacificador: "Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos [judíos y paganos] hizo uno solo [la Iglesia], derribando el muro que los separaba [la Ley de Moisés], aboliendo en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo de los dos un solo Hombre nuevo, haciendo la paz, y mediante la cruz, reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, dando en sí mismo muerte a la enemistad. Vino a anunciar la buena nueva de paz: ‘a vosotros que estabais lejos y a los que estáis cerca´ [Isa 57, 19], porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre" (Ef 2, 14-18).

10) En la última cena, Jesús promete la paz a sus discípulos como una herencia que va a dejarles: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da" (Jn 14, 27). Así como su Reino no es de este mundo, su paz tampoco es como la que el mundo llama así.

11) Jesús, en su oración sacerdotal, ruega al Padre para sus discípulos, el don de la unidad, que es el de la paz: "Que sean uno como Tú y Yo somos uno" (Jn 17, 11.21.22).

12) Jesús nos da la paz comunicándonos su Espíritu Santo entre cuyos frutos se cuenta la paz: "Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gal 5, 22)

13) Shalom, Paz, es el saludo del Resucitado cuando se aparece a sus discípulos llenándolos de gozo (Jn 20, 19-20)

14) Por todo esto Jesús merece el título de Príncipe de la Paz que Isa le confiere al Mesías (Isa 9,5)


5. Paz y reconciliación

15) Jesús llevó a cabo una obra de pacificación que los textos presentan como obra de reconciliación universal. Cuando Jesús envía a sus discípulos a predicar, hacer milagros, expulsar demonios y anunciar la llegada del Reino de Dios, los envía también a anunciar la paz: "En la casa en que entréis decid: paz a esta casa, y si hay en ella un hijo de la paz, vuestra paz reposará sobre él, y si no, se volverá a vosotros" (Lc, 10, 5).

16) Pablo es ministro de esa obra reconciliadora que la Iglesia continúa a través de los siglos: "Todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: reconciliáos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él" (2 Cor 5, 18-21).

17) Dios quiere reconciliarse con los hombres que lo han ofendido. Él es el ofendido y sin embargo viene a suplicar al hombre que se reconcilie con él. El pecado, en efecto, consiste a veces, quizás más frecuentemente de lo que parece, en que el hombre, en lugar de reconocer que ha ofendido a Dios y que necesita perdón, guarda agravios y rencores hacia Dios y no quiere perdonarlo. Reconciliar a los hombres con Dios, consiste a veces en proclamarles el perdón de Dios, y otras veces consiste, aunque parezca mentira en moverlos a perdonar a Dios. Por eso Dios Padre, en Cristo, se acerca a la humanidad como suplicando reconciliación.

18) Pablo viene: "calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz" (Ef 6, 15). Y se pone a sí mismo como ejemplo de esta siembra de paz: "Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros" (Flp. 4, 9).


6. Paz, unión, comunión

19) Paz y unidad, o unión de los ánimos, van juntos y son casi sinónimos. Jesús todo lo pacifica porque derribando los muros que separan, restaura la unidad entre lo que estaba separado y dividido. Por eso, de su obra debe derivar la unión y la paz entre los miembros de la comunidad. Pablo ve la paz como un vínculo que une y mantiene unidos. El Espíritu Santo une, el malo separa (Diábolos = Separador).

20) "Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos" (Ef 4,3-6). Pablo parece hacer un juego de imágenes entre su prisión y sus cadenas, con el vínculo de la paz y de la unidad.


7. Se los llamará hijos de Dios

21) Los hijos de Dios han de ser, por lo tanto, pacificadores y reconciliadores. Pero han de serlo según el modelo del Padre, del Hijo, movidos por el Espíritu, como Pablo y los grandes santos pacificadores.

22) Se los llamará Hijos de Dios porque se parecerán a su Padre, Dios de la Paz (2 Tes 3,6) y a su Hijo que es "nuestra paz" (Ef 2,13). Los profetas habían anunciado al Mesías como príncipe de la Paz (Isa 9, 5) y la era mesiánica sería de paz universal (Isa 11, 6-9). La Paz aparecía como un nombre de la salvación mesiánica escatológica y de sus bendiciones divinas en los tiempos finales, escatológicos.

23) No se trata de una tarea de reconciliación social puramente profana, aunque estén siempre dispuestos a desempeñarla también: "en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres" (Romanos 12, 18). Pero no se trata de que se conviertan o se conforme con ser sólo ‘facilitadores´ de acuerdos y mediadores de conflictos, mediante técnicas de análisis transaccional y dinámica de grupos. Si los discípulos de Jesús deben ser portadores y heraldos de la paz (Lc 10, 5ss) deberán vivir en paz entre ellos y consigo mismos, como lo indica el Sermón de la Montaña explícitamente: (Mt 5, 21-26 y 38-47). Santiago dirá de la obra pacificadora de los cristianos: "Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz" (Sant. 3, 18)

24) Jesús rechaza explícitamente convertirse en juez de la partición de una herencia entre dos ‘hombres´: (Lc 12, 13). Lo que traen en primer lugar sus discípulos, como hijos del Padre celestial, es la comunión divino eclesial, mediante la reconciliación y la paz entre Dios y los hombres.

25) Esta "koinonía" o comunión divino humana, divino eclesial, dimana de su condición de hijos de Dios. Y por eso, su condición de pacificadores sobre el modelo de Jesucristo, los hace reconocibles como hijos de Dios y acreedores a ser llamados con ese nombre.

26) De la paz de Dios debe derivar nuestra paz entre nosotros y con todos: "El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres. Por lo tanto, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación" (Romanos 14, 17-19). "A vivir en paz nos llamó Dios" (1 Cor 7,15). "Dios no es Dios de confusión sino de paz" (1 Cor 14, 33)

27) A su vez, la paz entre los hermanos, atrae la paz divina: "sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros" (2 Cor 13,11). Entre los corintios, en efecto, las divisiones, partidos y discusiones eran una tentación tenaz que Pablo combate en la primera carta a los corintios. La falta de paz y la división es un grave mal de la Iglesia, que aflige al Padre, que desea la unión de los Cristianos. Pablo insiste a menudo: "Tened paz entre vosotros" (1 Tes 5, 13).

28) ¿Cuál es el secreto de la paz cristiana? Lo revela una misteriosa palabra de Jesús, que parece contener el secreto de la paz: "Tened sal en vosotros y tendréis paz entre vosotros" (Mc 9, 50).

29) ¿Qué sal es esta que asegura la paz entre las personas? El contexto alude a la sal de la alianza que según la ley del Levítico no debía faltar en ningún sacrificio (Lev 2, 13). Esa sal, que daba sabor al sacrificio en la Antigua Ley, era el amor de la Alianza, la fidelidad a Dios, la obediencia al Señor. Sin ese amor, los sacrificios no agradaban al Señor: "Son mías todas las fieras de la selva, las bestias por millares en mis montes, conozco las aves de los cielos y son mías las bestias de los campos. Si tuviera hambre, no te lo diría, porque mío es el orbe y cuanto contiene. ¿Voy a comer la carne de los toros, o a beber la sangre de los machos cabríos? ¡ofrecedme un sacrificio de alabanza!" (Salmo 49, 10-14).

30) En el Nuevo Testamento Jesús se refiere sin duda a otra sal. ¿Cuál? Jesús enseña que la sal a la que él se refiere es la sabiduría de la Cruz, es decir la del amor sufriente. El dicho sobre la sal, en Mc 9, 50, está en el centro de la sección del camino, que abarca los capítulos 8 al 10 y va desde la curación del ciego de Betsaida a la curación del ciego de Jericó. En esta sección hay tres solemnes anuncios de la Pasión, que los discípulos no quieren oír ni comprender.

31) Por estar sordos para el anuncio de la Cruz que Jesús les viene haciendo por el camino, están ciegos para ver el camino a Jerusalén como un camino hacia la cruz. Y debido a esa ignorancia o resistencia ante la sabiduría de la Cruz, estos tres capítulos están dominados por las discusiones: Pedro le discute a Jesús, los discípulos discuten entre sí, con los fariseos, y de nuevo entre sí, o discuten con los que hacen milagros pero no vienen con ellos, los esposos se separan, o los discípulos riñen a los niños.

32) No pueden entender ni ver el camino del Siervo sufriente que va a dar la vida en la Cruz para pacificar todas las cosas. Lo que da sentido y sabor al sacrificio del Hijo, es hacer la voluntad del Padre y entregarse por amor a todos los hombres. Ese amor que sabe sacrificarse es la sal que sazona el sacrificio y lo hace acepto y agradable a pesar de su terribilidad. Sufrir por amor es el secreto de la paz del alma y el secreto de la paz en la Iglesia, en la familia creyente, en la sociedad y el mundo.

33) Por eso Jesús dirá en el Sermón de la Montaña: "Vosotros sois la sal del mundo, si la sal pierde el sabor ¿con qué se salará?" (Mt 5, 13). Esta sal preserva de la corrupción de la discordia, porque sabe sacrificar por amor, para pacificar y reconciliarlo todo, como hizo el Hijo. Y por eso, los pacificadores serán llamados, con razón, Hijos de Dios.


Sugerencias para la oración con la séptima Bienaventuranza

Felices los hacedores de la paz, porque el Padre los llamará: ‘hijos míos’
Me pongo en oración y le pido a Jesús que me ilumine acerca de mi estado en relación con la séptima Bienaventuranza. Le pido al Espíritu Santo que me ilumine para comprender cómo la vivió Jesús. Y le pido al Padre que me engendre a imagen y semejanza de su Hijo Jesús, para que pueda vivirla como Él la vivió y pueda entrar en el Reino de sus Hijos, que no es otra cosa que la condición filial. Que pueda recibir y tener la pureza de Corazón que imprime el Espíritu puro y santo que viene del Padre. Pueden ayudarme algunas preguntas como las que siguen. Pero recordaré que las Bienaventuranzas no son leyes o mandamientos, ni se trata de hacer un examen moral, sino de pedir conocimiento interno de mi estado espiritual de hijo y de motivarme para pedir.

Hacedores de paz: ¿Contribuyo a la paz y armonía entre mis prójimos, a la reconciliación de las partes o me hago instrumento de irritabilidad y discordia, con mis murmuraciones, críticas, juicios temerarios, alejándome para no complicarme la vida, para que no se rían de mí?¿Omitiendo el ayudar a sobrenaturalizar las situaciones y los hechos?

¿Pacto con la falta de paz en mi espíritu por poco o largo tiempo, resistiendo y menospreciando ese fruto del Espíritu Santo, o al decir de Pablo, al mismo Jesús, porque "Él es nuestra paz"?(Ef. 2,14). Por el contrario, ¿acudo a la oración, a la alabanza, a la súplica, al examen de conciencia y a la penitencia, para recobrarla y sembrarla alrededor? La sal impide la corrupción y da sabor.

¿Soy un discípulo "sabroso" o "soso" por falta de sal evangélica: mal humor, agrideces, malas palabras o cualquier otro insulto, poco dominio de mí? O por el contrario, vivo contento y feliz saboreando el amor de Dios que se manifiesta tanto "en lo próspero como en lo adverso"? (Rom. 8, 28)

¿Vivo el gozo de llamarme hijo de Dios por la obediencia y el amor sufriente? "Saber sufrir un poco por amor de Dios sin que lo sepan todos" STJ


Continua ejercitandote, continua buscando la santidad, continua luchando, continua hasta alcanzar la meta, la meta es SER CRISTIANO.

Padre nuestro.... Dios te salve.... Gloria.....

martes, 17 de febrero de 2009

BIENAVENTURADOS 6A


Continuemos con la catequesis, con los ejercicios. Preparate, porque esta semana te traerá mucha bendición de parte de Dios. El vera el esfuerzo que haces por seguirlo, por buscar la santidad. Es por ello que te ejercitaras sobre: BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS. Jesús dijo en una ocasión. '' tendréis que ser como niños''

También dijo, que los niños ven el rostro de Dios. La promesa que encierra esta bienaventuranza es grande, grandisima. Moisés pidió ver el rostro de Dios y le fue negado, en este tiempo de gracia, el señor promete que le veremos cara a cara.

- Tu corazón estará ¨LIMPIO¨ cuando no haya
en él ningún pecado. Cuando pecas, te ¨separas¨ de Dios por voluntad tuya . Cuida mucho la limpieza de tu corazón, que no te valga ensuciarlo, esto es cosa muy seria, puede costarte no entrar al cielo.Puede costarte no encontrar la santidad.
- Haz la costumbre de confesarte seguido y sobretodo de pensarlo muy bien antes de hacer algo que tú sabes que lo ensuciará.


Dios mío, crea en mí un corazón puro... no me arrojes lejos de tu rostro.”
(Salmo 50, 12.13)


1. Corazón

1) Esta Bienaventuranza anuncia la superación de las prescripciones de pureza de la Ley de Moisés, que se ponían en prácticas exteriores – aunque destinadas a ser practicadas, naturalmente, con religiosa intención -, por la pureza interior o del corazón, que enseña Jesús.

En la Sagrada Escritura el corazón es el centro de la persona, el núcleo de su conciencia y de su psicología, el asiento de la decisión y la responsabilidad, es decir su vida interior y espiritual. Dios habla al corazón del hombre porque es allí donde tiene sus raíces la vida religiosa y moral del hombre.

2) En el lenguaje de la Sagrada Escritura se habla del corazón para indicar lo más profundo de una cosa. Así por ejemplo, el corazón del mar significa mar adentro, alta mar o también el abismo, la profundidad del mar: Tarsis y su rey están engreídos en el corazón de los mares, pero irán a dar al corazón del mar (Ez 27,25 y 28, 1.8).

Moisés ve arder el fuego en el corazón de la zarza ardiente, o sea el interior, el centro de la zarza (Éx 3,2).

3) Y así el corazón del hombre indica lo más profundo de su ser, de su conciencia y de su voluntad. "Los hijos tienen cabeza dura y corazón empedernido, a ellos te envío para decirles" (Ez 2,4). El Señor anuncia que le cambiará el corazón: "Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios. En cuanto a aquellos cuyo corazón va en pos de sus monstruos y de sus prácticas abominables, yo haré recaer su conducta sobre su cabeza" (Ez 11, 19-21).

4) Isaías opone el culto puramente vocal, de los labios, y el del corazón: "este pueblo se me acerca de boca, me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí" (Isaías 29, 13; es un pueblo también: "de labios impuros" Isa 6,4).

Jeremías anuncia una nueva alianza escrita en corazones nuevos y sinceros: "He aquí que vienen días en que yo pactaré con la casa de Israel una nueva Alianza... pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo... todos ellos me conocerán del más chico al más grande" (Jer 31, 31.33b.34c).

5) Esta nueva alianza, nuevo corazón, esta conversión de los corazones serviles en corazones filiales, es el anuncio de la alianza filial en la sangre del hijo. Estos son los corazones puros, los corazones filiales que viven de cara al Padre y obran todas sus obras buenas, oraciones, limosnas, y ayunos en lo secreto, en lo oculto de sus corazones, donde sólo el Padre lo ve (Mt 6,1.4.6.17). El corazón es ese recinto íntimo y secreto donde sólo tiene acceso el Padre y donde los hijos esconden su tesoro y ponen su seguridad: "donde está tu tesoro allí está tu corazón" (Mt 6,21). Allí debe estar también la pureza de los hijos.


2. La pureza de corazón

6) En las traducciones suele leerse: "bienaventurados los limpios de corazón". Pero ¿de qué limpieza se trata? La palabra griega katharós que traducen por limpio, significa puro. Se trata de una limpieza religiosa.

7) La Ley de Moisés prescribía un código de pureza ritual y religiosa al que los judíos habían ido agregando por tradición otras prescripciones. Como todos los demás aspectos de la Ley, Jesús no vino a abolirlas sino a llevarlas a su perfección mediante la justicia de los hijos (Mt 5,17). Esta Bienaventuranza es un ejemplo claro de cómo la pureza de los hijos debe exceder a la pureza de los escribas y fariseos y cómo la pureza del corazón de los hijos lleva a su perfección los códigos de pureza de la Ley antigua.

8) En el Antiguo Testamento era considerado puro lo que aproximaba a Dios, e impuro lo que incapacita para el culto o excluía del culto. Todo lo que tenía que ver con las fuentes de la vida o con la muerte, era de alguna manera misterioso y sacro y por eso "intocable". Si se lo tocaba se incurría en una inhabilitación para la comunión cultual, equivalente a la que produce una irreverencia o desconsideración. Por otra parte, el pueblo elegido, portador de misterios de gracia, debía permanecer separado de los demás pueblos. Los paganos eran considerados impuros y el contacto con ellos contagiaba impureza (Cfr. Lev 20, 22-26).

9) La ley de Moisés contenía muchas y variadas disposiciones acerca de la pureza: prohibía comer animales y otros alimentos impuros (Lev 11,1-47); contenía también disposiciones acerca de los cadáveres (Lev 21,1.11; Núm. 19, 11-13) o de algunas enfermedades, como la lepra (Lev 13, 45ss; 14, 1-32), que hacían impuro ritualmente. También contenía disposiciones acerca de los flujos sexuales del varón y la mujer (Lev 15,1-33) y del trato con las mujeres durante sus períodos (Lev 15, 7.14.25); o alrededor del parto (Lev 12,1ss); que exigían mantenerse separadas y evitar contactos físicos, y hasta con objetos tocados por la persona, como sillas o lechos. La ley determinaba también minuciosos ritos de purificación para cada forma de impureza.

10) A estas leyes se habían agregado, por tradición otras prácticas que incluían el lavado de manos hasta el codo, vasos y vajilla antes de comer o de entrar al templo a sacrificar. Ni Jesús ni muchos de sus discípulos se ajustaban a estas prácticas tradicionales, por lo que eran objeto de crítica:

11) "Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; éstos, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto es, no lavadas, [Nota: no se trata del lavado higiénico sino de una ablución religiosa] los condenaban, (pues los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan muchas veces las manos, no comen. Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que se aferran en guardar, como las abluciones de los vasos para beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ‘¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?´" (Mc 7, 1-5).


3. La doctrina y la práctica de Jesús

12) Jesús modificará drásticamente esta doctrina, pero sobre todo impugnará algunas tradiciones relativas a la pureza. Lo hará

· con su enseñanza

· con su ejemplo


A los que le hacen objeciones les responde reprochándoles que invalidan la ley con sus tradiciones:

a) Doctrina

13) "¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres", porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición, porque Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente," pero vosotros decís: "Basta que diga un hombre al padre o a la madre: ‘Es Corbán (que quiere decir: "Mi ofrenda a Dios") todo aquello con que pudiera ayudarte´", y no lo dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas" (Mc 7, 6-13).

14) Jesús interioriza el concepto de pureza e impureza. Jesús enseña que es del corazón del hombre de donde sale lo que lo hace puro o impuro: "lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre, porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.

Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre" (Mt 15, 17-20) "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre... ¿No entendéis que nada de fuera que entra en el hombre lo puede contaminar, porque no entra en su corazón sino en el vientre?... lo que sale del hombre, eso contamina al hombre, porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez. Todas estas maldades salen de dentro y contaminan al hombre" (Mc 7,15.18-19.20-23).

b) Práctica

15) A la nueva justicia de los hijos, que consiste en la interioridad de un corazón filial; corresponde, la visión que tiene y enseña Jesús acerca de lo que une o separa de Dios; de lo que pone en comunión o aparta de la comunión. Y a esta visión corresponde una nueva práctica en la que Jesús va adelante con su ejemplo.

16) Jesús, que se proclama ‘Señor del Sábado´ (Mc 2,28) se aparta con igual libertad y con autoridad soberana de las leyes de pureza e impureza. Las ignora abiertamente:

a) Cuando toca al leproso que le pide que lo sane (Mt 8, 2-3; Mc 1, 41);
b) o cuando toma de la mano a la niña muerta, la hija de Jairo, para levantarla (Mt 9,25); o toca la camilla donde llevaban a enterrar al hijo de la viuda de Naim. (Lc. 7, 14)

d) Cuando se sienta a la mesa con publicanos y pecadores. (Mt 9, 10-13)

e) Cuando toma de la mano para levantarla a la suegra de Pedro que está en cama con fiebre (Mt 8, 14-15; Mc 1, 30-31 Cfr. Lc 4, 38-39). Ya el solo hecho de dar la mano o tocar a una mujer era contrario a los usos comunes entre judíos piadosos, escribas y fariseos, sobre todo entre rabinos. Pero dada la insistencia de los evangelistas en notar que la toma de la mano, puede presumirse que la fiebre fuese de origen menstrual con lo que se trataría de un caso más en que Jesús se aparta de las leyes de pureza ritual.)

f) Cuando no le da importancia al hecho de que la mujer con flujo de sangre lo haya tocado contrariando la ley, y, en vez de retarla por lo que ha hecho, como ella se esperaba y temía viéndose descubierta, se limita a alabarla por su fe (Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-34.)


4. Pureza de corazón y pureza de vida filial

17) Las Bienaventuranzas en su conjunto y ésta en particular acentúan en primer lugar las cualidades filiales, pero éstas no excluyen sino que presuponen la rectitud de vida. La guarda de los mandamientos se da por supuesta en quienes buscan la justicia la perfecta que es la justicia filial. La justicia filial es superior, excedentaria; supera la de escribas y fariseos. La justicia filial es la que debe caracterizar a los hijos de Dios (Mt 5,20). Excluye toda duplicidad, toda hipocresía, todo intento de servir a dos señores (6, 22). Toda inflación de formas de piedad no respaldadas por una auténtica piedad filial del corazón. La pureza del corazón inspira una práctica de pureza.

18 ) En esto no puede haber engaño. Jesús propone el test de discernimiento, que pasa por el corazón: "donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (Mt 6,21). La Bienaventuranza de los limpios de corazón es una promesa a los que tienen un corazón entero, no dividido entre el servicio de sí mismo y el servicio de Dios, entre la búsqueda de la propia gloria y la del Padre, que ponen su seguridad íntegramente en el Padre, sin cálculos ni desconfianzas.

19) Pero la pureza del corazón excluye también todo mal deseo de lujuria o fornicación: "Habéis oído que se dijo: ‘no cometerás adulterio´. Pero yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt 5, 27-28.)

20) La condición fraterna de los hijos de Dios excluye que un hermano mire con mirada impura a una mujer ya que, por ser hija de Dios, es una hermana. La mirada de los hijos a sus hermanas, debe ser pura. Y el vicio de lujuria hace ciego para ver a Dios.


5. Pan puro, sin levadura

21) La pureza de corazón se refiere pues, primero, a la sinceridad del culto filial. Ella implica, en segundo lugar, el aborrecimiento del pecado, particularmente el pecado de

lujuria, tanto en sí mismo como en la comunidad. Veamos lo que nos dicen Jesús y san Pablo acerca de los cristianos como panes ázimos, sin levadura, es decir, puros con la nueva pureza de corazón filial cristiana.


6. Sin la levadura de los fariseos

22) En cuanto a la falsedad interior: Jesús nos pone en guardia contra la levadura de los fariseos que es la hipocresía. Y esta hipocresía es buscarse a sí mismo en las cosas de Dios. Buscar la gloria propia y no la del Padre. Buscar su propio provecho en la religión. Tratar de servirse de Dios, en lugar de servir a Dios.

23) "Abrid los ojos y guardáos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes" (Mc 8,15) "Guardáos de los escribas que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas con pretexto de largas oraciones" (Mc 12, 38-40).

24) Jesús compara a los discípulos, a los hijos de Dios, con panes. Panes que han de ser puros en sentido ritual, como los panes ázimos sin levadura. Expliquemos un poco esta comparación a la luz de la Sagrada Escritura.

25) La levadura, por ser un fermento, es un principio de corrupción. Si el pan leudado no se pone en el horno, se echa a perder totalmente por el efecto de la levadura. Por eso, en el Antiguo Testamento, no debía ponerse levadura en ninguna ofrenda (Ver Lev 2,11: "Toda oblación que ofrezcáis al Señor será preparada sin levadura, pues ni de fermento ni de miel quemaréis nada como manjar abrasado para el Señor.") Los panes que se ofrecían en sacrificio debían ser panes sin levadura, como eran los panes de la preposición depositados ante el altar en el santuario de Nob (1 Sam 21, 5; Cfr. Lev 24, 5-9).

26) Por eso, la hostia para la eucaristía, que se transformará en el cuerpo de Cristo, en el que no hay corrupción de pecado, que tiene un corazón totalmente puro, no puede tener levadura. Y si la tiene no es materia apta para consagrar.

27) El que recibe el pan consagrado tampoco puede tener en sí la levadura del pecado, ni la levadura de la doblez o la insinceridad con Dios. Porque él también es pan que se ofrece para ser transubstanciado y convertido en Hijo. El culto interesado, o doble, es una impureza, una suciedad que impide ver a Dios. Porque Dios es desinterés, sinceridad, fidelidad. Cuánto más -como veremos- hace impuro e inhabilita la lujuria, en cualquiera de sus formas, pero más que todas el adulterio, por lo que tiene de infidelidad.

28) Los judíos y samaritanos discutían acerca de dónde se daba el verdadero culto a Dios, si en el templo de Samaría o en el de Jerusalén. Jesús zanja la discusión anunciando el nuevo culto filial en el que se complacerá el Padre y será fundado por su Hijo: "Créeme mujer... que llega la ahora, y ya ha llegado en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren" (Jn 4,21.23). Ver a Dios no depende de un lugar exterior, sino de una cualidad interior del corazón. Los adoradores en espíritu y en verdad, los de corazón puro, serán los que verán a Dios.

29) El culto en Espíritu filial y en verdad filial, es el culto que Jesús rinde al Padre. Jesús no busca su propia gloria ni hacer su propia voluntad, sino que vive para la gloria del Padre y para hacer con gozo filial lo que el Padre quiere.

30) Jesús es el hombre de corazón puro. Jesús desafía a sus adversarios a que le prueben que ha pecado en algo: "¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? (elénjei me peri hamartías)" (Jn 8, 46). Pedro atestigua acerca de Jesús: "no cometió pecado alguno, y en su boca no se halló engaño" (1 Pe 2, 22). Si queremos entender lo que esto significa, debemos contemplar su corazón y sobre todo pedirle: "Jesús limpio de corazón, dame un corazón semejante al tuyo".


7. El pecado impuro enceguece el espíritu

31) Todo pecado es impuro porque aparta de Dios. Pero el Señor revela en la Escritura que más que todos, el pecado de lujuria, especialmente el adulterio, apartan al hombre de Él y lo hacen impuro a sus ojos de Padre.

Santo Tomás de Aquino dice: "de la lujuria proviene la ceguedad de la mente, la cual excluye casi totalmente el conocimiento de los bienes espirituales . Y en otro lugar, tratando de “Las hijas de la lujuria” enumera los efectos siguientes: la ceguedad de la mente, la inconsideración, la precipitación, la inconstancia, el amor propio, el odio a Dios, el afecto al mundo presente y el horror al mundo futuro . De la lujuria proviene, en efecto, la ceguedad de la mente, la cual excluye casi totalmente el conocimiento de los bienes espirituales. Esto se debe, explica Santo Tomás, a que, a causa de la vehemencia de la pasión y de la delectación, la lujuria, por aplicar al hombre vehementemente al deleite carnal, desordena sobre todo las potencias superiores, que son la razón y la voluntad.

7.1 Fornicación e idolatría

32) El pecado de lujuria se llama impuro con especial propiedad porque:

a) Aparta el corazón del hombre del amor a Dios, como una especie de idolatría.

b) Porque atenta contra el cuerpo haciendo de él y de la pasión, un ídolo.

33) Por eso los profetas fustigan la prostitución como una idolatría y la idolatría como una prostitución. Esto se explica históricamente porque la idolatría y la fornicación ritual iban juntas en los ritos de la fecundidad de los dioses cananeos. Los israelitas se apartaban del Señor yéndose tras esos cultos sensuales.

Los profetas, especialmente Oseas, fustigan ese pecado considerando que ambos, tanto la idolatría como la lujuria, son impurezas del corazón que apartan de Dios y oponen a él.

34) "Comerán y no se saciarán, se prostituirán, y no tendrán descendencia porque han abandonado al Señor para entregarse a la prostitución. La fornicación es vino y embriaguez que arrebata el corazón. Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y su leño lo adoctrina porque un espíritu de prostitución lo tiene extraviado y se prostituyen sacudiéndose de su Dios. En las cimas de los montes sacrifican, queman incienso en las colinas, bajo la encina, el álamo y el terebinto, cualquier sombra es buena. Por eso, cuando vuestras hijas y vuestras nueras cometan adulterio, no visitaré yo a vuestras hijas porque se prostituyan ni a vuestras nueras porque cometan adulterio, pues sus maridos también acuden a esas prostitutas y ofrecen sacrificios con las consagradas a la prostitución. ¡Así se pierde un pueblo insensato!" (Oseas 4, 10-14)

35) Esta manera de ver las cosas no cambia en el Nuevo Testamento. Al contrario. Jesús, como hemos visto, no sólo exige la pureza de vida exterior, sino la vigilancia sobre la pureza del corazón, del deseo y de las intenciones, donde mira y ve "el Padre que ve en lo secreto".

36) Veamos un ejemplo tomado de San Pablo. El Apóstol corrige un grave escándalo de impureza sexual existente en la comunidad de Corinto, ante el cual la comunidad se mostraba, sin embargo, tolerante y como insensible. Corinto era una ciudad licenciosa. Pero se trataba de un caso de incesto. Un cristiano, miembro de la comunidad, convivía con una concubina de su padre. La ley judía tipificaba esta acción entre los gravísimos pecados y las más graves ofensas al Señor. Amós condena que "padre e hijo se alleguen a la misma mujer" (Amós 2,7) Y el Deuteronomio ordena bajo amenaza de maldición: "Nadie tomará a la mujer de su padre... maldito aquél que se acueste con la mujer de su padre" (Deuteronomio 23, 1; 27, 20).

37) Pablo, alarmado por la insensibilidad religiosa de los corintios, les advierte que si se tolera esta mala conducta en la comunidad, terminará por corromper el criterio de todos. Pablo les escribe usando la imagen de la levadura que termina por fermentar y corromper toda la masa.

38) "Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos... No es buena vuestra jactancia. ¿Acaso no sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois, sin levadura, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad" (1Cor 5, 1-2. 6-8).

7.2 Pureza individual y pureza eclesial

39) Al miembro de la comunidad que muestra, con su vida, que la ofensa del Padre le resulta indiferente, no se lo puede seguir tratando como si no pasara nada. Porque si la comunidad actúa así, también ella se va haciendo indiferente a las ofensas al Padre y pierde su filialidad de corazón y de conciencia. Se instala así una perniciosa indulgencia con las ofensas al Padre, mientras que, por otra parte, no son capaces de perdonares nada entre ellos y acuden a los tribunales paganos a ventilar sus pleitos.

40) Pablo les reprocha a los corintios que se jactan y se glorían en vano. Muy por el contrario, como cristianos, están siendo muy censurables. A quien le resulte indiferente la gloria del Padre, y lo dejen insensible las ofensas al Padre, no pueden gloriarse de ser hijo ni tener corazón filial. Por eso Pablo les enseña a continuación:

41) "Os he escrito por carta que no os juntéis con los fornicarios. No me refiero en general a todos los fornicarios de este mundo, ni a todos los avaros, ladrones, o idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí para que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con el tal ni aun comáis, porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? A los que están fuera, Dios los juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros" (1 Cor 5, 9-13).

42) San Pablo enumera los pecados que impiden entrar en el Reino del Padre, es decir, los pecados que son incompatibles con la condición de hijos de Dios: "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6,9-10). "si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la Ley. Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5, 18-21)


8. La Promesa: Ellos verán a Dios

43) El "verán a Dios" que promete la
Bienaventuranza
que estamos comentando, es sinónimo de "conocer a Dios". También son equivalentes las expresiones "ver el Reino" o "entrar en el Reino" (Jn 3, 3.5).

También se dice: "ver la gloria de Dios" (1 Tes 2,12: que os llamó a su reino y a su gloria) Es bueno tener en cuenta estas equivalencias, para entender los textos bíblicos que citamos a continuación para ilustrar el sentido de esta promesa.

44) Hay una íntima relación entre la filiación y la visión o conocimiento del Padre. El que ve al Padre no peca y el que peca no conoce al Padre. Por otra parte, vivir como hijos asegura una visión futura del Padre, en la vida eterna, que será mucho más perfecta y clara que el conocimiento que nos permite desde ahora vivir como hijos. Esa es la doctrina contenida en el siguiente pasaje de la Primera Carta del apóstol San Juan:

45) "Mirad qué caridad (agapê) nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;, por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios pero aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquél que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley, pues el pecado es infracción de la Ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca. Todo aquel que peca, no lo ha visto ni lo ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquél que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios" (1 Jn 3,1-10).

46) La misma relación entre el ser hijos o "ser nacidos de Dios" y la visión de Dios, o del Reino, encontramos en el diálogo de Jesús con Nicodemo: "Le respondió Jesús: ‘Amén, Amén, te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios´. Nicodemo le preguntó: ‘¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?´ Respondió Jesús: Amén, amén, yo te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. o que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: ‘Os es necesario nacer de nuevo´. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu" (Jn 3, 3-8).

47) Jesús considera que lo que viene a traer es la revelación del Padre y que en eso está la vida eterna, en conocer al Padre. Se nace como hijo de Dios, conociéndolo, oyendo su palabra y practicándola con gozo filial:

48) "En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: ‘Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar». Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: ‘Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis, pues os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron" (Lc 10, 21-24 Ver Mt 11, 25-28).

49) Jesús promete a los que creen que verán la gloria de Dios: "Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: ‘Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días´. Jesús le dijo: ‘¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?´" (Jn 11, 39-40).

50) Pablo expresa la misma idea diciendo que: "Ahora vemos en espejo, confusamente. Entones lo veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo imperfecto, pero entonces conoceré como soy conocido" (1 Corintios 13,12) "Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión" (2 Corintios 5,7).

51) A la luz de estos textos, es posible afirmar que la fe es la pureza del corazón filial en esta vida, que asegura la visión plena en la vida futura.


Sugerencias para la oración con la sexta Bienaventuranza

“Felices los puros de corazón porque ellos verán al Padre.”

Me pongo en oración y le pido a Jesús que me ilumine acerca de mi estado en relación con la sexta Bienaventuranza. Le pido al Espíritu Santo que me ilumine para comprender cómo la vivió Jesús. Y le pido al Padre que me engendre a imagen y semejanza de su Hijo Jesús, para que pueda vivirla como Él la vivió y pueda entrar en el Reino de los Hijos. Que pueda recibir y tener la pureza de Corazón que imprime el Espíritu puro y santo que viene del Padre y permite conocerlo y verlo con una visión pura y espiritual. Pueden ayudarme algunas preguntas como las que siguen. Pero recordaré que las Bienaventuranzas no son leyes o mandamientos, ni se trata de hacer un examen moral, sino de pedir conocimiento interno de mi estado espiritual de hijo y de motivarme para pedir.

¿Creo en la promesa del Señor que cambiará mi corazón, dándome un Espíritu nuevo? ¿O bien, incrédulo ante su poder y amor, miro mis tendencias, vicios y pecados, confesándome más o menos ocultamente que “sí, Dios es misericordioso, pero mi pecado”?

¿Sigo o resisto a las inspiraciones de este Santo Espíritu en mi interior queriendo formar en mí la imagen de Jesús, sumo agrado del Padre o las dejo pasar por carnal, por negligente, por déficit de conciencia de hijo, y corazón desamorado?

¿Vivo con un corazón dividido por rencores, vicios, pecados, faltas advertidas y constantes, afectos desordenados a personas, cosas o circunstancias, recuerdos, etc.? ¿Quiero que la gracia me disponga a padecer por amor al Padre, sabiendo que el sufrimiento lo glorifica y purifica mi alma como el oro en el crisol?
¿Soy transparente a los ojos del Padre solamente o caigo en la hipocresía, pretendiendo ser otro ante los hombres?
¿Deseo ser visto solamente por mi Padre que ve en lo secreto y en lo secreto premia o más bien publico las buenas obras, sacrificio, caridad, dolor físico o moral soportado, etc.? ¿Tengo hábito de entrar "a mi cuarto y cerrar la puerta" o me gusta vivir en vidriera? ¿Por qué? ¿Para qué?

Como laico, sacerdote, consagrado ¿cómo vivo la pureza en el culto que celebro al Padre? ¿Me preparo para los oficios sagrados, pensando adónde voy y con quién voy a tratar, como dicen S. Ignacio y Santa Teresa de Jesús? ¿O entro en el recinto sagrado con mis acedias, enojos, heridas de amor propio, desvirtuando el poder de la alabanza? En todo caso, al advertirlo y aún en presencia del Señor sacramentado ¿le pido gracia para serenar, limpiar, suavizar el alma para alabarlo? "Dios mío, ven en mi auxilio" ¿Para qué se lo digo?

La pureza que más agrada a Dios es la virginidad de espíritu, la castidad guardada en todos los estados según nuestras promesas.

¿Cómo cuido esta forma de limpieza del corazón donde habita la Trinidad; recinto de encuentro con El en la oración; instrumento de comunicación humana y divina con los demás? ¿Qué lugar ocupan en mi vida las revistas frívolas, pornográficas o cercana, la TV. con todos los programas nocivos a este fin; justificando la contemplación de filmes, propagandas, programas pecaminosos con el pretexto de que tengo que estar al día para poder evangelizar, sabiendo en el fondo de mi corazón que estoy dando gusto a mis pasiones, engañándome y sabiendo que a Dios no se le engaña?

Repaso mi vida, de la mano de mi Padre bondadoso y de Jesús misericordioso y con humildad, recojo mi lista de pecados y faltas y los vuelvo a confesar si Dios me da la gracia, para obtener mayor pureza y fuerza contra el demonio, autor de toda oscuridad e impureza.

¿Entendí que el remedio contra el pecado en todas sus formas es vivir gozosamente como hijo de Dios?

Al confesarme y antes de recibir la absolución, pediré humildemente al sacerdote que con la gracia sacramental me confirme en este deseo: vivir gozosamente como hijo/a del Padre. ¡Amén!

Espero que esta catequesis te haya comprender la importancia de alcanzar la salvacion, la importancia de buscar la santidad aqui en esta tierra, donde eres peregrino. La importancia de querer estar al final de los tiempos con Jesus el hijo de Dios, como lo dice el apocalipsis, asi, que !! ejercitate!! en la pureza de corazon, de pensamiento, palabra y obra.


Padre nuestro.... Dios te salve.... Gloria....




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LA VIUDA DE SARAPTA

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